San Salvador.- Desde niño, don Teófilo aprendió a sembrar cempasúchil en su comunidad natal, una tradición que le heredaron sus abuelos y sus padres y que cada año sigue con orgullo. Sin embargo, el agricultor hidalguense asegura que hoy el campo enfrenta momentos difíciles, pues muchas personas se niegan a pagar un precio justo por este producto agrícola que requiere tiempo y dedicación.
En entrevista para LSR Hidalgo, el agricultor oriundo de San Salvador, municipio de Hidalgo, contó el procedimiento para la siembra y cosecha de la flor, los costos y los retos de los campesinos por la falta de recursos, los pagos bajos del producto y el cambio del clima.
Ante estas dificultades, don Teófilo confesó con cierta resignación que “el campo no es negocio” y que, en muchas ocasiones, apenas logran recuperar lo invertido en maquinaria, insecticidas, trabajadores y semillas.
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“El campo está muy duro, a veces nos conformamos con sacar nuestra inversión nada más, pero no es negocio… a veces ya nomás andamos aquí porque es nuestro trabajo, nos ha gustado siempre”, relató durante la entrevista, dejando entrever el amor y la tradición que lo mantienen ligado a la tierra pese a las adversidades.
¿Cómo es el proceso de siembra de la flor de día de muertos?
El cempasúchil es la flor más representativa de la temporada de Todos Santos, ya que, según la tradición mexicana, sus pétalos naranjas sirven como un camino que guía a las almas de los seres queridos que ya partieron. Aunque las flores suelen aparecer unas dos semanas antes de la celebración, los agricultores dedican meses de trabajo previo a la siembra, el riego y el cuidado de la planta.
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Don Teófilo contó a LSR Hidalgo que desde junio comenzó con la preparación de la tierra, pero que el trabajo inicia incluso un año antes, cuando guardan y secan las semillas para sembrarlas nuevamente. Explicó que una vez que la planta ha crecido unos 25 centímetros, la trasladan al terreno surqueado y la van colocando cuidadosamente. “De ahí va creciendo y a veces se le echa una fumigada para las bacterias, porque ya le entran bacterias a la planta. Y lleva tres riegos de hecho”, detalló, describiendo todo el proceso de siembra y mantenimiento que asegura la calidad del cempasúchil que adornará los altares de Todos Santos.
El campesino hidalguense dijo que en octubre comienzan a florecer las plantas y entre el 28 de octubre y el 1 de noviembre realizan el corte del cempasúchil para finalmente “mandarlos al mercado” o dejarlos en las parcelas para que compren los vecinos de la región.
“Es un poquito laborioso, pero pues es el trabajo del campesino” confesó y agregó que desde pequeño sus papás y abuelos le enseñaron a trabajar la tierra.
A veces solo se saca la inversión: don Teófilo
La yunta de bueyes para hacer los surcos, los químicos y aparatos para fumigar, las jornadas de los peones, la comida y las semillas son algunos de los gastos a los que se enfrentan los floricultores del Valle del Mezquital, además de dedicar tiempo y esfuerzo de su propia familia para que “se dé bien” el cultivo.
En una hectárea, don Teófilo calculó que la inversión fue de 50 mil pesos sin contar sus horas laborales de él y de su hijo, a quien le está enseñando la herencia familiar.
Pese a dicha inversión y esfuerzo, el floricultor de cempasúchil explicó que el precio del producto se basa en la oferta, ya que si muchas personas ofertan flor, el precio baja y a veces no recuperan ni el dinero inicial.
“Llevamos la flor y la vendemos al precio que se pueda… a veces alcanza para cubrir los gastos, pero depende del rendimiento que tenga la cosecha”, explicó don Teófilo. Señaló que además de él, son varios los productores que cultivan cempasúchil, y que el punto de venta entre su terreno y la carretera Actopan-Tula no atrae a muchos compradores, por lo que a veces debe desplazarse para comercializar la flor. Este año, don Teófilo decidió vender de forma directa su propia flor para evitar recibir un pago menor, por lo que mandó “rollos” de cempasúchil para el tianguis de Actopan y para la Central de Abastos de Pachuca, donde espera distribuir toda su cosecha para poder ganar más que el dinero invertido. El precio de la flor este año es de 200 pesos por “rollo”, de acuerdo con el monitoreo hecho por LSR Hidalgo, sin embargo, los clientes regatean a los productores en busca de un mejor precio.
“... de todos modos la tenemos que sacar a como me la paguen porque no más que se quede ahí la planta, se pierde más”, externó el experto en el campo y detalló que tan solo de los 12 jornaleros que contrató para la cosecha de la flor el gasto es de 24 mil pesos, ya que cada uno ganan 400 por día, del 28 de octubre al 1 de noviembre; más comidas, bebidas y transporte.
La situación del campo está muy difícil
Don Teófilo forma parte de los 154 mil 264 productores hidalguenses registrados en el Censo Agropecuario 2022 del INEGI, ya que además del cempasúchil, también siembra calabazas, ejotes, elotes y otras verduras.
El estudio sobre el campo hidalguense identificó los principales retos que enfrentan los campesinos: altos costos de insumos y servicios, caída de precios o disminución de ventas durante la pandemia, pérdida de fertilidad del suelo, escasez de mano de obra y, en muchos casos, que los propietarios son personas de edad avanzada o con problemas de salud.
En este año, libre de contingencias por covid-19, don Teófilo asegura que los apoyos del gobierno ante catástrofes o pérdidas de cosecha son prácticamente inexistentes, y lamenta que los precios de venta de sus productos rara vez reflejen el esfuerzo y la inversión que requiere su trabajo en el campo.
“Está muy difícil porque en Ciudad de México ya las cosas ya no se venden como antes… a veces no sacamos ni los gastos ni para pagarle a la gente ni nada. El campo está muy duro. A veces nos conformamos con sacar nuestra inversión nada más, pero no es negocio”, opinó de la situación que viven los agricultores en el país.
Don Teófilo sumó que siembran porque fue lo que se les enseñó de jóvenes y es a lo que se dedican desde hace 15 años: “... a veces ya nomás andamos aquí porque es nuestro trabajo, nos ha gustado siempre, pero así que yo no digo que no, a veces cuando Dios nos da pues sí nos queda un dinerito, pero cuando la cosa se pone canija, ya no nos queda ganancia, se saca la inversión nada más”.
En el mismo sentido agregó que la tecnología usada para eliminar las plagas es cara e inaccesible para varios de los campesinos y que ya no hay tantas personas que se dediquen a trabajar en el campo, “ya no hay gente que nos que trabaje porque sí es muy pesado”, dijo.
En Hidalgo, más de la mitad del suelo rural -área de mayor presencia en el estado- es usado para actividades agropecuarias, el total fue de 1.0 millones de hectáreas usadas para la cría de ganado y el cultivo de la tierra, esto representó el 51.5 por ciento del área rural, de acuerdo con el censo de INEGI.
Del total de tierras con vocación agropecuaria, 534 454 hectáreas fueron dedicadas a la siembra, principalmente de maíz, avena, cebada, jitomate, alfalfa, pasto, caña de azúcar, plátano, además de cultivos protegidos por invernadero como el chile, pepino y fresa.
La lluvia también causó estragos en su siembra
A consideración de don Teófilo, las lluvias y el exceso de agua en el Valle del Mezquital también causaron estragos en su campo de cempasúchil, ya que algunas plantas se marchitaron y llegaron nuevas plagas a todos los cultivos.
“La flor no está bien dada, esa mata debe estar todo verdecito, y esto (dijo al señalar hojas muertas) es lo que la gente no quiere porque ya está ya está echada a perder. (¿Y si llueve hoy?) Pues me arruinaría la flor un poco, ya no se debe mojar porque se va a pudrir más rápido por lo mojado”, aclaró.
Hoy enciende el altar para quienes le enseñaron del campo
“Le enciendo a mis abuelos, a mis papás, tíos, familia que convivió conmigo” contó sobre el altar que pondrá este viernes en su vivienda y recordó que fueron ellos los que le enseñaron a cultivar el cempasúchil que ahora sirve para adornar su ofrenda y el camino de llegada, “fueron ellos los que iniciaron y nosotros seguimos llevando la misma tradición y ahí anda mi hijo, con el tiempo a lo mejor ya uno no está, pues ellos se siguen quedando con esto del campo”.
Don Teófilo reflexionó sobre la importancia de la siembra del cempasúchil y la celebración del Día de Todos Santos para su familia, valores que le enseñaron desde joven. “Es una tradición de los papás de antes también, y así como yo la sigo, mi hijo al rato va a hacer lo mismo, poniendo la ofrenda para los fieles difuntos… y así se forma una cadenita que no se rompe”, compartió, recordando cómo la tierra y la memoria de los seres queridos se entrelazan de generación en generación.
sjl
