Mineral del Chico.— Historias de supervivencia, como la vez que un oso grizzli de dos metros irrumpió en un campamento en Canadá, hasta la pérdida de un compañero combatiente en Tulancingo, y la difícil tarea de consolar a habitantes de una localidad de Chile, que perdieron sus viviendas en un incendio forestal, son las historias de brigadistas de la Comisión Nacional Forestal (Conafor) en Hidalgo.
El grupo de combatientes hidalguenses se integra por 28 personas de diferentes edades, pero con el mismo espíritu combativo, de camaradería y apoyo, para preservar no solo los bosques de Hidalgo, sino también los de todo el mundo.
En entrevista con La Silla Rota Hidalgo, un grupo de brigadistas compartieron las vivencias desde la Torre de Vigilancia del Parque Nacional del Chico, desde donde vigilan que este pulmón del estado no sufra afectaciones por incendios.
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Eduardo García, de 49 años que tiene ha dedicado 20 a los trabajos del combate y prevención de incendios forestales en Hidalgo. Le ha tocado ser jefe de brigada en la Conafor. Desde pequeño tuvo cercanía con el bosque, creció en San Miguel Cerezo, municipio de Pachuca.
Hoy, asegura que este trabajo no es nada fácil. Hay bastantes detalles, preparación y cuidados que se deben de tener, pues de por medio está la vida y la de los demás compañeros. Ha combatido incendios no sólo en Hidalgo, sino a otros estados del país e incluso, en California, Estados Unidos, Canadá y, apenas hace tres meses, estuvo en Chile, donde vivió una experiencia que le enterneció el alma.
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La experiencia al sur del continente
De México salió una delegación de 300 combatientes de incendios a Chile, de los cuales 180 eran de la Confor (11 de Hidalgo) y 120 elementos del Ejército Mexicano. En esa visita, fueron de los primeros contingentes internacionales en ingresar a combatir el siniestro forestal que arrasó el centro-sur de ese país.
Fueron poco más de 200 incendios que devastaron 432,537 hectáreas de bosques y que dejó varias docenas de personas sin vida, miles de damnificados, pérdida de viviendas y patrimonio de los chilenos.
“Es algo sorprendente y difícil. Varios paisanos chilenos de una localidad llamada Asunción vieron cómo se quemaban sus casas, su patrimonio. Incluso hubo pérdidas humanas; nosotros pusimos nuestro mayor esfuerzo para abatir el fuego en los 30 días que estuvimos allá”, dijo Eduardo.
La experiencia más difícil para Eduardo no fue combatir los incendios en Chile, sino consolar a algunos pobladores, quienes perdieron sus casas y patrimonio que con muchos años de esfuerzo obtuvieron y, en cuestión de minutos, se perdió.
“Me tocó convivir con algunos de ellos (habitantes) y pues no tenían casa. Nosotros llegamos y nos presentábamos, les decíamos que veníamos de México… muchos llegaban, nos abrazaban y lloraban… es algo que, de veras, se siente un escalofrío en todo el cuerpo. Intentamos consolarlos, diciéndoles que primero es la vida y que los bienes materiales van y vienen”, compartió.
Al llegar a Chile en febrero pasado, fueron advertidos por otros brigadistas de los riesgos que se pueden encontrar en este espacio: es una zona de muchos pumas. Aunque no vieron ninguno, les advirtieron que tuvieran cuidado, pues con el fuego, estos felinos se repliegan y podrían encontrarlos en el camino y sufrir algún ataque.
Además, la zona boscosa chilena es similar a la que hay en Hidalgo. Aunque hay más arboles de eucalipto y de zarzamoras. Estos últimos, sus ramas, resultaron un reto para los brigadistas mexicanos, quienes tenían que usar motosierras, es algo similar: los mismos riesgos que se corren allá, también los corres acá.
La familia se queda preocupada
Eduardo tiene una esposa y tres hijas. Aunque ya están acostumbras a que tiene un trabajo riesgoso y que en ocasiones lo llevan a estar meses fuera de su casa, aún así se quedan preocupadas.
“Afortunadamente nunca he tenido un accidente, pero sí compañero. Cuando fuimos a combatir un incendio a Nuevo León, yo era el jefe de brigada, ahí a un compañero le cayó una roca. A mí me tocó cargarlo para bajarlo hasta carretera para que se lo llevara la ambulancia… desafortunadamente, es algo que queremos evitar, pero los accidentes siempre pasan”, dijo.
Cargar la mochila, una prueba de fuego
La preparación como brigadista de incendios forestales es constante. Físicamente, cada uno de los elementos sale a caminar y correr, además de que toman cursos técnicos para el uso de herramientas.
Específicamente, existe una prueba llamada “de la mochila” que consiste en recorrer 4.8 kilómetros con todos los instrumentos de trabajo e insumos que llevarían para sofocar un incendio forestal. Más o menos, esa prueba la tiene que hacer en un tiempo de 45 minutos.
“También corremos 2.5 kilómetros en 10 minutos, nos hacen pruebas de GPS y de Marck 3… día con día nos preparamos. También, mentalmente tenemos que estar bien. Sabemos que vamos a dejar la familia y tratamos de dejar los asuntos del hogar en el hogar, pues es riesgoso ir a combatir un incendio si vamos con un problema de la casa, se nos pueden convertir en un doble riesgo”, expresó.
Su encuentro con un oso de 2 metros en Canadá
En 2017, una misión en los bosques de Ontario, Canadá, una cuadrilla de brigadistas mexicanos se encontraba tranquilamente en “la hora del lonche” cuando, de momento, a la distancia se percató de la presencia de un oso grizzli de dos metros de altura.
“Estaba muy grande y como que se presentó ante nosotros levantándose… en verdad estaba enorme. Iba con sus dos crías, yo creo que por eso se puso muy bravo, pero, sí es algo sorprendente, aquí en Hidalgo no hemos visto”, dijo Eduardo.
Lo recomendable en estos casos es no correr, pues el animal podría atacarlos. Lo que hicieron los brigadistas fue tratar de llegar, lenta y cuidadosamente, hacia las camionetas y encerrarse.
“Las unidades no estaban muy lejos, así que el objetivo era llegar lo más pronto posible y sin alarmar al oso, para meternos… no más nos espantó, pues hizo que venía en trote por nosotros, pero, al final se desvió y siguió su camino, sí tuvimos miedo”, contó Eduardo García.
En ese país, pero en 2021, también tuvieron una experiencia con otro oso. Este llegaba por la noche al campamento en busca de comida. Lo que hacían para ahuyentarlo era mucho ruido.
“Yo creo que el oso ya estaba acostumbrado a la presencia humana, pues pese a que hicimos mucho ruido, ahí lo teníamos en el campamento y no se iba. Estuvimos ahí, como ‘combatientes dos’, que se dedican a hacer liquidación de incendios, aunque cuando nos agarraban confianza los canadienses, nos subían a combatir en línea o la punta de la lumbre de los incendios forestales”, contó.
El equipo pesa hasta 16 kilogramos
Juan Carlos Mata Amador, combatiente de 29 años de edad, es originario de la comunidad de Ciénaga Larga, Mineral del Chico. Sin embargo, trabaja en el campamento de Tulancingo.
Él es uno de los brigadistas nuevos de la Conafor, lleva 5 años y seis meses en el grupo. Pese a tener muy poco tiempo, le han tocado experiencias difíciles, como sortear llamaradas que pusieron en riesgo su vida, hasta el deceso de un compañero bombero.
El brigadista enlistó que las botas de piel, pantalón y camisa de algodón, casco, goggles, máscaras y guantes son la vestimenta de trabajo que usan para combatir el fuego. Sin embargo, a esto se agregan una mochila que puede llegar a pesar hasta 16 kilos.
“En nuestra mochila tenemos que llevar víveres, comida enlatada y hasta ropa, como una sudadera, porque nos ha tocado quedarnos arriba del cerro, en la línea de combate, y pues tenemos que descansar y, a veces, llega a hacer frío”, comentó.
Cuando combaten incendios pequeños, la mochila pesa alrededor de 8 kilogramos, pues empacan tres o cuatro litros de agua, latas de atunes, galletas y otros insumos personales.
Sin embargo, cuando van a combatir incendios grandes, la mochila puede llegar a pesar el doble, es decir, 16 kilogramos, ya que aprovechan al máximo su espacio para llevar, por lo menos 10 litros de agua, una coca cola, electrolitos, galletas y latas de atunes.
Un accidente fatal
Como regla primordial, en un incendio se tiene que salvaguardar la seguridad de uno y de todos los compañeros. Sin embargo, a veces los pequeños descuidos pueden derivar en tragedias, como la que le ocurrió a un bombero en Tulancingo.
El bombero Víctor Hugo Hernández González, de 46 años de edad, murió en abril de 2020 luego de resbalar en un acantilado de 20 metros en el cerro de Napateco, Tulancingo, mientras trabajaba junto con otros brigadistas limpiando riscos para evitar que se expandiera un incendio forestal.
En esa ocasión, Juan Carlos estaba combatiendo el incendio junto con el bombero… “no pudimos hacer nada por él”, dijo quien recuerda con tristeza ese capítulo de su experiencia como brigadista.
¿Qué pasa por tu mente cuando estas combatiendo un incendio?
“Al final de cuentas, tenemos que tener la mente muy fría, muy cerrada, no pensar en otras cosas, yo creo que ni pensar en la familia. Hay que pensar en el trabajo, lo que estamos realizando, porque si nos enfocamos en otras cosas, ponemos en riesgo nuestra vida y la de los demás compañeros, ya que nos ponemos un poquito más nerviosos e inseguros”, respondió.
Juan Carlos tiene esposa. Ella se siente orgullosa del trabajo que hace, pues le ha comentado que es admirable ver cómo ayuda a preservar la naturaleza. Sin embargo, a veces es complicado para ella, pues, debido a que los mandan a otros lados, pueden demorándose en regresar hasta tres meses.
“Me ha tocado ir a Chile, Canadá y Estados Unidos. A Canadá he ido dos veces, en 2018 y 2021, fuimos a Ontario, ahí son Islas y pues es muy diferente a Hidalgo; también en California (EUA), los incendios son extremos, pero, afortunadamente hemos regresamos con bien”, dijo.
El 90 por ciento de los incendios son causados por las personas
De acuerdo con los brigadistas de la Conafor, el 90 por ciento de los incendios forestales son causados por manos humanas: desde fogatas mal apagadas, quemas de cultivos “que se salen de control” y de basura.
“Lamentablemente, cuando hacen fogatas en los bosques, la gente cree que echándole agua la apagaran, pero no es así. Quizá la flama sí, pero debajo de las brasas sigue la fuente de calor que con el roce del viento puede llegar a revivir y con una chispita que llegue al combustible (hojas secas) ahí se empieza el incendio. Es recomendable, mejor taparlo con tierra y con piedras para que quede mejor”, explicó el brigadista Juan Carlos.
Otro factor son las quemas agrícolas. Muchos de ellos no tienen noción de cómo hacerla y, al menor descuido se les sale de control. Por ello, pidió a la ciudadanía en general que, si no tienen la noción de hacer una pequeña quema en los terrenos, se acerquen a la Conafor.
Más de 250 incendios combatidos en 27 años
Abimael Barrera Cortés, de 65 años de edad, es uno de los brigadistas más añejos de la Conafor en Hidalgo. Lleva 27 años de servicio en Tulancingo, y está próximo a jubilarse y darle paso a nuevas generaciones.
Antes de ser brigadista, Abimael trabajaba en fábricas y en la construcción. Sin embargo, en 1993 ingresó a la Conafor, dando un servicio permanente en el combate de incendios forestales en México y en el extranjero.
En su larga carrera, asegura que ha combatido más de 250 incendios forestales en todo el país y en el mundo. En el extranjero apoyo a las labores para sofocar un siniestro en Canadá.
“El año de 1998 fue más complicado en cuanto al combate de incendio forestales en todo México. A mí me tocó apoyar en la región de Tulancingo. Recuerdo que fue muy complejo ya que hubo fuertes viento que hicieron que se complicara nuestro trabajo”, dijo.
Abimael recuerda que le tocaba empezar la jornada desde las cinco de la mañana y regresaban al campamento a descansar hasta las 23:00 de la noche.
“En todos estos años me ha tocado incendios pequeños y grandes de hasta 20 hectáreas de propagación. El incendio forestal más grande que me tocó fue en Ensenada, Baja California, donde desaparecieron muchas hectáreas de bosque”, dijo.
De acuerdo con el registro más reciente de incendios forestales, del 1 de enero al 1 de junio de 2023, se han registrado en Hidalgo 99 siniestros que han consumido un total de mil 339.40 hectáreas en todo el estado.
Estos incendios forestales han consumido 40.97 hectáreas de arbolado adulto; 42.57 hectáreas de arbolado de renuevo; mil 46.61 hectáreas de material arbustivo; 169.56 hectáreas de herbáceo y 39.69 de hojarasca.
sjl