El pasado domingo 9 de marzo, el Zócalo de la Ciudad de México se convirtió en el escenario de un evento que, a primera vista, podría parecer un oxímoron en el contexto político actual: gobernadores de oposición respaldando a la presidenta Claudia Sheinbaum. Este fenómeno no solo es digno de análisis, sino que también refleja un cambio en la dinámica política del país que merece ser explorado.
En un país donde la polarización política ha sido la norma, la presencia de gobernadores de oposición en un evento que apoya a la administración federal es un indicativo de que las alianzas pueden ser más fluidas de lo que se pensaba. Entre los asistentes se encontraban figuras como la gobernadora de Aguascalientes emanda del PAN, María Teresa Jiménez, el gobernador de Jalisco, Pablo Lemus de MC, los priistas Manolo Jiménez y Esteban Villegas, mandatarios de Coahuila y Durango; Así mismo la presidenta saludó al panista Mauricio Kuri y al emecista Samuel García, titulares el ejecutivo en Querétaro y Nuevo León respectivamente, quienes a pesar de sus diferencias ideológicas con el partido en el poder, decidieron unirse en un momento crucial para la política nacional.
Este respaldo no es sólo simbólico; es un reflejo de la necesidad de colaboración en un contexto donde los desafíos son comunes. La pandemia, la inseguridad y la crisis económica son problemas que trascienden las fronteras partidistas. Según datos del INEGI, el 70% de los mexicanos considera que la colaboración entre diferentes niveles de gobierno es esencial para enfrentar los retos actuales. Este respaldo podría ser interpretado como un intento de construir puentes en lugar de muros.
Además, es importante considerar el impacto que este tipo de alianzas puede tener en la percepción pública. Un estudio reciente de la encuestadora Mitofsky, reveló que el 65% de los ciudadanos apoya la idea de que los gobernadores trabajen en conjunto, independientemente de su afiliación política. Este respaldo a Sheinbaum podría ser visto como un intento de los gobernadores de alinearse con una figura que, a pesar de las críticas, ha mantenido una popularidad considerable en el electorado.
Sin embargo, no todo es color de rosa. Este apoyo también puede ser interpretado como una estrategia política. En un año electoral, donde las elecciones intermedias se acercan, los gobernadores de oposición podrían estar buscando posicionarse favorablemente ante sus electores, mostrando que están dispuestos a colaborar por el bien del país, a pesar de las diferencias. La política, después de todo, es un juego de estrategias y percepciones.
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En conclusión, el respaldo de gobernadores de oposición a Claudia Sheinbaum en la Asamblea Informativa del Zócalo, es un fenómeno que merece atención. No sólo refleja un cambio en la dinámica política, sino que también plantea preguntas sobre el futuro de la colaboración intergubernamental en México. En un país donde la polarización ha sido la norma, este tipo de alianzas podría ser el primer paso hacia un nuevo horizonte político, donde el diálogo y la cooperación, sean la clave para enfrentar los desafíos que nos atañen a todos. La política, al final del día, es un reflejo de la sociedad, y si los líderes están dispuestos a trabajar juntos, quizás los ciudadanos también estén listos para dejar atrás las divisiones.
Octavio Magaña Soto, columnista LSR Hidalgo. X: @tavomaganamx