IXMIQUILPAN.- Mediante un podcast, el experto paranormal y creador de contenido en YouTube, Uriel Reyes, narró la macabra historia de un taxista anónimo originario de la Ciudad de México, que, sin querer, en un largo viaje que le pidió una pareja bastante extraña descubrió una secta de brujos que probablemente existe en el municipio Ixmiquilpan, en el estado de Hidalgo, hecho que aseveró lo hizo sentir aterrado, y al saber lo que se le había atravesado, decidió salir de inmediato de la entidad.
A través de su podcast “Relatos de la noche” y mediante una serie de publicaciones en su cuenta oficial de red social Twitter, Uriel Reyes explicó que el taxista conoció a las misteriosas personas en la terminal dos del aeropuerto internacional de la Ciudad de México (AICM), donde le pidieron un viaje urgente y rápido.
La pareja le comentó que su vuelo se había retrasado y por lo que dijeron que acudirían tarde a una importante reunión que tenían, y aunque llevaban su documentación en regla con lo que se ahorraron un poco de tiempo, aún así le pidieron que condujera rápido a lo que dijeron su destino: Ixmiquilpan, en el estado de Hidalgo.
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Al escuchar la localidad, el taxista creyó que se trataba de una visita a la zona de los balnearios, pero aún así le explicó a sus extraños clientes que si era en la zona urbana era un precio por el viaje y si debía llegar a terracería era más, a lo que las personas le aseveraron que el dinero no era problema e incluso prometieron una propina de 500 pesos.
Ya en el vehículo de alquiler, la pareja no dejaba de comentar que iba retrasada, por lo que el chofer optó por no hacer conversación y en su lugar solo aceleró su vehículo, tras lo cual y en algunas horas llegó a Ixmiquilpan, donde pasó la zona de balnearios, pero la pareja indicó que el destino era un cerro.
El taxista les dijo que debía realizar una parada en una estación gasolinera para cargar combustible, pues sus niveles estaban bajos y dijo al experto paranormal Uriel Reyes que nunca le ha gustado conducir vacío; sin embargo, los individuos le impidieron repostar y le comentaron que mejor pasara de regreso.
¿Una casa en medio de la nada?
Luego de unos minutos de conducción más, el taxista originario de la Ciudad de México y sus pasajeros llegaron hasta las orillas de un cerro, donde el chofer notó una inmensa casa en medio de la nada, y además de la cual afuera había lujosos carros estacionados, pero no pensó más en ello y al detener su marcha se bajó apresurado para descargar el equipaje.
Sin embargo, durante esa tarea un ruido extraño distrajo al trabajador del volante, pues escuchó a lo lejos unos cánticos, pero nuevamente no prestó mucha atención al creer que se trataba de una fiesta regional típica de Ixmiquilpan; una vez recibido el pago, el hombre decidió regresar no sin antes pasar a la gasolinera.
La estación de servicio se encuentra dentro del área urbana del municipio, pero lo suficientemente cerca del cerro hasta el que había llevado a la pareja; frente a la bomba para cargar gasolina el despachador le comentó: “Ya empezaron los brujos, ¿verdad?”, pero el taxista solo se confundió al no saber a qué se refería.
El empleado de la gasolinera le explicó que los pasajeros a los que llevó a la casona eran unos brujos, pero el taxista solo sonrió y dijo no creer en eso; a lo que el despachador le dijo que esperara unos 20 minutos y retó a su receptor a mantener la risa tras lo que vería aquella noche en Ixmiquilpan.
Aunque el chofer estaba cansado, aceptó la invitación y se estacionó en una bomba desactivada de la gasolinera, donde esperó mientras tomaba café y escuchaba música; tras el tiempo prometido, el joven tocó a la ventana del taxi y le dijo a su ocupante que saliera rápido para ver lo que pasaba.
Unas bolas de fuego que volaban y bajaban del cerro hasta la casona
Al descender del taxi, el conductor sintió mucho frío, pero ello no lo detuvo y trató de seguir el dedo con el que el empleado de la estación de servicio apuntaba alguna situación, pero el hombre de la historia creía que se trataba de un suceso que se cree pasa, pero en realidad no existe nada que lo compruebe.
Aunque su pensamiento terminó rápido, pues a la distancia pudo contemplar lo que describió al experto paranormal Uriel Reyes como unas enormes bolas de fuego que bajaban por el cerro y llegaban cerca de la casona a la que dejó a sus clientes desde el aeropuerto de la CDMX: “Volaban y daban vuelta mientras bajaban”.
Por lo que vieron sus ojos, el taxista quedó sorprendido y aterrado, más aún porque su nuevo amigo parecía no alarmarse y en su lugar se le veía tranquilo, a lo que le preguntó que si no le daba miedo, pero el despachador de gasolina le dijo que estaba protegido y le mostró un collar; pero el chofer le aseveró que él no y rápidamente trató de salir de Ixmiquilpan.
cem