Pachuca.— El trabajo de 25 años de José Antonio Reyes Gayoso fusiona la maestría artesanal con la innovación tecnológica. El artesano ha manteniendo la calidad distintiva de los productos textiles de la región del Valle de Tulancingo, una herencia familiar que ha reinventado y que continua con cada hilo tejido para crear chales, chalinas, rebozos, capas y gabanes.
José Antonio es originarios de Tulancingo y pertenece a la cuarta generación de textileros, camino que iniciaron sus bisabuelos y que continuaron sus padres, Martha Gayoso Valderrama y José Esteba Reyes Romero. Un negocio familiar que prevalece como un compromiso, ahora de la mano con su hijo, quien ha introducido diseños modernos sin sacrificar la esencia y la autenticidad de las creaciones textiles.
“Mi abuelo fue trabajador de fábrica al igual que mi padre, pero la idea de iniciar un negocio propio fue de mi papá, él nos decía que no quería nadie nos mandara, así comenzó este proyecto familiar en el que mis hermanos y yo hemos seguido preparándonos con conocimientos textiles; un hermano es ingeniero textil, otro tiene estudios en procesos de producción y yo que me dedico a la venta”.
Las técnicas empleadas por la marca MAYES para fabricar chalinas, chales, rebozos, capas y gabanes son el tejido de punto con máquinas rectilíneas y el tejido plano con telares industriales, producción que se comercializa a todas las partes de la república donde se solicita y así como en plazas establecidas en Tlaxcala, Chiconcuac, Toluca, Estado y Ciudad de México y Tulancingo.
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El Día de las Madre, la celebración a las maestras y la temporada de invierno, comparte, son los periodos de mayor venta durante en el año. “Tenía cuatro años que no se sentía un frío como el de estas semanas, eso ha favorecido a las ventas y como vemos los cambios de clima quizá se extienda hasta enero y eso sería un aporte a la economía, porque la pandemia dejó un rezago muy fuerte que impactó a todo el país dejando un gasto importante del que aún seguimos recuperándonos”.
Una industria cambiante
Algunas limitantes del oficio, señala, son el cambio en el precio del hilo, por lo cual la producción se encarece, y que al ser un producto diseñado para el frío los tiempos de mayor venta se reducen, no obstante, la Plaza del Vestido en Tulancingo, al contar con buen flujo de gente, facilita acercar la producción a nuevos clientes.
“La gente en Tulancingo es emprendedora, merecemos que volteen a ver los productos que se hacen aquí, porque hay calidad. Recordemos que en la historia Tulancingo fue el primer centro textil lanero a nivel república con más de cinco fábricas y eso nos hizo merecedoras a un reconocimiento, aunado al trabajo ganadero y en otros rubros”.
sjl