Pachuca.— “Es muy común el regateo. Llegan y te dicen ‘¿cuánto es lo menos?, te doy tanto, bájale'; en sí, ellos no saben lo que cuesta hacer un dibujo así en una artesanía. No es tan sencillo, pese a que hay piezas pequeñas, para pintarlas, uno se lleva su tiempo, se cansa uno, por eso pedimos que valoren lo que hacemos, porque lo hacemos con el corazón”.
Así lo expresó Juan Manuel Santos Hernández, indígena náhuatl de la sierra alta de Guerrero, quien, con tan solo 27 años de edad, crea artesanías únicas decoradas con pintura de colores de acrílico y barniz sobre piezas de barro, las cuales vende en ferias artesanales a las que va.
En el festival artesanal Hasta los Huesos, que se realizó en la Plaza Independencia de Pachuca, José Manuel brindó una entrevista con La Silla Rota Hidalgo en donde compartió la preocupación que muchos artesanos en todo el mundo viven día con día. Él, para no irse sin vender, ha tenido que ceder a los regateadores.
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José Manuel tiene 27 años de edad y viene de un pueblito llamado San Agustín Oapan, municipio de Tepecoacuilco de Trujano, en el Estado de Guerrero. Se ubica entre las municipalidades de Chilpancingo e Iguala. Es una comunidad indígena náhuatl.
“Si es común que nos regateen, ha habido una que otra persona que te insiste e insiste, pero también hay otras que te reconocen el trabajo, te dicen que es muy bonito y que no es para regatear. Me dan lo justo, lo que pido, tampoco nos podemos aprovechar porque reconocen el trabajo, pedimos lo justo. Porque ya ve que luego hay muchas personas que te regatean y eso es muy común”, indicó.
Desde los 17 años aprendió el arte de sus padres
Pese a que desde pequeño veía como realizaban el arte del pintado a mano del barro, fue hasta los 17 años de edad que José Manuel se metió de lleno a realizar el decorado. Con paciencia y dedicación, fue creando obras de arte, con pintura acrílica y barnizado.
“La decoración en barro lo trabajamos en diferentes modelitos en barro. Desde que era pequeño veía a mi familia cómo trabajan y desde ahí uno se da la idea de la figura y de lo que uno va a plasmar, lo que tiene en la mente. Lo que más me gusta son los colores, lo mexicano, cómo se ven vivas las piezas”, dijo.
Los precios equivalen al esfuerzo
José Manuel vende cráneos de barro, “tamaño real”, totalmente pintados a mano. Estos los da en 400 pesos. Sin embargo, para su elaboración se llega a tardar hasta una semana, por eso pide a las personas que valoren lo que hace, pues también, llega a mermar su salud en hacerlo, sobre todo su vista. También, vende pequeñas artesanías en 40 pesos.
“No llevo mucho tiempo en esto, pero ha habido dos o tres personas que han solicitado de mi trabajo para pintarles artísticamente un mueble, una barda y hasta la fachada de sus casas. Esto lo he hecho en Cuernavaca”, dijo.
A veces sí se vende, a veces no
José Manuel comenta que la venta de las artesanías es variable: “a veces sí, a veces no, le vamos batallando”, dice. Sin embargo, él y su familia no se desaniman, pues saben que es un trabajo que les apasiona y les llena de alegría.
“No es tan sencillo, sí, pero le digo, le vamos echando las ganas. Hay lugares donde no la armas, pero hay otros donde sí vendes y sale tu producto. Aquí en Pachuca nos ha ido más o menos. Yo nunca había venido a trabajar a Pachuca”, comentó.
Su familia está bien tras huracán Otis
Tras el paso del huracán Otis, en la costa grande de Guerrero, José Manuel dijo que “gracias a Dios el huracán no llegó a destrozar todo como en Acapulco. De donde vivo a la costa está retirado, así que no hubo afectaciones y mi familia está bien. Solo hubo lluvias y creció el río”, dijo.
Por un día, dijo, no tuvo comunicación con su familia. Anduvo preocupado. Sin embargo, se restableció la señal telefónica “y nos dijeron que están bien, gracias a Dios, mi esposa y mis hijos y demás familia”, dijo.
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