TURISMO

No creerás en lo que se convirtió esta antigua fábrica en San Miguel de Allende

Donde antes tronaban turbinas y telar, hoy se abren puertas a galerías, talleres y cafés: la exfábrica La Aurora cambió el ruido del algodón por el murmullo del arte

Escrito en GUANAJUATO el

San Miguel de Allende, Guanajuato.- San Miguel de Allende no solo preserva casonas y templos; también recicló un coloso industrial. La Fábrica La Aurora, que operó como planta textil por casi nueve décadas, cerró definitivamente el 9 de abril de 1991 tras una lenta agonía marcada por la caída de la producción de algodón y el fin de su autosuficiencia hidroeléctrica. Ese mismo corazón técnico —turbinas, conducciones, cicatrices en los muros— dejó huella para contar la historia de una ciudad que pasó de la manufactura al arte.  

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El salto de fábrica a espacio cultural llegó en 2004

Bajo el impulso de la familia Garay y de creadores como Christopher Fallon, Mary Rapp, Merry Calderoni y DeWayne Youts, los primeros talleres abrieron paso a un ecosistema de galerías, estudios y tiendas de diseño. La narrativa oficial de La Aurora lo resume simple: “lo que fuera una fábrica textil, hoy alberga lienzos, esculturas y productos artesanales”. Es una reconversión con respeto: la piel industrial sigue visible y se integra a la experiencia.  

¿Museo?

Más bien un centro de arte y diseño con vocación viva: más de una veintena de galerías y estudios en un mismo conjunto, donde se exponen y venden obras contemporáneas de artistas locales y extranjeros. Entre los nombres ligados al lugar figuran, además de los fundadores, autores como Peter Leventhal, Juan Ezcurdia, Ricardo García y Santiago Corral; la propia web y el directorio confirman esa mezcla de residentes y espacios curatoriales. La museografía histórica convive con el taller abierto: a veces el público ve a los artistas trabajar, a veces topa maquinaria antigua como pieza de memoria.  

La fábrica nació a comienzos del siglo XX (la colonia obrera “Aurora” se inauguró en 1903) y transformó, durante décadas, pacas de algodón en hilo y manta que se vendía en todo el país. El cierre de 1991 condensó problemas de agua y competencia exterior; hoy esas mismas instalaciones industriales se visitan para otro tipo de producción: la simbólica. La documentación local ofrece el trazo técnico del pasado —presas, tuberías, turbinas— que aún puede recorrerse entre patios y naves recuperadas.  

Además de recorrer galerías, una apuesta segura es el Art Walk: la caminata artística que, el primer sábado de cada mes, enciende inauguraciones, música y convivencia entre artistas y visitantes. Es la cara más festiva de una reconversión que ya es ritual en San Miguel.  

Ubicación, horarios y costos. 

La Aurora está a 10–15 minutos a pie del Jardín Principal. La dirección oficial es Calzada de la Aurora s/n, San Miguel de Allende, Gto. Abre todos los días: de lunes a sábado de 10:00 a 18:00 y domingos de 10:00 a 17:00. La entrada es libre; cada galería maneja su propia programación y venta. Hay restaurantes y café dentro del complejo.  

Qué hacer hoy en La Aurora. Caminar sin prisa por las naves; entrar a los estudios-galería; conversar con artistas; ver cómo la arquitectura industrial dialoga con pintura, escultura, vidrio, gráfica y muebles de autor; rematar con café o comida en los locales del recinto. La experiencia funciona para quien colecciona, para quien curiosea y para quien solo quiere mirar cómo una ciudad reescribe su pasado fabril en clave creativa.  

Por qué importa. La exfábrica La Aurora es un caso ejemplar de reciclaje patrimonial: no maquilla la memoria industrial, la integra. Conserva cicatrices, cita a sus antiguos oficios y, a la vez, produce economía, circulación cultural y sentido de lugar. Eso, en una ciudad Patrimonio Mundial, no es un capricho: es una forma de contar quiénes fuimos, quiénes somos y qué podemos crear a partir de los restos de una era.

 

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