El golf es un deporte muy selecto, no hay duda. Aun cuando parecería que la práctica de dicho juego está muy alejada del resto de los mortales, no es así. Cada vez se ve que el elegante pasatiempo, lo practican más y más mujeres y hombres, por supuesto que también el crecimiento exponencial de dicho deporte está presente en la televisión de paga, con canal exclusivo para los amantes del golf.
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De acuerdo con los expertos golfistas, uno de los estilos de golpeo más socorridos cuando se trata de un golpe a larga distancia, tanto desde el tee como desde el fairway o la calle, es el drive. Es el mejor para acercar la bola lo máximo posible al green. Y cuando dicho golpe de drive viene acompañado de otro gran golpe, que pretende obtener el mismo efecto de larga distancia para generar confianza de los jugadores, el fraude se perfecciona.
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Este nuevo golpe, me refiero al fraude dentro de los campos de golf, es el palo ideal de profesionales, de uno de los delitos de cuello blanco, más utilizado por hombres y mujeres que se dedican a emplear el golpe de salida para arrancar el juego, pero también para colocar estratégicamente sus mejores jugadas, en aras de defraudar a personas de buena fe que son engañadas por maestros criminales.
Y cuando estos profesionales del fraude son admitidos en los exclusivos clubes deportivos que ofrecen campos de golf de primer mundo, como es el caso, de uno de los clubes del norte de la ciudad en León, Guanajuato. El golpeo de la pelota es muy diferente, dependiendo del nivel de engaño de la pareja o matrimonio que a la par del golf, en el tenis practican sus mejores saques o servicios, para que el golpe de derecha o drive sean exactos.
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Este es el caso de Jorge y Fany, una pareja o matrimonio provenientes del Estado de México, que hace unos cuantos años llegaron a nuestra ciudad y planearon cuidadosamente llevar a cabo sus mejores golpes de tenis, trasladando los drive hasta el campo de golf, ya que se trataba de un golpe bien calculado a larga distancia.
Aprovechando la cálida recepción de la gente de León, fueron bien acogidos por sus pares, socios del club, socializando con hombres y mujeres que practicaban el deporte blanco y el golf. La pareja primero rentó vivienda en el fraccionamiento La Campiña e inscribió a sus tres hijos, en el Colegio Británico.
Una vez bien instalados y generando total confianza a los leoneses, Jorge y Fany se presentaron ante tenistas y golfistas como gente seria y exitosa, donde el “caballero” y cabeza de familia, era un empresario financiero y de microcréditos, con empresas debidamente constituidas y permisos en la CNBV, supuestamente posicionadas en el mercado financiero, Proflujo, Acuerdo B y Logra Capital.
Fany, promovía a su pareja con señoras que jugaban tenis y Jorge, inició sus primeros saques y golpes, en un grupo de golf, llamado Monsters, donde hay empresarios, profesionistas y comerciantes. Ambos presumían de las bondades de las empresas en las que Jorge era socio, ofreciendo rendimientos del 3% mensual y 36% anual.
La confianza se fue construyendo lentamente, pero con pasos firmes al entregar a sus víctimas las ganancias de los intereses prometidos, siempre y cuando iniciaran operaciones con mínimo, 100 mil pesos. Se firmaba un contrato de servicios financieros, con un supuesto representante legal que no era Jorge, sino, un tal Ricardo, quien firmaba dichos instrumentos.
El esquema terminó siendo el conocido fraude piramidal, donde Jorge y Fany, fueron generando tal confianza que lograron meter a más de 30 personas, con aportaciones desde los 100 mil pesos, hasta 2 millones. Cuando se trataba de recibir dinero en efectivo, Jorge citaba a sus víctimas en su casa, en el mismo club o bien, en algún café. Si era vía transferencia electrónica, se hacían los depósitos a alguna de las empresas.
Hoy en día, el fraude asciende a más de 20 millones de pesos, desapareciendo del club los ilustres defraudadores y por supuesto, dejando de pagar los rendimientos desde el 23 de julio del año pasado y claro está, el capital perdido y sin retorno. Mientras, se les puede ver en redes sociales, disfrutando de grandes viajes por Estados Unidos esquiando, en varias playas del país y presumiendo sus autos nuevos.
Sería muy bueno y oportuno, que los clubes deportivos y sociales en verdad realicen serias investigaciones de gente que pretende acceder a sus instalaciones como socios, ya que, como le comenté la semana pasada, nadie está exento del crimen organizado. Hay que denunciar penalmente a estos criminales.
¿No cree usted?
Dr. Carlos Díaz Abrego