Irapuato, Guanajuato.- La postal más icónica de la Presa de la Purísima —el templo hundido frente al antiguo pueblo de El Zangarro, entre Irapuato y Guanajuato capital— cambió para siempre. En días recientes, luego de lluvias intensas y el aumento del embalse, colapsó la cúpula de la estructura. Medios locales documentaron que el derrumbe se apreció desde la orilla por escombros y madera a la deriva; autoridades reforzaron vigilancia en la zona y no han anunciado aún medidas de conservación.
El edificio se conoce popularmente como templo de la Virgen de los Dolores. Su construcción se ubica a finales del siglo XIX —muchas crónicas citan 1898— con una mezcla de rasgos neoclásicos y barrocos. Fue el corazón religioso y civil de El Zangarro, comunidad con importancia administrativa en la región.
Te podría interesar
La historia del templo está atada a la historia hidráulica del Bajío. Tras las inundaciones de 1973, el gobierno federal decidió construir la Presa de la Purísima; en 1979 el agua cubrió 1,200 hectáreas y obligó a reubicar a los habitantes. El Zangarro renació en tierras cercanas —como Purísima del Progreso y El Refugio—, pero la iglesia quedó bajo el embalse y con las sequías volvió a emerger cíclicamente.
Durante décadas, el templo fue atractivo de turismo de aventura: en estiaje podía recorrerse a pie y, con niveles medios, se visitaba en kayak. Las imágenes de sus arcos interiores y la cúpula asomando sobre el agua convirtieron al lugar en símbolo visual del Bajío. Hoy, tras el colapso, esa silueta ha desaparecido.
La memoria local abunda en relatos. Uno de los más difundidos cuenta que la imagen de la Virgen de los Dolores se quedó “por voluntad” dentro del templo al inundarse; sin embargo, no hay evidencia histórica de que permaneciera allí. También circulan narraciones de hallazgos de objetos litúrgicos recuperados por habitantes y pescadores con el paso de los años. Son historias que forman parte del tejido cultural, pero deben leerse como tradición oral.
No todo lo publicado sobre el templo es consistente. Algunas guías turísticas lo nombran equivocadamente “San José de los Llanitos”, quizá por confusiones con otras iglesias sumergidas en México.
El derrumbe de la cúpula evidencia el deterioro acelerado por décadas de ciclos de inmersión y exposición, humedad, viento y visitas sin control. Prestadores de servicios han señalado que los recorridos podrían continuar con “medidas extremas de seguridad”, pero la prioridad ahora es evaluar riesgos y preservar lo que queda.
Cronología
• Siglo XIX: se levanta el templo de la Virgen de los Dolores en El Zangarro; su fachada mezcla elementos neoclásicos y barrocos.
• 1973–1979: tras graves inundaciones, se construye la Presa de la Purísima; el pueblo es reubicado y el templo queda bajo el agua.
• 2021–2024: las sequías permiten visitas a pie; el sitio gana popularidad en fotografías y tours en kayak.
• Oct 2025: tras lluvias recientes, colapsa la cúpula; autoridades refuerzan vigilancia.
Propiedad, custodia y comunidad
El inmueble pertenece a la Iglesia católica en su advocación histórica; el terreno quedó dentro del vaso de la presa administrado por la federación. La vida comunitaria se trasladó a las localidades reubicadas, que conservan el nombre de El Zangarro y mantienen viva la memoria del templo con fotografías y testimonios familiares.
Datos y curiosidades
• El templo se convirtió en escenario de bodas y celebraciones durante el siglo XX; hoy es un laboratorio involuntario de cómo el agua transforma la piedra.
• La postal clásica —cúpula y muros emergiendo— será, desde ahora, un documento histórico. El interior, con arcos parcialmente colapsados, ha sido una de las vistas más difundidas en redes y prensa de viajes.
• La experiencia turística más segura y regulada ha sido el kayak guiado; en temporada de estiaje se caminaba entre lodo y restos. Con el colapso, operadores y autoridades deberán revaluar rutas y accesos.
¿Qué sigue?
Especialistas consultados por la prensa local plantean inspecciones y monitoreo ante riesgos de nuevos desprendimientos. Para la comunidad y el turismo, el reto es doble: documentar con seriedad el valor histórico del sitio y evitar el saqueo o el impacto adicional que dejarían visitas sin control.
