León, Guanajuato.- La noche del 6 de mayo de 2016, un sicario entró al Olive Garden de Plaza Mayor, en León, y disparó a quemarropa contra Agustín Álvarez —“El Guty” o “El Guthy”— mientras cenaba con dos personas. Él murió en el sitio; una mujer resultó herida. La escena, en un restaurante familiar y en uno de los centros comerciales más concurridos de la ciudad, rompió un tabú: la violencia irrumpía a plena luz social. Las primeras coberturas identificaron a la víctima como un michoacano con pasado en autodefensas y nexos con redes ligadas a sobrinos de Rafael Caro Quintero.
Desde entonces, la narrativa local cambió: lo de Plaza Mayor fue leído como punto de inflexión. Crónicas y notas posteriores lo definieron como el disparo que abrió una larga guerra entre células locales y cárteles foráneos, con León como tablero visible. “No saben lo que hicieron, se va a desatar la guerra”, recogieron entonces versiones periodísticas.
Te podría interesar
El telón de fondo se consolidó al año siguiente: la disputa entre el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) y el Cártel de Santa Rosa de Lima (CSRL) se volvió el eje de la violencia en Guanajuato. La enemistad, detonada en 2017, escaló por control de mercados ilícitos (huachicol, narcomenudeo, extorsión) y rutas.
Los números acompañan el quiebre. Guanajuato pasó a encabezar el país en víctimas de homicidio: 3,436 en 2018; 3,875 en 2019; y su pico histórico en 2020 con 4,964, según series oficiales citadas y compiladas por análisis de prensa y académicos. En 2021 y 2022 la cifra bajó, pero se mantuvo arriba de las cuatro mil víctimas anuales.
León, corazón económico del estado, reflejó el ascenso: en 2020 sumó alrededor de 690 víctimas de homicidio doloso (59% más que en 2019), y medios locales contaban 719 asesinatos acumulados solo hasta octubre de ese año. Además, el narcomenudeo creció con fuerza, indicador de disputa por el mercado urbano.
La guerra no se quedó en cifras. Entre 2019 y 2025 Guanajuato vivió masacres, atentados con explosivos y una cacería recurrente de policías, con picos de asesinatos de agentes y ataques a custodios. Aunque el gobierno presume una reducción reciente respecto al pico de 2020, académicos y especialistas hablan de tácticas de “narcoterrorismo” para desestabilizar territorios rivales.
¿Fue la ejecución en Plaza Mayor “el inicio” de la guerra? Más que causa única, operó como símbolo y acelerador. Mostró que las viejas fronteras —zonas “neutras”, códigos no escritos— ya no regían. Desde aquella balacera de 2016, León dejó de ser excepción: el conflicto entre CJNG y CSRL permeó colonias, carreteras, gasolinas y negocios, y redefinió la seguridad pública en el estado.
Hoy, casi una década después, la ciudad convive con una tensión doble: la estadística que baja lentamente y la percepción que no mejora. Entre el dato duro y la memoria colectiva, la ejecución del Olive Garden sigue marcando la cronología: el día en que la guerra se sentó a la mesa.
ÚNETE A NUESTRO CANAL DE WHATSAPP. EL PODER DE LA INFORMACIÓN EN LA PALMA DE TU MANO
