En marzo de 1982, el silencio milenario del volcán Chichón se rompió con una de las erupciones más devastadoras en la historia de México. Ubicado en el estado de Chiapas, este coloso, hasta entonces poco estudiado, entró en actividad de forma sorpresiva, dejando una estela de muerte y desolación.
Cuarenta y dos años después, el recuerdo de aquella tragedia sigue vivo en la memoria de los sobrevivientes y en la historia del país.
Meses antes de la erupción, los habitantes cercanos al Chichón comenzaron a notar cambios en su comportamiento: temblores constantes, ruidos subterráneos y un aumento en la actividad de fumarolas.
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Geólogos de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) habían registrado estas señales y emitieron informes internos sobre el riesgo volcánico, pero la información nunca llegó a las autoridades ni a la comunidad científica.
Primera llamada de alerta antes del horror que mató a 2 mil personas
El 28 de marzo de 1982, a las 23:32 horas, una primera erupción sacudió la región. Una columna de ceniza y rocas incandescentes se elevó a más de 18 kilómetros de altura. El estruendo se escuchó a cientos de kilómetros de distancia.
Ante la emergencia, se ordenó la evacuación de varias comunidades cercanas, pero con el paso de los días, la actividad volcánica pareció disminuir. La falsa calma llevó a las autoridades a permitir el regreso de los evacuados a sus hogares. Un error que se pagaría muy caro. Lo peor estaba por venir.
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El 3 y 4 de abril, el Chichón rugió con una furia desconocida. Dos erupciones catastróficas liberaron una energía devastadora, generando flujos y oleadas piroclásticas que arrasaron con nueve comunidades cercanas.
Miles de personas quedaron atrapadas en una nube ardiente de ceniza y gases tóxicos que se desplazó a velocidades insospechadas.
En el corazón de la región, poblaciones enteras, como Pichucalco, Chapultenango, Ostuacán, y Nicapa, fueron testigos de una tragedia sin precedentes. La prensa de la época, entre ellos "El Numero Uno" y "La República en Chiapas", consignaron el horror que se desplegaba a lo largo de la región.
Los titulares de aquellos días resumían la tragedia: "Desastre total en el norte" encabezaba El Numero Uno, mientras los reportajes daban cuenta de un horizonte cubierto por ceniza volcánica. “La furia del Chichonal, cuyo rugir retumbó a kilómetros de distancia, sepultó comunidades enteras, dejando atrás un saldo irreparable de muerte, destrucción y un paisaje irreconocible”, narraba la prensa de entonces.
La cifra oficial de víctimas se estima en más de 2,000 personas, aunque algunos especialistas sugieren que podría haber sido mayor. Más de 20,000 habitantes quedaron sin hogar y el impacto de la erupción alcanzó a los estados vecinos de Tabasco y Veracruz, donde la caída de ceniza cubrió los cultivos y paralizó la economía regional.
La ceniza cubrió tierras agrícolas que eran la columna vertebral de la economía local. Plantaciones de cacao, plátano y otras cosechas desaparecieron bajo una capa de polvo que todo lo impregnaba.
"Los daños a la agricultura son incalculables", relataban los periódicos, reflejando la magnitud de una crisis que no solo afectó la infraestructura y las viviendas, sino que sumió a la región en una catástrofe humanitaria.
En Nicapa, incluso, la iglesia local sufrió el hundimiento de su techo bajo el peso de la ceniza, una imagen dramática que reflejaba la magnitud de la tragedia.
El impacto mundial del Chichonal
La magnitud de la erupción del Chichón no solo marcó a México, sino que también tuvo repercusiones a nivel mundial. La nube de ceniza se dispersó por la atmósfera y llegó a lugares tan distantes como Japón y el Mar Rojo.
Además, los compuestos de azufre liberados contribuyeron a una ligera disminución de la temperatura en el hemisferio norte, un fenómeno que los científicos han estudiado como parte de los efectos de grandes erupciones volcánicas en el clima global.
En aquel momento, el país carecía de una institución especializada en emergencias volcánicas y la falta de coordinación entre el gobierno y la comunidad científica agravó las consecuencias del desastre. A raíz de esta tragedia, se intensificaron los estudios geológicos sobre volcanes activos en México y se implementaron sistemas de monitoreo para prevenir futuras crisis.
¿Cómo se encuentra hoy el volcán El Chichón, a 42 años de la tragedia?
Cuatro décadas después, la zona afectada logró recuperarse. La vegetación renació sobre la tierra enriquecida por cenizas volcánicas, y las comunidades zoques que habían sido desplazadas han retomado sus tradiciones.
El volcán Chichón continúa activo y es monitoreado constantemente por el Centro Nacional de Prevención de Desastres (CENAPRED).