El Memorial del Campo Algodonero es un símbolo fundamental en la lucha feminista en Ciudad Juárez, Chihuahua. En noviembre de 2001, los cuerpos de ocho mujeres fueron encontrados sin vida en este lugar, enterrados en un terreno que, en ese entonces, estaba alejado de la mancha urbana y se utilizaba para sembrar algodón.
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Después de varios años de lucha entre las madres y familiares de las víctimas con el gobierno mexicano, en 2011, este lugar se transformó en un sitio conmemorativo, no solo para las madres de las mujeres encontradas, sino también para todas aquellas que vivieron una experiencia similar en esta frontera.
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Desde entonces, como señaló Yadira Cortés, de la Red Mesa de Mujeres, ellas vienen a este sitio para realizar el mantenimiento de las cruces y otros símbolos del lugar, previo a las protestas del 8 de marzo.
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“Llevamos a cabo acciones de exigencia de justicia, de dignificación de los símbolos emblemáticos del movimiento feminista, y sobre todo, en este espacio se realiza una actividad para la memoria, recuperar la memoria de las víctimas y arropar a las madres de las víctimas. Cada pincelada es un ‘Ni una más’”, expresó.
Las acciones comenzaron con el repintado de las cruces rosas, emblemas utilizados por los grupos feministas para recordar a las víctimas de feminicidio en esta frontera.
Más tarde, las madres se reunieron en una de las paredes del lugar para colocar pesquisas de sus hijas o familiares que han sido víctimas de desaparición forzada o feminicidio.
“Hubiera sido mejor que no hubiera estos lugares", señalan las madres
Entre ellas se encuentra Norma Laguna Cabral, madre de Idaly Juache Laguna, quien desapareció el 23 de febrero de 2010. Para ella, este es un sitio sagrado, que a la vez le llena el alma de tristeza y dolor por la pérdida de su hija.
Norma menciona que, como cada año, está en este lugar dando mantenimiento a las cruces y a los demás espacios, para que las madres tengan un lugar digno y “bonito” donde puedan conmemorar a las jóvenes encontradas en el Campo Algodonero.
“Hubiera sido mejor que no hubiera estos lugares, que todas las jóvenes que han sido asesinadas, fueran halladas con vida y no en restos, que pues hagan el trabajo como deben de hacerlo y que se encuentren con vida”, señaló.
Una vez colocadas las pesquisas, las acciones de mantenimiento finalizaron con la decoración de un altar con flores blancas, frente a una pared donde se encuentran decenas de nombres de mujeres que han perdido la vida de manera violenta en esta ciudad.
“Cada vez que vean a una madre de una mujer víctima, en una acción, en una manifestación, la arropen, la acompañen, el hecho de sentirse acompañadas les va a calmar muchísimo el alma, porque el camino por la justicia no es nada fácil”, concluyó Cortés.
