FUERZA SENSORIAL

Ita, la masajista que cuida a su mamá desde su propia ceguera

Aunque nació con discapacidad visual, Ita ejerce como masajista profesional y además cuida de su madre, quien perdió la movilidad por un problema en la rodilla; juntas enfrentan los retos de vivir en un entorno que aún no es plenamente incluyente

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Oaxaca, Oax.-María del Carmen Ruíz Solorza —Ita, como la llama su familia— nació sin vista y, desde hace un año, comparte su vida cotidiana con otra discapacidad: la de su madre, quien dejó de caminar por un problema en la rodilla. Entre ambas se acompañan, se sostienen y han aprendido a reorganizar el mundo desde otras formas de percibirlo.

Ita acompaña a su mamá, quien vive con una discapacidad motriz; juntas han aprendido a apoyarse mutuamente en las tareas cotidianas. Foto: Diana Manzo.

En el marco del Día Internacional de la Discapacidad, Ita, originaria de Asunción Ixtaltepec, Oaxaca, afirma que nada debería impedirle a una persona trabajar o perseguir sus sueños. Ella ya logró uno: convertirse en masajista profesional. El siguiente —dice— es ocupar un puesto digno en un espacio público.

Criada en una comunidad binnizá, Ita aprendió a leer la vida a través del olfato, el oído y el tacto, sentidos que ha pulido con una precisión que le permite desenvolverse con autonomía y ejercer su oficio con pasión. Porque, aunque no ve, es capaz de ver más que muchos: reconoce los pasos, distingue las voces y detecta emociones en la piel. Y mientras construye su propio camino, también acompaña el de su madre, a quien ahora cuida sin perder la sonrisa.

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Masajes con propósito

Aunque solo estudió el nivel secundaria, Ita se ha preparado con cursos y diplomados. Desde  hace varios años aprendió mesoterapia, disciplina que ejerce actualmente para obtener ingresos y apoyar a su familia.

Ita prepara su camilla de trabajo, acomodando aceites y sábanas guiada por el tacto, uno de los sentidos que ha desarrollado con mayor agudeza debido a su discapacidad visual. Foto: Diana Manzo.

Este oficio lo desarrolla con plenitud. Las citas son a través de su celular, el cual domina con plenitud y los pacientes se agendan por medio de citas previas.

“Me encanta mi trabajo, porque cómo te digo, mi discapacidad no me condiciona en nada. Ellas o ellos llegan y yo organizo todo. Ya tengo lista la cama de masaje, las sábanas blancas, los aceites que ocuparé y todo”, dice.

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De pelo rizado y una capacidad de diálogo sorprendente, Ita ha aceptado vivir estos 33 años con su discapacidad, y su familia también.

“Yo sé cocinar, planchar, hago comida y barro. Ahora mismo soy la enfermera de mi mamá, quien también desde hace un año vive con una discapacidad y está en sillas de ruedas. No por vivir con una condición mis padres me prohibieron hacer mi vida, y eso lo valoro mucho”, asegura.

Ita vive con sus padres, Solorza Cabrera y Héctor Ruíz Hernández, sus hermanas y sobrinos, desarrollándose en un ambiente inclusivo. 

En deuda la inclusión social

Datos del INEGi, 2020 reportan que en Oaxaca, hay 273,876 personas con alguna discapacidad e Ita es una de ellas, y reconoce que la sociedad, especialmente donde ella se desarrolla hace falta concientizarse en el trato y la aceptación.

En su mesa de trabajo, Ita revisa citas desde su celular, una herramienta que domina con soltura para organizar su agenda y sostener el ingreso familiar. Foto: Diana Manzo.

Por ejemplo, en el simple cruce de calle, Ita ha tenido que pedir ayuda a los policías municipales, pues ningún vehículo se atreve a detenerse a pesar de ir con su bastón de ciego.

Otra de las ineficiencias del estado, es la falta de rampas y espacios idóneos para una persona con sillas de ruedas.

Y en su labor como masajista, también ha vivido la discriminación, pues en ocasiones ha ido expresiones dudando de su labor como: “¿Apoco una ciega me dará un masaje?” o “No creo que haga bien su trabajo, ni que dé bien un masaje, pues no ve”. 

Al respecto Ita recalca que ella es una mujer preparada y estudiada, pues también tiene conocimientos de enfermería y primeros auxilios. Porqué así  como es capaz de cuidar a un bebé, también podría cuidar a un adulto mayor.

Pero también, podría ejercer una labor de recepcionista de una empresa, asistente de una farmacia o dirigir un área en un espacio público.

Sin sentirse víctima, al contrario, una mujer preparada que su condición visual no le impide, Ita seguirá en la conquista de sus sueños, que es seguir preparándose en espera de que alguna autoridad o empresa le dé la oportunidad de demostrar que puede ejercer diversas funciones con profesionalismo.

Amo dar masajes, pero es momento de dar otro paso, trabajar en espacios públicos. He metido solicitudes en el palacio y en el DIF municipal, ojalá algún día me contraten, porque necesitamos ser más incluyentes hoy más que nunca”, concluyó.