Tuxtla Gutiérrez.- Con pancartas, estandartes, banderas con los colores de México y un estampado de la Virgen de Guadalupe, así peregrinaron alrededor de 15,000 personas este viernes en la capital chiapaneca, y de esa manera pedir que regrese la paz a la entidad.
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Tras caminar cerca de 5 kilómetros, con una temperatura que casi alcanza los 40 grados, los feligreses, familiares de desplazados, desaparecidos y asesinados, integrantes de organizaciones sociales, entre otros, se concentraron en el atrio de la Catedral de San Marcos, en el “corazón” de Tuxtla Gutiérrez, para celebrar una eucaristía y enviar una serie de mensajes a los tres niveles de gobierno.
“El aumento exponencial de la inseguridad ha incrementado los asesinatos y las desapariciones forzadas en las comunidades; las personas son utilizadas como escudos humanos en los enfrentamientos con los cárteles; viven en situación de esclavitud al no poder transitar con libertad por sus comunidades; carecen de alimentos y servicios básicos”, manifestó, desde la entrada de la mencionada iglesia, uno de los voceros de la Arquidiócesis local.
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El mismo expuso que las familias son utilizadas también como “escudos” humanos en los retenes o “filtros”, y en caso de no participar tienen que pagar una cuota. Ante la incertidumbre, mencionó, los habitantes huyen de sus pueblos, y tienen que dejar sus patrimonios por desaparición o muerte de sus familiares.
LA VOZ DEL SUFRIMIENTO
Roberto (nombre ficticio para proteger la identidad del entrevistado) tuvo que abandonar, desde hace unos meses, su comunidad en el municipio de Chicomuselo, debido a que la violencia era cada vez más incisiva. Como él, dice a La Silla Rota, también se fueron casi todos sus seres queridos de esa región.
“Todo se viene para abajo, allá dejamos todo, se rompe todo el tejido social, el familiar; nuestra salud mental está por los suelos, y nuestras autoridades han hecho caso omiso”, advierte.
Es catastrófico, acepta, escuchar “esos bombazos, esas detonaciones; tener que ponerle a nuestros hijos audífonos con una musiquita para que a ellos no se les terminara esa niñez, esa inocencia”.
Allá no existe, lamenta, una autoridad municipal, se carece de la voluntad del gobernador Rutilio Escandón y, peor aún, sufrir la indiferencia del propio presidente del país.
En su caso, dice, se movieron a otro lugar de Chiapas para protegerse, lo que también han hecho sus familiares y la mayor parte de familias de Chicomuselo; “pero también hay gente que no tiene ni 10 pesos, y no puede escapar, aunque así lo quiera”.
De acuerdo con él, la gente se muere, “mi familia llora, se levantan en la noche, asustados, gritan; estamos mal, y las autoridades no nos ayudan, nada; estamos en una etapa de duelo; por fortuna nuestra Iglesia hace este llamamiento”.
En esta peregrinación por la paz también participó Frida Berenice Hernández López quien, desde hace 45 días busca a su padre Gabriel y a su cuñado Ladislao Velasco Gómez, quienes desaparecieron en el municipio de Chiapa de Corzo.
“Las personas siguen desapareciendo y el gobierno no ha hecho nada, no hay avance”, manifiesta, y agrega que han tenido muchas “trabas” porque no les han querido proporcionar los videos de las cámaras del C5.
Con ningún avance (ni siquiera el rastro del auto donde viajaban ellos), Frida espera que la violencia pare, debido a que, puntualiza, se vive en carne propia esas desapariciones, asesinatos y otros males.
Sebastián, integrante de la Diócesis de San Cristóbal de Las Casas y originario del municipio de Tenejapa, advierte que, gracias a Dios, la violencia no ha llegado tan fuerte a su localidad, pero advierte que la juventud está cada vez más perdida.
“Nuestros hermanos de municipios vecinos como Chenalhó y Pantelhó sí sufren mucho; en nuestro pueblo no han entrado (en referencia a los ‘narcos’) porque estamos organizados”, evidencia.
Aunque lamenta que los jóvenes estén cada vez más metidos en el crimen organizado, comenta que, como creyentes, no dejan de insistir en el tema de la violencia, cada que pueden enviar el mensaje a ese sector de la población.
“Un gobierno no debe esconder la verdad”
Por desgracia, dice por su parte Marcelo Pérez Pérez, párroco de la Diócesis de San Cristóbal de Las Casas, el gobierno maneja un discurso de que todo marcha bien en Chiapas, cuando la realidad es otra.
Para él, externa, mientras el Estado mantenga esa postura la violencia no se acabará, “un gobierno no debe de esconder la verdad, sino de trabajar desde la verdad, lo que viven los pueblos”.
Ante este panorama, acepta, no les quedó de otra que salir a manifestarse de forma pacífica, en conjunto con las tres diócesis de Chiapas: a la que él pertenece, la de Tapachula y Tuxtla Gutiérrez, con miles de personas provenientes de todos los municipios del estado.
“Que juntos levantemos nuestra voz ante esta violencia, Chiapas está sometida a la misma, entonces la Iglesia, defensora de la vida y de los derechos humanos, por eso nos hemos levantado”.
Por desgracia, subraya, esta violencia ha dejado una “estela” de desplazados, muertos, desaparecidos, “Chiapas en realidad se está convirtiendo en un cementerio, y eso es lo que no queremos”, argumenta.
Mientras tanto, las miles de personas que avanzaron en la peregrinación, manifestaban: “¡Viva la justicia! ¡Viva la paz! ¡Vivan los pueblos originarios!”; por su parte, algunos tocaban sus instrumentos y entonaban algunos cánticos religiosos, en honor a Jesucristo o a la Virgen María.
VGB