PUEBLA. - Elsa y Antonia, a sus 62 y 73 años de edad, tienen sueños y también piden ser tratadas con más respeto: que no les alcen la voz, que las escuchen, que en los bancos les tengan paciencia cuando su huella digital no pueda leerse por lo gastada que esté y que se pongan bancas para que puedan sentarse.
Elsa tiene dos trabajos, en la mañana trabaja como promotora de seguros y fianzas y tiene un segundo turno haciendo limpieza en una preparatoria. A pesar del ritmo tan pesado de trabajo, quisiera un tercer empleo para tener otro ingreso, pues planea viajar con sus dos nietos y su hija a alguna parte de Europa.
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“Todavía quiero hacer muchas cosas. En tres días viajar, seguir viajando con mis nietos y con mi hija. Mi propósito es ir, conocer algún pueblecito, algunas partes de Europa”, dice la mujer entrevistada en Puebla.
Antonia trabajó desde los 14 años de edad ayudando a su mamá como partera. De ahí, trabajó como enfermera, y vendía comida y ropa para solventar los gastos de sus tres hijos. También se involucró en la política de la BUAP hasta que el lupus eritematoso sistémico le impidió seguir trabajando. Ahora como pensionada tiene la libertad de disfrutar esas cosas que no pudo hacer de adulta joven por estar cuidando a sus pequeños. Actualmente, ella pide algo más sencillo: platicar.
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“Mi calidad de vida sí podía mejorar viviendo en un pueblo donde la gente platica, donde la gente le gusta platicar y encontrarte y saludar, porque en donde vivimos pues nadie platica, es como en Gringolandia o en Europa, que todo mundo a lo suyo, salen, sacan su carro, se van, del trabajo regresan, descansan, se bañan, hacen sus actividades, el fin de semana igual y yo estoy muy sola, porque no hay con quién platicar, entonces me voy al mercado y ahí me sobra con quién platicar”, relató Antonia en entrevista con La Silla Rota.
Elsa y Antonia con miedo de nuevas generaciones
Elsa y Antonia se sienten vulneradas. Las razones varían, para Elsa está la inseguridad, pues es muy fácil que la lleguen a lastimar de más en un asalto y para Antonia a veces los mismos familiares pueden ser groseros.
“Pues, me siento vulnerable porque todas las abuelas, porque yo he platicado con muchas señoras, o la mayoría quisiéramos tener el coraje y la autoridad de antes, para ponerte, para no dejarte de nadie. Ahora te tienes que callar. Muchas cosas yo me callo, ya no hecho pleito, ya no reclamo, ya no más observo y ya, me callo. ¿Por qué? No le quiero traer problemas a un hijo, no le quiero traer problemas a una nieta”, se sinceró Antonia.
A pesar de todo, ambas abuelas aman su forma de vivir, con todo y el cansancio de trabajar dos jornadas en el caso de doña Elsa, y Antonia escribe todo lo que vivió y sigue explorando lugares en donde pueda platicar a sus anchas. Pero, sobre todo, ambas aman a sus nietos.
“Lo que más me gusta de ser abuelita es que diosito me ha dado la fortuna de conocer a mis chamacos. Tengo dos por parte de mi hija. Entonces, pues, el tenerlos, sí, a veces es agobiante, pero a la vez satisfactorio, agobiante porque a veces ya no tengo paciencia en algunas situaciones. Sobre todo, si gritan, si corren, y si la televisión la tienen muy fuerte (el volumen) o quieren ver ciertos programas. Pero es satisfactorio porque, te repito, mi diosito me ha dejado verlos y verlos crecer también, ¿no? Entonces, pues sí es una alegría que tengo. Es un pedacito más de la extensión de mis hijos”, dijo Elsa.
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¿Qué consejo les darían a los jóvenes?
“Los jóvenes tienen que aplicarse en muchas cosas buenas, aprender a respetar a los adultos, a respetarse ellos, primero que nada, a aplicarse a muchas cosas de estudio y que aprendan muchas cosas porque en la actualidad están muy desorientados”, respondió Elsa.
“¿Tienes un trabajo? Consérvalo. Si tienes un estudio, termínalo. Termina el objetivo, que es titularte. Ahora, para que no se amarguen y se llenen de odio, no eches culpas. No culpes a nadie de lo que te pasa”, se sinceró Antonia.
Qué dicen los datos de las personas adultas mayores en Puebla y México
En Puebla 10.1 por ciento de la población es adulta mayor y de este porcentaje un 56.6 por ciento son mujeres, de acuerdo con la Secretaría de Salud.
De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) en Puebla más de 745 mil personas tienen de 60 a 85 y más años de edad; de ellas 48.6 por ciento se desempeña en el comercio o en áreas de servicio; 33.6 por ciento en actividades agropecuarias y 17.6 por ciento en la industria con remuneraciones que alcanzan entre uno y dos salarios mínimos, mientras que 35 mil 470 no reciben ningún tipo de ingresos.