¿Por qué protestan? ¿por qué gritan? ¿por qué pintan la catedral? ¿por qué borronean el Congreso y el Tribunal? Son preguntas que nunca podrán responder Lupita y Leslie, asesinadas por sus esposos feminicidas. Lupita Rojas, de 33 años, fue hallada en la cajuela de un carro dentro de una maleta, Leslie Gómez, de 33, en su casa junto a su hija e hijo, y Héctor Luna, su esposo, quien la mató y a puñaladas y se suicidó frente a ellos.
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Ángel mató a Lupita, pero está prófugo, se sospecha que se encuentra en Estados Unidos. Por eso nadie está seguro de que no vuelva a matar a una mujer, dicen las amigas de Lupita, en la marcha del 8 de marzo en Durango, donde el feminicidio fue la causa de muerte de 10 duranguenses el año pasado igual que en 2021 y 2019, 18 en 2022, y 12 en 2020.
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Sus nombres fueron gritados a todo pulmón por la marea morada y verde que inundó la avenida 20 de noviembre hasta llegar a la Plaza de Armas, frente a la Catedral de Durango cuya belleza se convirtió en uno de varios lienzos en los que se denunciaron feminicidios, violaciones y corrupción.
¡Vivas se las llevaron vivas las queremos! Reclama Ludivina Monreal, mamá de Leslie, acompañada de su nieta adolescente, a quien junto con su hermanito, cuida desde que sus papás murieron por la violencia machista.
Es una de las miles de feministas que marcharon, rompiendo con estereotipos sobre el feminismo. La ciudad de Durango es “tranquila”, no hay tráfico excesivo como en otras, tampoco existen muchas protestas, son raros los cierres de calles y los paros, pero el último lustro cada 8 de marzo, son ellas, las mujeres de esta tierra, que no es del norte ni del sur, quienes demuestran fuerza, hacen que se erice la piel.
Eréndira, sobreviviente de meningitis, también alzó la voz, para pedir justicia. Quiero pedir que no abran los hospitales, porque no ha habido justicia, advierte. Ella representa a las víctimas de dicha alerta sanitaria que en 2022 desveló la corrupción en el sistema de salud local, que dañó la vida 80 personas contagiadas en hospitales privados que no fueron revisados adecuadamente por Coprised, y que mataron a 41 de ellas.
Ere es una de las 39 que sobrevivieron, pero a ¿qué costo? Pues aún sufren secuelas físicas, emocionales, económicas tanto ellas como sus familias, sin tener justicia aún. Por eso, la lucha continúa, las feministas lo saben y se acompañan, codo a codo, se sonríen y apoyan, lanzan consignas, cantan coros que molestan, caminan lento pero fuerte.
Al llegar a la Plaza de Armas, un minuto de silencio se escucha en lo profundo de la ciudad, tras el duro sonido de los nombres que inspiraron a estas mujeres a unirse como manada: Yamil, niña Sofía, Julianita, Laura Imelda, María del Rosario, Yesica, Mari Ivonne, niña sin nombre, Karla Elissa, Verónica, Dora Elia, Dalia Elizabeth, María de Jesús, María del Rosario, María de los Ángeles, Daniela, Perla, Norma Leticia, Norma Patricia, asesinadas en Durango. Ellas tampoco podrán responder por qué este 8 de marzo las mujeres inundan las calles con pancartas que exigen ¡ni una más, ni una más, ni una asesinada más!