A un mes de que Donald Trump regrese a la presidencia de Estados Unidos, su amenaza de deportar a millones de personas tiene en la incertidumbre a los albergues para migrantes en Tijuana, Baja California.
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Reunidos como cada año en el muro internacional para celebrar su tradicional Posada sin Fronteras, los activistas no saben qué esperar, pero saben que en caso de deportaciones masivas las autoridades se sostendrán en los albergues de la sociedad civil.
“Va a pasar algo. ¿Qué va a pasar? No sé. No van a ser millones y millones que Trump puede imaginar. Pero va a traer un caos”, estimó Patricio Murphy, el sacerdote que dirige el albergue Casa del Migrante.
En la posada que este año tuvo su 31 edición, migrantes y activistas comparan el andar de María y José con el de los migrantes que van rumbo al norte y los deportados.
Estos últimos, solo entre enero y octubre, sumaron más de 37 mil en Baja California, según cifras del Instituto Nacional de Migración (INM): 33 mil 367 hombres, 27,929 mujeres y 3,968 menores de edad.
Con esos datos, la comparación entre el relato bíblico de la familia y la representación a cargo de migrantes, voluntarios y otros asistentes, cobra más sentido cuando el próximo presidente de Estados Unidos no descarta la deportación de familias completas.
Albertina María Paoletti, directora del albergue Madre Asunta que recibe únicamente a mujeres y a sus hijos, dice que este año mantuvieron un promedio de 90% de ocupación.
Tienen 54 camas para adultos, pero en ocasiones las mujeres duermen junto a sus bebés y en otras varios hermanos comparten una cama, y de esa manera en junio llegaron a tener 84 personas.
“No se sabe lo que va a pasar después del 20 de enero porque todo mundo está en sospecha de qué puede pasar. Pero duele cuando ves una señora deportada con una bebé de dos meses, por ejemplo. De esas que cruzaron de forma irregular, la atraparon y la deportaron”, menciona la religiosa.
LA RESPUESTA OFICIAL
La gobernadora Marina del Pilar Ávila Olmeda reiteró a medios locales que habrá una reunión entre la presidenta Claudia Sheinbaum y los gobiernos estatales de las fronteras norte y sur para hablar de temas migratorios, pero no dio fecha tentativa de esa reunión.
Los albergues, por esa misma razón, desconocen cuál es el plan de las autoridades.
“Todavía no sabemos nada. Sabemos que el gobierno ayuda muy poco. Si no fuera por instituciones internacionales y donadores espontáneos particulares, no podemos seguir. Porque el trabajo no genera ingresos, tenemos egresos”, comenta la hermana Albertina.
Rafael Alarcón, profesor del Colegio de la Frontera Norte (Colef), en Tijuana, tiene décadas estudiando las deportaciones desde Estados Unidos a México y duda que Donald Trump cumpla su palabra al pie de la letra, pero reconoce que el republicano es impredecible.
Calcula que desde 1996, cuando Estados Unidos facilitó la deportación de mexicanos, ha habido unos 5 millones de migrantes retornados.
“Y no es que el gobierno de México los reciba. Los reciben sus familias, los recibe la sociedad. Aquí en Tijuana juegan un papel fundamental los albergues como vimos hoy en esta celebración de la posada. Claro que México está preparado para recibirlos, porque es la sociedad, no es tanto el gobierno”, afirma el académico.