“Cuerno de chivo azulado, Gobierno pactado, chingo de perico que se ha traficado; la montaña patrocina; siempre en el rancho JGL pa' presidente”. Son algunas de las frases que entona el cantante Natanael Cano, pionero de los "corridos tumbados", la nueva faceta de los corridos de antaño que ensalzan las hazañas de sicarios y capos del crimen organizado.
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Estas letras son entonadas por su público al unísono durante sus conciertos: miles de voces de jóvenes y menores de edad. Tan solo el pasado 23 de agosto, el artista sonorense llenó el estadio GNP de la Ciudad de México y lo mismo ha hecho en todos los estados del país donde se presenta, especialmente en el norte.
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Sin embargo, no solo es Natanael Cano. Después de él han surgido otros artistas de este subgénero, al igual que el de los ‘corrios bélicos’; la mayoría sonorenses como Gabito Ballesteros y Luis R. Conriquez o el jalisciense Peso Pluma.
En las letras de la música que interpretan hay varias coincidencias: presumen una ‘vida de lujo’ que viven miembros del crimen organizado, los ataques armados de los que salieron ilesos, las grandes fiestas con mujeres y, claro, en mencionar a Joaquín Guzmán Loera o a la fracción de sus hijos “Los Chapitos”, del cártel de Sinaloa.
Menores de edad involucrados en hechos delictivos
A pesar de tratarse de letras alegres y de celebración a esta vida criminal, la realidad es otra: los jóvenes que forman parte de los grupos criminales terminan en la cárcel o incluso asesinados.
El pasado 19 de septiembre personas armadas dispararon contra elementos de la Guardia Nacional, quienes realizaban patrullaje por las calles de Caborca. Los oficiales repelieron la agresión y los presuntos delincuentes perdieron la vida. Se trataba de jóvenes.
En este mismo hecho, la Guardia Nacional irrumpió en una casa de seguridad, donde detuvo a ocho personas: dos adultos y seis menores de edad.
En la casa tenían seis armas de fuego AK-47, un arma tipo pistola, diversos casquillos percutidos de diferentes calibres, cuatro chalecos tácticos y cargadores para fusil AK-47.
El 2 de septiembre autoridades arrestaron a cuatro presuntos criminales, también en el municipio de Caborca. Dos de ellos eran jóvenes de 18 y 19 años.
También el 8 de agosto, un grupo de 19 personas fue detenido, pero ahora en el municipio de Santa Ana, al norte de Sonora.
En un operativo, autoridades de seguridad catearon una casa donde había dos personas privadas de su libertad, armas, vehículos y equipo táctico.
Entre los 19 arrestados, cuatro eran menores y nueve de ellos tenían entre 18 a 29 años.
De acuerdo con el delegado de la Fiscalía General de la República (FGR) en Sonora, Francisco Sergio Méndez, confirmó que van más de 20 menores de edad detenidos en los últimos operativos en el norte del estado.
Menores se unen voluntariamente al narco en el norte: analista
A diferencia del sureste de México, en donde el crimen organizado “levanta” a menores para obligarlos a hacer trabajos dentro de su organización, en el norte del país, específicamente en Sonora, los jóvenes se unen de manera voluntaria.
Así lo consideró Víctor Félix, especialista en temas de seguridad, quien mencionó que dos de los principales factores que empujan a este grupo hacia las filas del narco es el crecimiento del estatus económico y el sentido de pertenencia con la organización criminal.
“Esto se da en estados como Tamaulipas, Sonora, Baja California, incluso Sinaloa; ellos responden a una búsqueda de crecimiento económico y responden a un sentido de pertenencia porque hay una presencia organizaciones criminales; muy distinto del sureste mexicano donde evidentemente son forzados para participar como halcones”, dijo en entrevista con La Silla Rota.
Además, explicó que los menores de edad comienzan en las organizaciones criminales como halcones, es decir vigilantes, para después subir de “puesto”, a empacadores de droga y después como sicarios.
“Generalmente parten de ser halcones, es decir vigilantes de las calles, del territorio, y luego ya de ahí los pasan al empaquetado de droga; algunas veces al secuestro, la vigilancia de personas secuestradas; y por último avanzan a sicarios aquellos que se distinguen en su violencia”, describe el especialista.
Sin embargo, el uso de adolescentes y jóvenes por parte del crimen organizado no es un fenómeno nuevo. Víctor Félix mencionó que esto ya se ha vivido en países latinoamericanos como Colombia.
Aun así, esta situación se observa cada vez más frecuente y más visible con la llegada de los “corridos tumbados”.
De acuerdo con el analista en temas de seguridad, las canciones de Natanael Cano, Peso Pluma, Gabito Ballesteros y más, influyen en el reclutamiento voluntario de los menores de edad, por las hazañas que describen en sus letras y la vida de lujo, ropa de marca y grandes fiestas que se presume en las canciones.
“Como parte de la modernidad del país y la libertad de expresión, sin duda que sí influyen (los corridos tumbados) porque no abonan para romper los círculos de la delincuencia, pues tampoco abonan para mejorar la seguridad del país; se construye una narrativa de engaño para una vida fácil basada en la violencia, con la cual, los menores de edad tendrían acceso a dinero”, agregó.
“Corridos tumbados deben ser regulados”: Comité Ciudadano de Seguridad
En esto coincide un estudio publicado por el Comité Ciudadano de Seguridad Pública en Sonora, en el que enumeran cuatro efectos negativos de los “corridos tumbados” en los jóvenes y adolescentes.
El primero de ellos es la normalización de la violencia, ya que las canciones que exaltan actos violentos y las presentan como un medio legítimo para resolver conflictos o alcanzar el éxito.
Otro es la identificación con figuras del narcotráfico y con ello glorificar a delincuentes, quienes son presentados como figuras poderosas, valientes y respetadas.
El tercero es el impacto que puede causar en los jóvenes, especialmente de comunidades vulnerables, quienes pueden caer en actitudes más favorables hacia la violencia, el machismo y la ilegalidad.
“La música que glorifica a los narcotraficantes puede distorsionar la percepción que los oyentes tienen sobre la realidad del narcotráfico. En lugar de ver las consecuencias devastadoras de la violencia y el crimen, los corridos tumbados tienden a ofrecer una visión más atractiva y heroica de estas actividades”, menciona el estudio como cuarto efecto de este tipo de música.
Para contrarrestar este fenómeno, el Comité Ciudadano de Seguridad Pública en Sonora propone fortalecer la investigación sobre los efectos psicológicos de estas canciones en los adolescentes; implementar campañas de prevención para evitar que los menores se unan a las filas del narco y fomentar actividades culturales que promuevan la paz y la sana convivencia.
Otra de sus propuestas es regular las canciones que promuevan la violencia y que las plataformas digitales como Spotify, YouTube, entre otros, coloquen señales de advertencia y restricciones de edad.
”A mí me gusta chambear
Y si la orden es matar
Esa no se cuestiona
Al diablo le he de rezar
Y al Toner lo traigo atrás
Es mi sombra
Y esos que se portan mal
Aquí no hay chanza de hablar
Los echo pa’ la fosa”, describe la canción Gavilán II, de Peso Pluma y Tito Double P.
Sugiere experto reinsertar a la sociedad a jóvenes sicarios
Víctor Félix, especialista en seguridad, mencionó que los jóvenes y adolescentes arrestados en operativos y hechos delictivos, utilizados por el crimen organizado deben ser tratados y reinsertados en la sociedad, con el fin de buscarles una mejor vida.
Detalló que el trabajo debe ser específico en cada menor de edad, dependiendo de los delitos que cometió, si entró a la agrupación criminal de manera voluntaria o fue obligado.
“La Justicia restaurativa debe ver el caso específico por cada menor. Evidentemente mientras hay vida, hay esperanza, porque lo que está buscando ese menor es pertenencia; sí está buscando la ganancia fácil, pero también la pertenencia; debe estar sujeto a una terapia de justicia restaurativa, más que una acción de carácter penal donde se le condene a años de prisión”, expuso.
El especialista mencionó que habrá casos en los que la condena deberá ser obligatoria, dependiendo si cometió un crimen de gravedad, pero se debe buscar ayudarlos desde las políticas públicas por parte del gobierno y la sociedad.