HURACÁN OTIS

“Estoy enfermo, no puedo caminar”, hombre no ha recibido apoyos a un mes de Otis

Don Julio Ávila es una de las decenas de víctimas que no ha podido recibir ayuda en Acapulco

Escrito en ESTADOS el

La edad y la diabetes han mermado la salud de don Julio Ávila, un habitante de la colonia Renacimiento, en Acapulco, que a un mes de haber vivido el embate de Otis, no ha podido obtener ayuda alguna porque las amputaciones que ha sufrido le impiden caminar.

"Apoyos han dado varios pero no he podido obtener por lo mismo que estoy enfermo", dice el adulto mayor que camina con bastón, luego de que por la diabetes le amputaran varios dedos de los pies.

Don Julio vivía de las ventas de una pequeña tienda que habilitó en su casa de la colonia Renacimiento, pero Otis la destrozó.

Una marca en la pared de casi dos metros de altura da cuenta del nivel que alcanzó el agua la madrugada del 25 de octubre.

El hombre de 78 años de edad sobrevivió a la fuerza del huracán en el primer nivel de su casa, en cuartos en obra negra, sin ventanas ni puertas.

Este mes ha sobrevivido con la ayuda de los vecinos, que al saber su condición, le regalan lo poco que pueden.

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"Por caridad de las personas, porque me traen a veces comida, almuerzo, y así cuando pasan me dan que un atún, algo. Y es como sobrevivo porque solamente así", explica don Javier, sentado afuera de su casa contemplando las montañas de basura y escombros que continúan allí.

La historia del señor podría parecer contada a unas horas del paso de Otis, pero se trata de uno de los testimonios a un mes de la tragedia.

Sin un sello de censo en la puerta de su casa, don Julio necesita insulina para su enfermedad, misma que, como sus alimentos, obtiene de la caridad de los vecinos.

"Los tengo que comprar, conseguir mis medicamentos. Ahorita no hay tantas farmacias, me lo dan los vecinos a veces. Ahorita ya me tengo que inyectar insulina nada más me he tomado las pastillas", asegura.

De la tienda de don Julio sólo quedan algunos dulceros y anaqueles, su casa está regada porque no tiene la fuerza física para poner orden.

La tarde que se cumple un mes de que Otis devastó Acapulco, el vecino espera sentado a que la promesa de un transporte para llevarlo por una silla de ruedas, se cumpla.