OAXACA. - Edinoel, Jorge y Fabián, están entrelazados por las historias de búsqueda de sus familiares. Cada uno desaparecido en distintos momentos, sitos y circunstancias, los casos engrosan la cifra de una realidad que ha roto a miles de familias.
Adela Hernández Ramírez es madre de Edi Noel Pérez Hernández de 34 años de edad. Era policía de Oaxaca de Juárez. Él desapareció en San Jacinto Chilateca, Ocotlán de Morelos el 8 de octubre de 2022. Se encontraba en la entrada de la población cuando fue levantado.
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“En búsqueda hasta la fecha no sé nada. Él era policía municipal de Oaxaca de Juárez, estuvo muchos años en el C4, lo último estuvo en el C2. Él estaba trabajando cuando desapareció”, explica Adela.
A casi un año y con una persona imputado por estos hechos, Adela no tiene ninguna información de las autoridades que ayuden a localizarlo.
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“Es una desesperación como madre. Mi hijo casado, tenía dos hijos. Son muchos los desaparecidos. Nosotros no tenemos ni una pista de él. Tiene 11 de meses desaparecido, ya vamos para un año. Las autoridades escuchan, pero de ahí no pasan. Si realmente hicieran su trabajo quizá ya supiéramos de él”.
Jorge Daniel salió a trabajar y ya no regreso
La misma desesperación la expresan los familiares de Jorge Daniel Darío Rivera originario de San Luis Potosí. Él desapareció el 28 de abril de 2022. La última vez que se supo de él fue estando en María Lombardo del Caso desde donde llamó a su familia para informales que iría a realizar un trabajo de tablaroca.
“Todo este tiempo ha sido difícil. Cuando denunciamos tuvimos que ir hasta Tuxtepec, un lugar muy peligroso. Fuimos con mucho miedo porque no conocíamos”, expresó una de sus familiares.
José fue a buscar el sueño americano, pero desapareció
José Díaz Fabián es buscado por su madre Marina. Fue el 18 de agosto de 2020 la última vez que supo de él. José pretendía llegar a Estados Unidos para mejorar sus condiciones de vida.
“Ya son tres años que no sé nada de él. La carpeta de investigación está en Sonora, pero hasta el momento no se sabe nada, es como si se lo hubiera tragado la tierra”, indica.
Aún con todo el dolor que tiene, la esperanza se mantiene vida. Marina confía en que un día su hijo volverá a casa.