VIOLENCIA ECONÓMICA

María Eduarda: vivir en pobreza por culpa del machismo; no le permitieron heredar tierras

“Yo trabajaba la tierra con mi esposo. Mi papá trabajaba en el campo y me enseñó”, relató la mujer de 76 años; asegura que los ejidatarios de Yucatán se aprovecharon al verla “sola”

María Eduarda tiene 76 años, está convencida que lo hicieron porque sabían que no pelearía
María Eduarda tiene 76 años, está convencida que lo hicieron porque sabían que no pelearíaCréditos: Claudia Arriaga
Escrito en ESTADOS el

UMÁN. - Hace 20 años, los ejidatarios de Ticimul, comisaría de Umán, Yucatán, despojaron a María Eduarda Pech del terreno que era herencia de sus hijas e hijos. Al fallecer su esposo, Feliciano Ramírez Cocom no le cedieron las tierras, ni se las pagaron. Tacharon su nombre de la lista y se las dieron a otra persona. Hoy el predio se encuentra en conflicto con unos desarrolladores de vivienda.

María Eduarda tiene 76 años, está convencida que lo hicieron porque sabían que no pelearía. Relató que se aprovecharon al verla “sola”, además, antes que sus derechos, su prioridad era darle de comer a sus cinco hijas e hijos. Algunas veces, cuando vendieron las tierras del ejido, intentó cobrar su parte, pero simplemente se burlaron de ella.

“Se murió mi esposo y yo sé cortar penca, pensé que podía ir a sacar la penca al terreno, chapear, hasta se hacer la tumba, roza y quema del campo. Yo trabajaba la tierra con mi esposo. Mi papá trabajaba en el campo y me enseñó”, relató con tristeza.

 

“Cuando vi que vendían los terrenos hasta hice fila varias veces y me preguntaron por qué iba, que no tenía derecho, que me habían quitado de la lista”, recordó.

Debido a la carencia económica que vivió después de la muerte de su esposo, María Eduarda salía a vender a las calles, se llevaba a sus hijas e hijos. A la menor, que era una bebé apenas, la dejaba encargada con su tía. 

“Dos meses tenía mi hija cuando murió su papá. La dejaba con mi tía solo pozole tomaba porque no había dinero. Mi tía se lo daba en su boca, no tenía ni dinero para su biberón”, comentó.

MARÍA, HIJA DE EDUARDA Y FELICIANO: LA IMPOTENCIA DE NO PODER LUCHAR

María Francisca Ramírez Pech es hija de María y Feliciano, recordó que debido a que ya no tenían la cosecha para autoconsumo y para vender, ella y su hermanito salían a vender. Caminaban desde Ticimul, Umán a las calles del sur de Mérida, aproximadamente ocho kilómetros. Dijo que no todo era malo, agradeció que a veces se encontraron con buenas personas, que aliviaban su carga.

“Desde las 8 de la mañana salimos, de puerta en puerta y no nos compraban, a veces regresábamos a las 6 de la tarde, hasta que se gaste todo. Con lo que ganaba mi mamá compraba jamón y queso o un cuarto de frijol para poner en la candela, al día siguiente lo mismo, no podía comprar otra cosa”, expresó en entrevista.

“Cuando había naranja dulce, hay nos veían cargando las bolsas y pitas. Hay personas que son buenas, que nos decían que no anduviéramos en el sol y nos compraban todo; llevaban todo, pero nos pedían que fuéramos a nuestra casa a descansar”, platicó conmovida. 

 

María Francisca reconoció el esfuerzo que su mamá hizo por ella y sus hermanas y hermanos. La describió como una excelente madre, quien en algunas ocasiones se quedaba sin comer porque no alcanzaba. 

Aún no entiende que impedía a los ejidatarios ceder el terreno que le correspondía por herencia. Su madre sabía trabajar en el campo. Lo que más le duele es recordar cómo lloraba y la impotencia que ella sentía al no poder hacer nada por defenderla, tenía apenas seis años de edad.

María Eduarda y su hija. Foto: Claudia Arriaga

“Cuando vendieron los terrenos hace 10 años, salió a hacer fila y le dijeron que estaba tachado su nombre, que se lo habían quitado. Ella siempre se ponía a llorar y cada que vendían terrenos salía a ver si le daban algo. Las personas sabían que tenía cinco chiquitos que mantener, que le quitaron el terreno y nadie hizo nada”, comentó con nostalgia. 

¿QUÉ PASÓ CON LAS TIERRAS EJIDALES DE MARÍA EDUARDA?

María Eduarda aseguró que su tierra y la de otros ejidatarios de Ticimul  fueron vendidas por medio de una asamblea falsa en el 2007. Se construyó el fraccionamiento Gran Santa Cruz y al menos en tres ocasiones, el ejido protestó para impedir la inauguración, ya que exigen el pago correspondiente 

 

(djh)