La llegada del cáncer para Dulce fue un desafío que nunca pensó enfrentar, sin embargo, forjada en hierro cada día lucha para vencerlo. “Mi mayor deseo de año nuevo es recuperar la salud”, expresa.
Fue en abril de 2022 cuando una de sus primas le observó una bolita en el cuello. Por un tiempo no le dio importancia hasta que comenzó a impedirle el comer.
“Pasó que uno de mis hijos se accidentó y vinieron gastos de la escuela, entones hice a un lado lo mío, pensé que esto iría pasando. Fue hasta octubre que me hice una biopsia y me atendí. En noviembre me dijeron que tenía cáncer. Pasaron nueve meses que dejé avanzar. Llegó a ser un cáncer grado seis, por suerte estaba encapsulado y me lo pudieron operar. Aún no sé qué sigue”, explica.
Dulce es madre de familia de tres niños y una niña. Ella y su familia viven en San Andrés Zautla, municipio ubicado en el Valle de Etla. Antes del cáncer se dedicaba a la venta de distintos productos por cuenta propia, labor que tuvo que dejar de hacer al enfermar. Además del reto que le establece a la salud, la situación económica también le significó un problema diario, pero puesta su fe en Dios, ha ido saliendo adelante.
“Yo he tenido mucha fe, me he aferrado a Dios, a mis hijos y a las ganas de vivir. Si no hay ganas de vivir esto te lleva más rápido. Al final de cuentas hay dos opciones: decir me dejo morir o echarle ganas”.
Para Dulce, sus hijos e hija, éste será un fin de año distinto. Debido a la precariedad incrementada por la lucha contra el cáncer pasarán la cena de año nuevo con el cinturón apretado. Los alimentos serán racionados y tendrán que prescindir de algunos como uvas, refrescos, sidra y postres.
Para una cena de seis personas y que le quede un poco para el recalentado destinará mil pesos como máximo. Su menú contempla un rollo de carne que lleva jamón, queso manchego y tocino; puré de papa; ensalada de lechuga con fresa y arándanos; ensalada navideña que lleva zanahoria, manzana, nuez y crema; así como un ponche sólo con tejocote, guayaba y manzana. Todo racionado y contado.
“Es complicado hacer la cena, pensando que apenas pasó lo de navidad. Me he tenido que amarrar las manos, economizar porque no alcanza. Ahora sólo tenía mi guardadito para pasar la cena de año nuevo”, explica.
El 62.5 por ciento de la población en Oaxaca podría no tener una cena navideña pues viven en pobreza laboral, es decir que carecen de los ingresos suficientes para cubrir el costo de la canasta básica.
De acuerdo con datos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL), entre el segundo y tercer trimestre de 2022, la pobreza laboral aumentó a nivel nacional 1.8 puntos porcentuales. Después de Chiapas y Guerrero, Oaxaca se estableció como la entidad con mayor porcentaje de pobreza laboral.
Oaxaca no sólo se ubica dentro de las tres entidades del país con mayor población en pobreza laboral, sino que también fue la cuarta con mayor incremento con respecto del segundo trimestre de este año. En ese lapso incrementó 3.4 por ciento.