TUXTLA GUTIÉRREZ.- Las fiestas decembrinas representan, para la mayoría de personas, el momento esperado para convivir con sus familias y celebrar no sólo el nacimiento de Jesucristo, sino dar gracias por un año que termina y pedir que, el siguiente, sea mejor; sin embargo, hay quienes, aunque lo deseen, no pueden estar con sus seres queridos, o al menos no tan cómodos.
La Silla Rota les presenta cinco historias de chiapanecos que, en esta época, hacen el trabajo rudo, sin descanso, mientras otros festejan: se trata de Narciso, Alejandro, José, Rafael y Miguel quienes, desde sus diferentes trincheras, hacen lo que les corresponde.
José de la Cruz Pérez es velador desde que tiene 12 años de edad; en la actualidad, a sus 63, aún camina, con silbato en la boca, por las calles de una colonia de esta ciudad capital de Chiapas para vigilar una fila de viviendas.
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De hecho, desde niño (tenía 8), el hombre originario de Tuxtla Gutiérrez sólo se ha dedicado a chambear porque sus padres fallecieron en un accidente automovilístico; prácticamente se quedó solo y su futuro se truncó.
Por ello, dice a LSR, para él no hay Nochebuena, ni 31 de diciembre ni otra fecha qué celebrar, pues lo único que tiene en mente es ganar 3,600 pesos al mes para pagar un pequeño espacio para vivir, alimentarse y, desde hace algún tiempo, conseguir sus medicamentos para atender la diabetes que padece.
“No tengo descanso, trabajo todos los días”, reafirma José, quien revela que no tuvo esposa ni hijos porque, está consciente, la precariedad económica en la que vive no le permitió darse ese “lujo” y menos ahora, pues como aún no tiene la edad que marca como requisito un programa federal, no puede ser merecedor de un apoyo bimestral.
Pese a las vicisitudes de la vida, como el no poder ni acudir a la escuela y no tener ni seguridad social, el velador de oficio seguirá surcando las calles de la colonia que le toca cuidar, pues, advierte: “Tengo que estar abusado, porque están robando mucho, más ahora”.
“ALGUIEN LO TIENE QUE HACER”
A Miguel Ángel Orozco el destino lo puso entre la vida y la muerte, pero más cercano a esta última: es perito de la Fiscalía General del Estado (FGE) de Chiapas desde el 2013, y su labor, entre otras cuestiones, es la de “levantar” cadáveres ya sea en la escena del crimen o del accidente o, si es por muerte natural, en un hospital o en una casa o en la calle.
“Esto es mi pasión, además alguien lo tiene que hacer y mis seres queridos están acostumbrados a que, así sea una fecha festiva, como las de fin de año, muchas veces no voy a estar presente en las reuniones”, cuenta el especialista en Criminalística y Criminología.
Acepta que, por “accidente”, entró a las filas de Servicios Periciales, pues él tenía otra idea de lo que se hacía en esa área, “algo así como ‘CSI’ (serie policiaca de televisión), pero cuando me dijeron lo que tenía qué hacer como tarea principal, es decir levantamiento de cadáver por muerte violenta, entonces dije: ‘¡Ayyy!’ No me gustaba ni acudir a los velorios de mis familiares…”
Sin embargo, el tiempo ha transcurrido y no solo se acostumbró a un ambiente, hasta cierto punto “hostil”, sino que sacrificó tiempo con sus seres queridos, como sucede en las épocas decembrinas.
Lo que más le entristece, dice, es que cuando le toca hacer guardia en esas fechas, la principal causa de muerte de las personas sea el ahorcamiento, es decir el suicidio.
“De por sí son fechas que, pues uno no está con los suyos, y luego tener que ir a alguna casa donde alguien se quitó la vida, pues es más triste. Pero, pues, es común que la gente se suicide en estas fechas; y, como te dije, alguien tiene que hacer la chamba de ir a esos lugares, de llevar esos cuerpos al Semefo”.
No obstante, para Miguel, cuyo nacimiento también se registró en esta capital, la talacha es mayúscula, pues en esas fechas no solo se registran muertes, sino también accidentes o casos de abuso sexual o, principalmente, riñas, con saldos desfavorables. En esos casos, también tiene que estar. “Para este tipo de situaciones no hay fechas festivas, ni horarios”.
Lo que agradece es que su esposa también es parte de la FGE, y aunque su puesto es diferente, está sabedora de que él tiene que realizar las guardias, con horarios de “veinticuatro por veinticuatro”.
HAY MUCHAS QUEMAS POR JUEGOS PIROTÉCNICOS
Aunque apenas cumplirá tres años como oficial en el Cuerpo de Bomberos de esta ciudad tuxtleca, Rafael Antonio Vázquez Gutiérrez sabe que, en los días de tregua, y más en los de fin de año, su presencia es necesaria.
El oriundo de la capital chiapaneca, quien en la actualidad tiene 19 años, lleva el oficio en “las venas”, pues su padre también perteneció a la institución por casi dos décadas y sabe lo que es no tener la presencia de su ser querido en un momento o fecha especial.
“Es bonito apoyar a los demás, cuando están en algún accidente, o en cualquier evento”, reconoce, y a la vez afirma que, sin duda, le “pesa” muchas veces no poder convivir en paz con su familia, pero no puede dejar tirada la chamba porque, más en días como el 24, 25 y 31 de diciembre y 1 de enero no solo incrementa la quema de “cuetes”, sino también la de pastizales por causa de los primeros.
Pese a que le gustaría hacer una carrera y por eso buscará retomar sus estudios, por el momento, confirma, “estoy enfocado en mi labor como bombero, pues tenemos que estar listos, esto me motiva”.
Además, él está mentalizado en que los últimos días del año serán “pesados”, pues por lo regular son llamados para auxiliar en accidentes o en incendios de carros o casas o pastizales, “estos últimos, como dije, aumentan, porque los niños no saben usar los artículos con pólvora y provocan esas quemas”.
Si hay “chance”, acepta, trata de convivir con sus compañeros de guardia; y si suena la “chicharra”, tiene que ponerse el traje especial, en máximo un minuto, para subirse a uno de los camiones de rescate y acudir adonde los llamen.
NARCISO Y ALEJANDRO, DE LA ATENCIÓN PARAMÉDICA A LA NOTA ROJA
Alejandro Estrada Gutiérrez y Narciso Cruz Pérez (ambos también tuxtlecos) se dedican a diferentes profesiones u oficios; el primero es fotoperiodista de la nota roja desde hace como 24 años, y el segundo paramédico de Caminos y Puentes Federales y de la Cruz Roja desde hace 22, pero, sin duda, tienen algo en común: acuden a lugares donde se registran accidentes, heridos, muertos, u otro tipo de socorro que demande la sociedad.
Para ambos, la chamba más complicada en días como el 24 o 31 de diciembre se da por las mañanas, “cuando la gente está hecha loca” en búsqueda de regalos, o de viajar a otro municipio para estar con sus familiares, o para hacer las compras para la cena especial de esos días.
Según Narciso, “esos días se ponen muy estresadas las personas”, lo que provoca, sobre todo, accidentes automovilísticos, por lo que la chamba es más movida. De hecho, Alejandro Estrada coincide en ese punto, e incluso refiere que, ya por la noche de esos días festivos, las emergencias se “relajan”.
“Aunque la verdad tenemos que estar pendientes porque siempre sale algo”, confiesa el fotógrafo de la sección policiaca en medios locales, quien menciona que, para él, lo más lamentable es cuando ve a infantes muertos o heridos, sobre todo por la imprudencia de los padres que, en muchas ocasiones, manejan ebrios o a exceso de velocidad.
Alejandro, quien además sabe cómo apoyar en el traslado de lesionados y, desde luego, los primeros auxilios, ha tenido “la suerte” de ser comprendido en lo que hace, pues su cónyuge también se ha dedicado al periodismo, “lo sabe, y muchas veces la he dejado en una fiesta, o en el supermercado… ‘Espérame tantito, voy a un accidente y regreso’, le digo; y eso mismo ocurre en estas fechas”.
Para él, en estos tiempos es más difícil hacer el trabajo de la nota roja o policiaca, pues está consciente de que hay más gente armada, o grupos antagónicos que se mueven por la ciudad y otras partes de la entidad.
Pero, refiere, hay otra parte triste: la gente entra en depresión por deudas u otros motivos y se quita la vida, lo que también tiene que cubrir para sus medios. “Algunos celebran, y otros lloran, así es esto”.
FESTEJO A CONTRARRELOJ
Por su parte, Narciso Cruz sabe que, mientras la mayoría pasa el tiempo con sus familias y disfrutan de la cena, ellos son como ese “eslabón” que tiene que estar pendiente.
“Imagínate que todos nos vamos a festejar, y decidimos no cubrir urgencias en un día, se colapsaría la sociedad; sabemos que es difícil, pero es el trabajo que tenemos que hacer”.
De alguna forma, él está preparado para lo que, por lo regular, sucede en fechas decembrinas: riñas o accidentes automovilísticos, y con el alcohol como el principal detonante de esos eventos.
De hecho, lamenta que, en fechas donde debería predominar la paz y la armonía, las familias, sobre todo, “terminen por agarrarse de las greñas; pues toman sus tragos y se sacan las verdades, y de ahí surgen los pleitos”.
A pesar de que para Nochebuena y Navidad tendrá la oportunidad de estar con su familia, para el 31 de diciembre y 1 de enero tendrá que estar al 100 por ciento para hacer su labor: apoyar a la sociedad en caso de alguna eventualidad.
“NO PODEMOS AGENDAR LAS EMERGENCIAS”
Narciso, al igual que los demás entrevistados, también es comprendido por sus familiares, aunque nunca falta quien le diga: “Estuviera bien que te quedaras este día”; de hecho, confiesa el socorrista, por eso no ha dado un paso más en el tema de formar una familia, pues sabe que mucho de su tiempo lo dedica a salvar personas.
“Quería ser paramédico, y siempre estuve consciente de que el servicio de urgencias no descansa y que no podemos agendar las emergencias. El día que te toca puede ser festivo, o de tu cumpleaños, y pues, ¡te toca chambear! Pero si quieres estar en este medio, es parte del sacrificio que tienes que hacer”.
(djh)