Este miércoles 21 de diciembre, y ante la esperanza de que se les permita quedarse en los Estados Unidos, decenas de migrantes, niños y adultos, se aventuraron a cruzar al río Bravo en Matamoros, Tamaulipas, a sabiendas de que serían detenidos por las autoridades estadounidenses.
Ante esta situación, el gobierno de los Estados Unidos desplegó un fuerte operativo de los cuerpos de seguridad, quienes acudieron al cruce fronterizo a las orillas del río para detener a los migrantes apenas pongan un pie en su territorio.
Valiéndose de colchones inflables y algunos salvavidas, mujeres y niños se montaban en la “lancha”, donde apoyados de otros migrantes a la espera de recibir asilo, cruzaron el cauce del río bravo, el cual ha provocado la muerte de centroamericanos y mexicanos que buscan el “sueño americano”.
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“Han pasado como unas 200 personas, estamos apoyando a las personas que son de otra nacionalidad para ayudarlos a que pasen, porque aquí hay que hacer un trámite y dura mucho”, declaró a EFE el venezolano, Jonathan Contreras.
Del otro lado del cauce del río Bravo, o mejor conocido como río Grande del lado estadounidense, los agentes los agentes esperaban a quienes cruzaban el afluente del río y los conducían a unidades para trasladarlos a otra instancia.
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DESESPERACIÓN TOTAL
Pese al riesgo, familias se aventuraron a nadar solo con salvavidas una vez que la primera ‘balsa’ se desinfló por el lirio que invade el agua.
Amarrados a una cuerda y acompañados de menores, quienes tuvieron que soportar las bajas temperaturas por la onda gélida que se comienza a registrar en la región, lograron su objetivo.
“A veces no tenemos qué comer, aunque vienen y nos ayudan. Ya tenemos como 30 días aquí y nada que nos abren el puente”, dijo la venezolana Dubraska Tovar, madre de cinco hijos con quienes pasó el río Bravo.
Los que intentaron cruzar el río en estas condiciones, recibieron el apoyo de algunos de los migrantes que aguardan en México para que sus casos sean revisados y ya conforman un nuevo campamento.
La razón por la que se aproximaron para ayudar a que avanzaran las familias que cruzaban el río se debió sobre todo, al peligro que corrían los pequeños, entre ellos una bebé chilena de cinco meses de nacida.
“Tenemos casi un mes (en la frontera mexicana), hemos mandado carpetas por todos lados, no hay ninguna respuesta, no dicen nada, ni un mensaje”, expresó el peruano, Ricardo Abraham, quien llegó con su esposa y su infante al territorio estadounidense por este conducto.
Un integrante de la Patrulla Fronteriza se lanzó al río y, después de ayudar a unos menores a llegar a tierra firme, sacó un cuchillo para rasgar el plástico con la finalidad de que los migrantes ya no se transportaran de esta manera, sin embargo, ya habían comprado otro.
AGUDIZA CRISIS
Pese al arribo de la noche, las familias continuaron intentando cruzar a los Estados Unidos, todo con la pequeña esperanza de que el gobierno del presidente Biden, les diera una oportunidad de ingresar a la nación bajo este método, el cual está penado por el país, pero que bajo el abrigo del el Título 42 mantiene vigente la esperanza del sueño americano para los migrantes.
“Ya tenemos más de un mes aquí y nada, los bebés se han enfermado, este frío les ha pegado mucho. Es desesperante, demasiado, ya son tres meses viajando, es muy fuerte”, argumentó la migrante Norveli.
Mientras en esa parte del río corrían migrantes a Estados Unidos, en otro sector se aglomeraron casi 7 mil personas para registrarse ante la asociación “The Sidewalk School”, que prometió asistirlos para que las instancias jurídicas de Estados Unidos analicen sus expedientes y determinen si pueden tener estadía en la nación.
La crisis migratoria en Matamoros, en el norte de México, se ha acentuado por la falta de albergues, alimentos y servicios, mientras centenares ya habitan en la ribera del río Bravo en casas de campaña como sucedió hace algunos años atrás con el Programa de Protección a Migrantes desplegado en la era de Donald Trump.
VGB