TIJUANA.- Marina, con 15 años recién cumplidos, apalea con fuerza el muro fronterizo en Playas de Tijuana y en cada golpe lleva la esperanza de miles de migrantes que como ella esperan en albergues de esta ciudad una oportunidad para pedir asilo a Estados Unidos.
La piñata se balancea, ella sigue golpeando y no logra romperla pero confía en que pronto el gobierno norteamericano le permitirá a ella y su familia entrar a ese país.
“Tengo esperanzas”, dice la adolescente durante la posada navideña que asociaciones civiles organizan cada año junto al cerco internacional, donde acudió junto a su padre y su hermano.
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Desde Tijuana, migrantes y activistas piden posada mientras al otro lado de la frontera sus pares responden y las voces atraviesan la frontera con el viento.
Al final desde Estados Unidos le dan la bienvenida a los “santos peregrinos”, pero ninguna puerta se abre.
La familia de Marina Mejía, que salió hace 8 meses de El Salvador y lleva 2 meses en esta frontera huyendo de las pandillas en su país, tendrá que seguir esperando si quiere exponer su caso ante un juez de migración.
“A mi hermano lo amenazaron de que entrara a la pandilla, mi hermano se negó y entonces la agarraron conmigo diciendo que me iban a secuestrar. Corríamos mucho peligro y pues mi papá tomó el riesgo y decidió venirse con nosotros”, cuenta.
Dentro de todo, podría decirse que corrieron con un poco de suerte porque al menos tienen un techo. Están en el Centro Scalabrini que dirige el sacerdote Pat Murphy.
La también conocida como Casa del Migrante albergó una noche antes de la posada a 90 personas, y el padre Murphy comenta que los alrededor de 40 albergues en la ciudad con capacidad para 6 mil personas, están llenos.
“Hay lugares que aceptan muchísima gente, no sé cómo pueden poner 240 en una casa. Para mí no es algo humano, falta dignidad”, dice el religioso que tiene más de una década atendiendo migrantes.
FIN DE AÑO
Este año las asociaciones civiles siguieron registrando la llegada de centroamericanos como la familia de Marina, pero también de venezolanos, haitianos y mexicanos desplazados por el crimen organizado.
Pero con la frontera “cerrada” a causa del Título 42 que permite al gobierno norteamericano expulsar de inmediato a las personas que ingresan ilegalmente a su país, las opciones para estos migrantes son pocas: esperar que haya una nueva política de EU sin el Título 42 a partir del próximo 21 de diciembre, o cruzar la frontera ilegalmente.
En los últimos dos meses al menos dos migrantes que se aventuraron por el mar perdieron la vida ahogados, y este diciembre un hombre que llegó desde la India con su familia murió al caer de una altura aproximada de 5 metros cuando escalaba el cerco fronterizo con su hijo de tres años de edad, quien no resultó lesionado.
La madre cayó en territorio norteamericano y fue la patrulla fronteriza la que avisó a la policía de Tijuana que el padre de familia yacía inconsciente del lado mexicano.
Esmeralda Siu, coordinadora ejecutiva de la Coalición pro Defensa del Migrante, considera que las autoridades han fallado en la coordinación interinstitucional y esto es aprovechado por traficantes de personas.
“Hay mucha desinformación de cómo acceder a los procesos, pasa lo mismo con los venezolanos, es una desinformación que luego nos ganan ahí las personas que se dedican a cosas ilícitas y confunden a la población”, advierte la activista.
Una de las respuestas a los intentos de cruces ilegales por la garita de San Ysidro fue instalar metro antes de la línea internacional un filtro con presencia de autoridades mexicanas.
El Ayuntamiento de Tijuana lo promovió primero como un filtro para agilizar el tránsito que ahoga a los alrededores de la garita, aunque en realidad funciona como un punto de revisión para que extranjeros no lleguen a territorio estadounidense y pidan asilo en las casetas.
La medida, como era de esperarse, no es bien vista por los defensores de migrantes.
“Si empezamos a permitirle a las autoridades que están destinadas para proteger y coordinar este flujos, si las involucramos en estas tareas, se puede confundir un poco. Creo que también de paso se presta un poquito para otros actos que no vamos a tener el control”, dice Esmeralda Siu.
Esos actos podrían ser de corrupción, pero las autoridades de ambos lados de la frontera consideran que la estrategia funciona porque han detenido hasta 8 extranjeros en un día, según declaraciones del secretario de Seguridad en Tijuana, Fernando Sánchez González.
Además el pasado 8 de diciembre esa corporación detuvo en ese filtro a una pareja rusa y un mexicano que llevaban más de medio millón de dólares.
El dinero, según dijo la alcaldesa Montserrat Caballero a la prensa local, sería producto del tráfico de personas, aunque la Fiscalía General de la República (FGR), a donde fueron entregados los detenidos y el efectivo, no ha confirmado nada sobre el caso.
LA ESPERA
Miguel Mejía, el padre de Marina, dice que la desesperación es grande pero ha preferido esperar antes que entrar ilegalmente a Estados Unidos.
“Ha habido momentos en verdad que el mismo estrés que me ha hecho pensar en agarrar el tren e irme con mis hijos. Pero me he detenido en eso porque digo: `A mis hijos no los voy a arriesgar, voy a arriesgar mi vida y la vida de mis hijos y no. Yo me he recomendado a Dios”, dice.
Su esposa y cuatro hijos más, incluidos tres menores de edad, siguen en El Salvador, así que la temporada de fin de año es aún más triste para la familia.
Marina cumplió 15 años este mes y lo celebró en el Centro Scalabrini, pero tampoco deja de pensar en cómo están viviendo sus hermanos y su madre.
“Muy triste para mí porque era una fecha muy especial y quería que mi mamá estuviera conmigo, quería que mi familia estuviera conmigo y lastimosamente no se pudo”, cuenta.
Los migrantes y los activistas tienen esperanza de que haya un trato humanitario y Estados Unidos respete el derecho de asilo, pero también creen que el fin del Título 42 no será una solución de fondo.
“Creo que no van a abrir todas las puertas, creo que van a intentar otros sistemas en que van a poner muchos obstáculos para que la gente pueda recibirlo (el asilo)”, dice el padre Murphy.
(djh)