SOBRERREPRESENTACIÓN LEGISLATIVA

Septiembre… ¿cambio de juego?

Los legisladores de Morena pretenden que la reforma al poder judicial y la eliminación de los órganos autónomos se aprueben antes de que se instale el próximo gobierno, en lo que ya se avizora como un cambio de juego. | Marco Adame

Escrito en OPINIÓN el

Conforme se acerca el 1 de septiembre, fecha en que se instala el Congreso mexicano, crece la preocupación en diversos sectores ante el avance de la deriva autoritaria. Organismos nacionales e internacionales han advertido las graves consecuencias de diluir los derechos de las minorías políticas y de eliminar los contrapesos al poder ejecutivo. 

El gobierno actual y el entrante buscan, por todos los medios, concretar las reformas a la constitución que propuso el presidente. Si el INE le otorga a la coalición gobernante, encabezada por Morena, una sobrerrepresentación por encima de los votos obtenidos; si el tribunal electoral confirma esta decisión y la cámara de diputados se integra con una súper mayoría de 373 diputados a favor del gobierno; y si los operadores del régimen, aprovechando  la división de la oposición, doblan a tres o más senadores electos con presiones y prebendas; lo que sigue es la instalación de un nuevo régimen.

Con algunas variantes, el cambio inadvertido que se está dando en México, lo hemos visto en Venezuela, Bolivia y Nicaragua. La democracia se ha utilizado para encumbrar a regímenes populistas, soportados por el ejército, con partidos hegemónicos, liderados por autócratas insaciables de poder y auto elogios; que enarbolan banderas de izquierda, que escenifican desplantes nacionalistas y anti norteamericanos y utilizan al pueblo como argumento de todos sus excesos. El escándalo de Alberto Fernández, en Argentina, es solo un botón de muestra. 

Morena hoy tiene una presencia nacional extensa, la variada mezcla de sus integrantes –mayoritariamente ex priistas– los identifica como un movimiento ecléctico, revisionista, sin programa ni identidad propia; por el liderazgo unipersonal de su líder, más cercano al caudillismo que a la formación orgánica de una estructura política de vanguardia. 

El nuestro es un cambio de régimen aparentemente acelerado, cultivado durante dieciocho años de oposición al interior del grupo en el poder e instrumentado durante el presente  sexenio. La anunciada continuidad,  busca una consolidación que a Venezuela le ha llevado veinticinco años, desde que Hugo Chávez llegó a la presidencia. Hoy, el dictador Nicolas Maduro, enfrenta el cuestionamiento de propios y extraños, a sus  contradicciones y extravagancias. La división de la coalición gobernante y el “apoyo crítico” que recibe, anticipa el debilitamiento y la probable caída del régimen chavista.

Durante los próximos días se conocerá la definición del INE sobre los diputados plurinominales. Los expertos y diversas organizaciones ciudadanas se han pronunciado en contra de la sobrerrepresentación: la iglesia católica ha llamado al respeto a la voluntad popular y a la formación de “un congreso para todos”; el CCE ha pedido a las autoridades electorales un reparto justo e equitativo de las diputaciones para “preservar los equilibrios democráticos y la representación política del país”.  La agrupación Unidos hará llegar al Tribunal Electoral miles de firmas a través del “Amicus Curiae”. 

En tanto, los legisladores de Morena, maquilan los cambios constitucionales de manera inescrupulosa y al margen del proceso legislativo. Los cambios anunciados radicalizan las medidas para la reforma al poder judicial y la eliminación de los órganos constitucionalmente autónomos; la pretensión es aprobarlos antes de que se instale el próximo gobierno, en lo que ya se avizora como un cambio de juego. 

A los demócratas nos corresponde advertir, persistir y resistir ante los riesgos del autoritarismo.

Marco Adame

@MarcoAdame