Un equipo internacional encabezado por Joel Sánchez Bermúdez, investigador del Instituto de Astronomía de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), identificó siete volcanes activos en Ío, una de las lunas de Júpiter.
La detección se realizó mediante el Telescopio James Webb (JWST) y técnicas innovadoras de análisis. Los especialistas registraron puntos calientes y erupciones en la superficie del satélite, además de depósitos que podrían corresponder a dióxido de azufre.
Este resultado confirma que Ío mantiene la mayor actividad volcánica del Sistema Solar. El satélite, con 3,600 kilómetros de diámetro, muestra un entorno geológico en constante transformación debido a la interacción gravitacional con otras lunas jovianas.
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El trabajo se desarrolló con la colaboración de instituciones de Estados Unidos, Europa y Asia, incluyendo la University of California Berkeley, el Space Telescope Science Institute y el Royal Institute of Technology de Suecia.
Tecnología aplicada en la observación
Los investigadores aplicaron interferometría con enmascaramiento de apertura, un procedimiento que utiliza una máscara metálica con siete perforaciones para cubrir parte de la pupila del telescopio. Esta técnica duplicó la resolución del JWST y evitó la saturación de los detectores ante el brillo de Ío.
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El tamaño de Ío, cercano al campo de visión del interferómetro, representó un reto. Para resolverlo, el equipo creó un método que empleó redes neuronales entrenadas para reconstruir imágenes. El proceso de “deconvolución” permitió distinguir estructuras volcánicas con mayor precisión.
La consistencia de la técnica se corroboró con imágenes capturadas por el telescopio Keck, en Hawai, durante observaciones cercanas en fechas previas y posteriores a las del James Webb.
Los investigadores plantean que el método abrirá la posibilidad de monitorear en tiempo real fenómenos dinámicos en Ío y en otros cuerpos activos del Sistema Solar.
Exploraciones jovianas
Contexto: el estudio de Júpiter y sus satélites acumula hitos desde el siglo XVII. Galileo Galilei identificó en 1610 las cuatro lunas principales, entre ellas Ío y Europa, con un telescopio fabricado por él mismo.
En septiembre de 2022, un grupo del Instituto de Astronomía de la UNAM, también con participación de Sánchez Bermúdez, colaboró en la detección de un planeta gaseoso mediante observaciones de radio con el Arreglo Interferométrico de Base Muy Larga (VLBA).
Ese mismo mes, el 26 de septiembre de 2022, Júpiter se acercó a la Tierra a 590 millones de kilómetros, el punto más próximo en 59 años. En esa ocasión, astrónomos de la UNAM explicaron que el planeta se encontraba en oposición y podía observarse a simple vista.
Otros descubrimientos incluyen la identificación del satélite número 79 de Júpiter, conocido provisionalmente como Bateludo, y el análisis de géiseres en Europa que expulsan agua y compuestos orgánicos, lo que mantiene el interés en la búsqueda de vida en esa luna.
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Proyección de la investigación
La metodología aplicada en Ío permitirá ampliar la capacidad de observación astronómica. Los especialistas consideran que futuros instrumentos espaciales podrán operar con sistemas interferométricos y no solo con telescopios unitarios.
El seguimiento de volcanes activos en Ío brindará datos sobre procesos geológicos que ocurren fuera de la Tierra. Además, permitirá comparar dinámicas como el choque de vientos estelares, la formación de sistemas planetarios y la detección de exoplanetas.
La investigación refuerza la participación de la UNAM en proyectos internacionales y proyecta nuevas etapas en el conocimiento de Júpiter y de las condiciones extremas de sus satélites.
VGB
