Recientes publicaciones científicas confirmaron nuevos detalles sobre los huracanes espaciales, un fenómeno observado por primera vez el 20 de agosto de 2014. Los estudios más recientes indican que este tipo de eventos podría ocurrir hasta diez veces al año en latitudes polares, con mayor frecuencia en verano.
El huracán espacial registrado en 2014 se formó durante un período de baja actividad solar y condiciones geomagnéticas tranquilas. Este hecho indicó que no es necesaria una tormenta solar intensa para su aparición. Investigadores señalaron que su formación puede producirse cuando la energía del viento solar entra en los lóbulos magnéticos traseros del escudo magnético terrestre mediante un proceso llamado reconexión de lóbulos.
El fenómeno consiste en una tormenta de plasma que gira en la atmósfera superior terrestre, a unos 200 kilómetros sobre el Polo Norte Magnético. Mide cerca de mil kilómetros de diámetro y permaneció activo por casi ocho horas. En lugar de lluvia, descarga electrones en la ionosfera y presenta una estructura espiral con múltiples brazos y un centro tranquilo. Sus auroras brillantes en espiral permitieron reconstruir el evento con detalle a partir de sensores especializados.
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Impactos tecnológicos identificados
Investigaciones recientes indican que estos huracanes espaciales pueden afectar las señales GPS, las comunicaciones satelitales y los sistemas de radio terrestres. El fenómeno provoca centelleo de fase en las señales GPS, reduciendo la precisión y continuidad de la navegación.
Además, puede generar fluctuaciones magnéticas que impactan sistemas eléctricos. Magnetómetros en Groenlandia registraron variaciones abruptas en el campo magnético comparables a tormentas geomagnéticas menores.
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Aunque no representan un riesgo directo para las personas, sí constituyen una amenaza para tecnologías esenciales. Al no ser detectados por índices geomagnéticos estándar, requieren ampliar la vigilancia del clima espacial.
Antecedentes y confirmación inicial
Contexto: en 2021, un análisis retrospectivo de datos satelitales confirmó oficialmente la existencia de huracanes espaciales. El hallazgo fue resultado de observaciones realizadas en agosto de 2014 por satélites del Programa de Satélites Meteorológicos de Defensa (DMSP), en un estudio dirigido por la Universidad de Shandong, con colaboración de la Universidad de Reading y otras instituciones de China, Estados Unidos, Noruega y el Reino Unido.
El huracán espacial registrado en 2014 mostró características similares a las de un huracán terrestre, como la forma arremolinada y un “ojo” central, pero en lugar de precipitación de agua descargó electrones. Su formación se relacionó con una transferencia rápida de energía del viento solar y partículas cargadas hacia la atmósfera superior.
Evidencia y proyecciones
El equipo de investigación empleó un modelo tridimensional de magnetosfera y observaciones de cuatro satélites para elaborar la imagen del fenómeno. Los resultados se publicaron en la revista Nature Communications.
La presencia de plasma y campos magnéticos en atmósferas planetarias sugiere que los huracanes espaciales podrían ocurrir también en otros cuerpos del sistema solar. Antes de su detección en la atmósfera superior terrestre, se habían observado huracanes en capas bajas de Marte, Júpiter y Saturno, así como tornados solares.
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Los especialistas indicaron que el evento de 2014, ocurrido en un periodo de baja actividad geomagnética, evidenció la necesidad de mejorar el monitoreo del clima espacial. El estudio de estos fenómenos permitirá entender mejor la interacción entre viento solar, magnetosfera e ionosfera.
VGB
