El Proyecto Chrysalis es una nave espacial multigeneracional concebida como una ciudad autosuficiente con el objetivo de colonizar un exoplaneta. Su nombre proviene de la fase de metamorfosis de mariposas y polillas, asociada al cambio de sus tripulantes durante el viaje.
Chrysalis obtuvo el primer lugar en el Project Hyperion Design Competition, certamen organizado por la Iniciativa para Estudios Interestelares (i4is). El equipo italiano que desarrolló la propuesta presentó un diseño modular con detalle técnico y planificación de misión a gran escala.
El objetivo es explorar la viabilidad de un viaje interestelar tripulado con tecnologías actuales y futuras, creando un hábitat capaz de sostener a varias generaciones humanas durante siglos.
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Destino y dimensiones de la nave
El destino planteado es Próxima Centauri b, un planeta de tamaño similar a la Tierra descubierto en 2016, a 4.24 años luz del Sol, en el sistema Alfa Centauri. El trayecto se estima en 400 años de duración.
La nave tendría 58 kilómetros de largo y una masa de 2,400 millones de toneladas métricas. La estructura cilíndrica, con extremo delantero angosto, busca reducir riesgos de impacto con micrometeoritos y disminuir tensiones durante aceleración y desaceleración.
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El hábitat se dispondría en niveles modulares concéntricos con rotación continua para generar gravedad artificial y reducir efectos fisiológicos de la ingravidez.
Estructura y vida a bordo
Chrysalis contaría con capacidad para 2,400 personas, aunque los diseñadores consideran óptima una población de 1,500 para mantener la sostenibilidad.
En la zona más próxima al núcleo se ubicarían áreas de cultivo de plantas, hongos, insectos y ganado, junto con biomas como bosques tropicales o boreales. Más allá se localizarían parques, escuelas, hospitales y bibliotecas, seguidos de zonas residenciales. En la periferia operarían industrias, talleres y almacenes automatizados.
Los sistemas de soporte vital funcionarían en circuito cerrado de agua, aire, suelos y nutrientes. Los ecosistemas internos producirían oxígeno, absorberían dióxido de carbono, reciclarían residuos y purificarían el agua.
Espacios singulares y preparación de tripulantes
En la parte frontal de la nave, el Cosmo Dome ofrecería un área de microgravedad y observación del espacio. Este sería el único punto para ver el exterior y se destinaría a actividades comunitarias.
Los espacios comunes se diseñarían como áreas abiertas. Ventanas y paredes podrían proyectar imágenes de paisajes terrestres para disminuir la sensación de encierro.
Previo al lanzamiento, las primeras generaciones vivirían entre 70 y 80 años en un entorno aislado en la Antártida, con el fin de adaptarse a las condiciones de confinamiento y a la vida en comunidad.
Gobierno y control poblacional
La administración de la nave combinaría la dirección humana con inteligencia artificial para preservar conocimientos, arbitrar en decisiones y detectar tensiones.
El control demográfico se planearía desde el inicio: 250 hombres y 250 mujeres, de entre 25 y 28 años al momento del despegue, podrían tener hasta dos hijos entre los 28 y 31 años. Se prevé que la decimotercera generación arribe a Alfa Centauri.
Tecnología y tiempos de construcción
Para completar el trayecto en 400 años, Chrysalis debería alcanzar el 1.07% de la velocidad de la luz, 17 veces la velocidad de la sonda solar Parker de la NASA. Su propulsión se basaría en un motor de fusión directa con helio-3 y deuterio, tecnología aún en fase conceptual.
El tiempo estimado de construcción oscilaría entre 20 y 25 años, condicionado al desarrollo de los sistemas de propulsión y soporte vital necesarios para el viaje.
Otros proyectos de colonización de planetas
Contexto: distintas agencias espaciales y empresas privadas desarrollaron y desarrollan proyectos para establecer asentamientos humanos fuera de la Tierra. La NASA impulsa el programa Artemis, cuyo objetivo es llevar nuevamente astronautas a la Luna y crear una base permanente que sirva como plataforma para misiones a Marte. El plan incluye módulos habitables, sistemas de energía y tecnologías para producir recursos a partir del suelo lunar.
SpaceX, empresa de Elon Musk, diseñó la nave Starship con el propósito de transportar grandes tripulaciones y carga a Marte. El proyecto contempla viajes regulares y el establecimiento de colonias autosuficientes que utilicen recursos marcianos, como el agua en forma de hielo, para generar oxígeno y combustible.
La Agencia Espacial Europea (ESA) participa en el desarrollo de hábitats modulares para entornos extraterrestres. Su concepto Moon Village plantea una comunidad internacional en la superficie lunar, abierta a la colaboración de gobiernos y empresas.
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En el ámbito privado, Blue Origin desarrolla el proyecto Blue Moon para transporte y carga en la Luna, con miras a apoyar futuras colonias. Otras iniciativas, como Mars Society, impulsan investigaciones sobre agricultura en suelos marcianos simulados y sobre el diseño de estaciones presurizadas.
China, a través de la Administración Espacial Nacional China (CNSA), planifica misiones tripuladas a la Luna en la próxima década y el despliegue de infraestructura para estancias prolongadas.
Estos proyectos representan distintas rutas tecnológicas y de cooperación internacional que buscan evaluar la viabilidad de la colonización en entornos extraterrestres.
VGB
