Los buñuelos son uno de los postres más queridos de la temporada decembrina, pero también uno de los que más dolores de cabeza provocan en la cocina. Aunque parecen sencillos —masa delgada, fritura rápida y miel de piloncillo—, pequeños descuidos pueden arruinar la textura crujiente que todos esperan.
Para que no te pase, reunimos los fallos más frecuentes y cómo solucionarlos sin necesidad de ser experto.
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Masa dura o quebradiza
Uno de los problemas más comunes es que la masa queda rígida y se rompe al estirar. Esto pasa por falta de reposo o por exceso de harina.
Solución: deja reposar la masa al menos 30 minutos cubierta con un trapo limpio. Añade harina de a poco; la masa debe sentirse suave, elástica y ligeramente húmeda.
No se inflan al freír
Los buñuelos necesitan aire en la masa para esponjar y dorar parejo. Si no se inflan, normalmente es porque la masa no se trabajó lo suficiente.
Solución: amasa durante 8–10 minutos hasta que esté suave y extensible. También ayuda golpear la masa ligeramente contra la mesa.
Se queman por fuera pero quedan crudos por dentro
Esto ocurre cuando el aceite está demasiado caliente. El exterior se dora rápido, pero el interior no alcanza a cocinar.
Solución: mantén la temperatura entre 170°C y 180°C. Si no tienes termómetro, prueba con un pedacito de masa: debe burbujear suavemente, no quemarse al instante.
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Los buñuelos salen aceitosos
Un error típico es freír sin escurrir bien o usar un aceite que ya está viejo.
Solución: coloca los buñuelos sobre papel absorbente y usa aceite limpio. No amontones piezas en el sartén: eso baja la temperatura y hace que la masa absorba más grasa.
Se rompen al estirar
Si la masa está muy seca o no tiene suficiente elasticidad, es común que se abran orificios indeseados.
Solución: añade una cucharada de agua tibia o un chorrito de aceite y vuelve a amasar. Estira siempre desde el centro hacia afuera, girando la masa.
Miel demasiado espesa o muy aguada
La miel de piloncillo define el sabor del buñuelo. Si queda espesa, endurece el postre; si queda muy líquida, no se adhiere.
Solución: busca una consistencia tipo jarabe. Prueba dejando caer una gota en un vaso con agua: si se disuelve lentamente, está lista.
Buñuelos sin sabor o muy salados
La masa necesita equilibrio: poca sal y un ligero toque de azúcar para resaltar el sabor.
Solución: por cada taza de harina, utiliza 1 cucharadita de azúcar y ½ de sal. Puedes añadir ralladura de naranja o canela molida para un toque extra.
No lograr la textura crujiente
El verdadero sello del buñuelo es su crujido. Si está gomoso, fallaste en la masa o en la fritura.
Solución: estira muy delgado (casi transparente), fríe en aceite caliente y no apiles los buñuelos cuando aún están tibios: el vapor los reblandece.
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Hacer buñuelos perfectos no es cuestión de suerte, sino de técnica. Ajustando la humedad de la masa, cuidando la temperatura del aceite y vigilando la miel, puedes lograr buñuelos dignos de posada en casa. Y si quieres que queden aún mejor, la regla de oro es simple: paciencia al amasar y precisión al freír.
EONM
