Las cantinas son lugares excelentes no solamente para echarse un trago, sino para entender la historia de México en diferentes periodos. Muchos de estos lugares han ganado bastante popularidad a nivel internacional, debido a los sucesos y leyendas que los rodean, haciéndolos los espacios ideales para comprender los cambios políticos, sociales, culturales y económicos que ha atravesado el país.
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Con anterioridad te platicamos de “El Nivel”, la primera cantina que se tiene registro en la Ciudad de México, la cual tomó el nombre del Monumento Hipsográfico dedicado al ingeniero hidráulico Enrico Martínez, quien fue uno de los hombres más importantes de la Nueva España.
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Este lugar, con más de 150 años de historia, se volvió un emblema dentro de la capital mexicana y fue testigo desde la fundación de la Universidad Nacional Autónoma de México hasta la llegada del siglo XXI, provocando que sea un espacio indispensable para los cronistas e historiadores dedicados a la gastronomía nacional.
Sin embargo, “El Nivel” no es la única cantina que podemos encontrar en la Ciudad de México; muchos de estos espacios guardan extraordinarias historias que merecen ser contadas para su posterioridad.
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¿Cuál es la historia detrás de la cantina favorita de políticos, escritores e intelectuales?
Uno de estos negocios es la cantina “La Ópera”, un espacio tan importante dentro de la historia de la Ciudad de México que merece ser llevado a la pantalla grande. Su inauguración fue en 1876; originalmente estaba ubicada en un predio donde actualmente se encuentra la Torre Latinoamericana. Sin embargo, debido a varios problemas, en 1900 decidieron trasladarla a la calle 5 de mayo, donde su leyenda comenzó.
Su nombre se debe gracias al antiguo Teatro Nacional, espacio donde comúnmente se tocaba ópera para el deleite de las clases altas del momento. Una de las características que hizo a “La Ópera” una cantina conocida entre los capitalinos es su mobiliario antiguo, especialmente su barra que se dice fue traída de Nuevo Orleans y que sigue intacta.
En sus inicios, estos negocios no aceptaban mujeres; no obstante, algunos relatos orales afirman que este lugar contaba con una zona exclusiva para el género femenino, en la cual incluso la esposa de Porfirio Díaz fue cliente frecuente, llegando a degustar una copa de alcohol.
Si existiera un negocio que pudiera contar sobre las aventuras de las cuales ha sido testigo, sería “La Ópera”, donde en sus sillas y mesas han pasado desde políticos, pintores, escritores, intelectuales y actores de todas las nacionalidades; algunos de los más reconocidos son Gabriel García Márquez, Carlos Fuentes, Vicente Fox, Fernando Botero, entre muchos más.
De igual manera, ha sido el escenario ideal para múltiples grabaciones de películas mexicanas como “Los de abajo” (1939), “La cucaracha” (1959), “La Generala” (1970) y “Arráncame la vida” (2008), transformándolo en una ventana hacia el pasado.
El disparo que hizo historia
Además de su mobiliario de más de 100 años, “La Ópera” se ha caracterizado por ser el lugar donde Pancho Villa disparó al aire, quedando un pequeño orificio en el techo, convirtiéndose en uno de los principales atractivos del negocio.
De acuerdo con varios trabajadores del lugar, el caudillo se encontraba sobrio en la cantina, pero una trifulca ocasionó que sacara su arma y disparara al techo, esto con el motivo de detener los gritos y empujones, llamar la atención y evitar una pelea en el establecimiento.
“Vino la Revolución, los de abajo hicieron sentir su poder y entraron a caballo a la cantina. Pancho Villa, por el gusto, disparó su pistola y un tiro se incrustó en el techo”, se puede leer en la portada de un periódico colocada en “La Ópera”.
