Las cantinas son uno de los pocos espacios de la Ciudad de México que tienen historia, ya sea porque ahí acudieron los personajes más importantes del país o son establecimientos que marcaron un antes y un después en la vida de muchos mexicanos.
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La gran mayoría de estas las podemos encontrar en lugares escondidos; sin embargo, entre sus cuatro paredes guardan secretos, historias y datos curiosos no solamente sobre aquellas personas que lo llegaron a visitar sino también sobre su origen.
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En lo más recóndito del Centro Histórico de la Ciudad de México, podemos encontrar espacios asombrosos y sitios que tienen mucho misterio. A lo largo de los años, estas edificaciones han ido evolucionando; algunas han sido derrumbadas, mientras que otras siguen de pie, formando parte de la historia de la capital mexicana.
Si hablamos de cantinas famosas, podemos mencionar "El Salón Tenampa", "La Cantina del Tío Pepe" o "La Potosina"; sin embargo, estas no fueron las primeras de la ciudad, sino más bien, son un legado de este espacio que ya es un símbolo en la historia.
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¿Dónde nació la cantina más antigua de la Ciudad de México?
Se trata de La Cantina El Nivel, la más antigua de la Ciudad de México, cuya ubicación estaba frente al Monumento Hipsográfico (una estatua de Enrico Martínez), que por muchos años permaneció a escasos metros de la cantina y que popularmente suele conocerse como "El Nivel".
La historia de La Cantina El Nivel data desde la época del México-Tenochtitlán, ya que la piedra que se utilizó para construir el predio fue parte de la pirámide de Tezcatlipoca; posteriormente, durante la Nueva España se fundó la Real y Pontificia Universidad de México, justo en ese mismo lugar que en su momento fue propiedad del conquistador Pedro González Trujillo.
Los años fueron pasando y la cantina fue inaugurada en 1857. Contó con la primera licencia emitida por las autoridades para el funcionamiento de venta de bebidas alcohólicas; de hecho, la persona que firmó dicho documento fue el presidente Sebastián Lerdo de Tejada.
Durante su nacimiento, la cantina no tenía nombre, hasta casi dos décadas después cuando se colocó el Monumento Hipsográfico (una estatua de Enrico Martínez), por lo que la gente comenzó a llamarla "El Nivel", nombre que posteriormente adoptarían después.
Para 1915, la cantina ya ocupaba toda la planta baja del edificio; sin embargo, debido a varios cambios de dueños, el lugar se fue reduciendo. Para 1925, el edificio fue comprado a Martín Urrieta; un año después, el Gobierno Federal lo adquirió y en 1929 ya era propiedad del Partido Nacional Revolucionario (antecesor del PRI). En 1940 fue comprado por Enriqueta H. de Jáuregui.
Poco a poco, el espacio de La Cantina El Nivel fue disminuyendo, pero su fama se mantuvo intacta incluso después de su cierre en 1982; para 1989 fue local de varios negocios, y en 1996 el inmueble pasó a formar parte de la UNAM, siendo sede del Programa Universitario de Estudios sobre la Ciudad.
Entre las personalidades más importantes que pasaron por sus puertas, incluyen a Benito Juárez, Antonio López de Santa Anna, José López Portillo, Miguel de la Madrid, Ernesto Zedillo, Luis Donaldo Colosio, Jacobo Zabludovsky y Carlos Monsiváis.