"Después de un periodo de revisión y negociaciones diversas alrededor del complejo Cinemex Palacio Chino, el desarrollador del inmueble finalmente decidió cambiar el uso del mismo". Este fue el epitafio del glamoroso cine que funcionó durante 80 años en las calles de Bucareli e Iturbide, justo en la zona en la que se termina en primer cuadro de la Ciudad de México.
El Cine Palacio Chino fue inaugurado el 29 de marzo de 1940 con una función de la película Luna de Miel, del cineasta británico Alexander Korda. Las crónica periodísticas de la época resaltaban la decoración del edificio, en el que abundaban dragone, budas y paisajes chinos obras de los artistas Juan Campos y Humberto Ramirez. Todo ello ofrecía al espectador la idea de que aquello no era simplemente "ir al cine" sino una experiencia sensorial, casi un viaje a lejano oriente.
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El Palacio Chino funcionó con esa majestuosidad, sin embargo, durate muy poco tiempo. Apenas dos décadas después de su inauguración, comenzó a sufrir los estragos de la crisis en el cine mexicano y fue de los primeros que se convirtieton en complejos cinematográficos.
Este concepto fue desarrollado en México por Carlos Amador, quien adquirió el Palacio Chino, lo fraccionó en cuatro salas más pequeñas y vendió una parte del terreno para la construcción de oficinas. Con esta reestructuración, el cine perdió su fachada de Bucareli, una avenida céntrica y transitada, por lo que desde entonces su entrada se traslado a la calle de Iturbide, poco transitada, lúgubre y nada glamorosa.
En esta nueva etapa se le conoció como Telecine Palacio Chino, en referencia a que las pantallas de esas cuatro salas era evidentemente más pequeña que la original.
Funcionó así con relativo éxito hasta mediados de los años 80, cuando cada vez menos se usaba para los grandes estrenos y su cartelera anunciaba cais solamente películas de segunda categoría. En la década de los 90, ya en franca decadencia, el cine se transformó en un Cinemex, empresa que lo adquirió mediante un contrato de operación por 20 años.
Con este modelo de negocios, Cinemex operó también muchos otros cines de la Ciudad de México, a los que rescató luego de varios años en decadencia. En el caso del Palacio Chino, sin embargo, se toparon de pronto con un grave problema: un grupo delincuencial que se dedicaba a la venta de boletos falsos.
En la calle de Iturbide, antes de que llegaran a la taquilla, los transeúntes eran abordados por estas personas que ofrecían boletos más baratos. A pesar de que la empresa Cinemex denunció esta operación ilegal, este grupo siguió operando durante poco más de tres años en los alrededores del Palacio Chino, que para entonces ya tenía muy poco de la antigua decoración glamorosa oriental.
Los boletos, a pesar de ser ilegales, eram validados por los empleados del Cinemex para evitar mayores problemas y la propia empresa decidió cerrar el cine un año antes del final de su contrato de operación, con el argumento de que requería de una remodelación y renegociación con los dueños.
Un año después, en 2017, Cinemex anunció el cierre definitivo de la sala.
"Este cine ha cerrado sus operaciones definitivamente y Cinemex Real es el complejo que ahora atenderá a esa zona", informó a través de un escueto comunicado con el se bajó la cortina de 8 décadas de historia.
El edificio permanece desde entonces abandonado. Todavía fue utilizado en algunas ocasiones para realizar fiestas masivas y happenings, sobre todo durante la celebración de la Marcha de Orgullo.
Actualmente, es un edificio que apenas y conserva algunas esculturas pequeñas de budas incrustadas en la fachada roja de la calle de Iturbide.
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