#CARTASDESDECANCÚN

Carta al Camarógrafo Vapuleado

Donde se llega a la peregrina conclusión de que algo siniestro acontece tras el circo cotidiano de la 4T. | Fernando Martí

Escrito en OPINIÓN el

RVDSMO. SR. DON EMILIANO GONZÁLEZ HÉROE ACCIDENTAL DE LA PATANERÍA

Muy Atolondrado e Imprudente Colega: 

Quiero iniciar esta misiva preguntándole por su estado de salud, no tanto el físico, que asumo será cabal, pero sí sobre su salud mental, pues alguna tara profunda o distorsión manifiesta deben sufrir sus neuronas cuando se le ocurrió, de manera tan impulsiva y temeraria, meterse entre las patas de los caballos en la reciente gresca de la tribuna del Senado.

Me siento tentado a tachar del párrafo anterior la palabra caballo, animal que tengo en alta estima, para sustituirla con la de un equino menos prestigiado, como el asno o la mula, pues ambos calificativos le vienen como anillo al dedo a los dos protagonistas de la cuasi bronca, de un lado el muy impresentable Alito Moreno, del otro el muy ordinario Fernández Noroña, quienes han contribuido con innumerables relinchos y rebuznos a la folclórica historia del poder, o más bien, del no-poder legislativo de la nación.

En mi humilde opinión, que de seguro Vuestra Imprudencia no comparte, lo de burro le queda mejor a Fernández Noroña, a quien los medios suelen motejar como Lloroña, por su reiterada proclividad a hacerse la víctima. Como sea, el susodicho no pierde oportunidad para exhibir su ignorancia enciclopédica, lo cual equivale a decir que ignora en su totalidad el contenido de la enciclopedia. 

En sentido inverso, lo de mula le cuadra bien a Alito, quien no se cansa de exhibir una personalidad atrabancada y rijosa, adicta al descontón y al golpe bajo. Hay que aclarar, no obstante, que en el caso que nos ocupa los términos son intercambiables, pues si Noroña destaca como jumento y Alito sobresale como acémila, eso no significa que Alito no sea muy burro y Noroña no sea muy mula.

El currículum de ambos contendientes acredita estos dichos. Envuelto en los ropajes guindas del morenismo, el senador Noroña pateó y golpeó a la policía en 2009 y 2018, cuando le impidieron la entrada al tercer informe de Calderón y al último de Peña Nieto. Luego, profirió insultos en cascada en ambas cámaras: decrépito y sinvergüenza, le dijo al gurú de su partido, Muñoz Ledo; pinche chapulín, a su correligionario Martí Batres; majadero y mentiroso, al panista Javier Lozano; y los epítetos de traidor a la patria, vendepatrias, corrupto y miserable, los ha enderezado contra docenas de adversarios. No hace tanto, desafió a la cúpula de su movimiento (no estoy obligado a ser austero, proclamó), mintió a diestra y siniestra (en la posesión de camionetas de lujo, en sus viajes en primera clase a París y a Roma, en la adquisición de una casa en Tepoztlán edificada en terrenos comunales) y, minutos antes del fiasco con Alito, retó al panista Federico Döring con estas palabras: “Dejaré la presidencia el 31 a la medianoche, y el primero de septiembre estoy a sus órdenes, en el terreno que quiera”.

En cuanto al otro integrante de la recua, el diputado Moreno tiene una brillante hoja de antecedentes cuasi penales en el bando tricolor, entre los cuales descuellan las acusaciones de enriquecimiento ilícito durante su gestión como gobernador de Campeche (donde es propietarios de 17 inmuebles, entre casas y ranchos), los expedientes abiertos en la Fiscalía por tráfico de influencias, desvío de recursos federales, lavado de dinero y fraude fiscal (todos congelados a partir del apoyo del PRI a la reforma energética de AMLO), la modificación a destiempo de los estatutos del PRI (que le permiten perpetuarse en el poder), la expulsión de cuadros dirigentes que lo han criticado (Manlio Fabio Beltrones, Alfredo del Mazo, Alejandra del Moral, Quirino Ordaz y un largo etcétera), y la filtración de videos en donde dice textualmente: “A los periodistas no hay que matarlos a balazos, hay que matarlos de hambre”.

Esas son las fichitas que Vuestra Insensatez trató de separar. ¡Qué desatino! De ahí vino el violento empujón de Alito, el tropezón con la silla vacía y el tremendo costalazo que se dio, suficiente para dejarlo tendido en la lona. No sólo hizo un papelote como réferi espontáneo, sino que nos impidió ver el curso natural del pleito, aunque es verdad que el show no prometía gran cosa. Para colmo, a las pocas horas apareció en cámaras con un collarín cervical, un cabestrillo bastante chafa y un vendaje de cuarta (transformación) en la mano derecha, disfraz patético nunca respaldado por un dictamen médico. Si Vuestra Bobería piensa dedicarse de lleno a la comunicación, cuide mejor su imagen: no se puede llegar a un evento como periodista oficial, con charola y toda la cosa, pasar a hacer el ridículo como pacificador y terminar la función como candidato a discapacitado motriz. 

¡Todo tiene un límite! 

***

Como Vuestra Candidez se encontraba yacente y horizontal, tal vez medio noqueado –y no digo atarantado, porque eso lo estaba desde antes–, desde esa posición en decúbito ventral, es decir, tirado boca abajo, de seguro no se pudo percatar del gran favor que acababa de prestar a la república o, en todo caso, a uno de sus más ínclitos y vociferantes portavoces.

Y es que el parlanchín Noroña, súbitamente mudo, aprovechó la confusión que provocó su caída para refugiarse tras las faldas de la diputada Dolores Padierna y, aunque no hay duda de que lo vio postrado y machacado por las hordas priístas, no tuvo arrestos para regresarse y defenderlo, como corresponde proceder cuando cae un compañero en batalla. Máxime, tratándose de un camarada cercano y leal, un hombre de sus confianzas, al grado de que hace pocas semanas se lo llevó a Roma en gira de trabajo, con la intención de que grabara su histórica intervención en la Segunda Conferencia Parlamentaria sobre Diálogo Interreligioso, a la que asistió en su conocida profesión de ateo.

Antes que auxiliar al herido en la batalla, el jefe del pelotón optó por la graciosa huida, digamos que a galope tendido, rumbo a la seguridad de la puerta de atrás, aunque no pudo evitar, en su despavorida fuga, el jalón y el coscorrón que le propinó otro diputado rufián, Carlos Gutiérrez Mancilla. En el trayecto, el rostro demudado por el azoro y el espanto, se abrió paso como pudo, no porque temiera por su integridad física, eso nunca, pues él mismo ha confesado que daría la vida antes que traicionar al pueblo, pero sí por el irreparable daño que la refriega le causó a su investidura.

Quien sí se regresó al lugar de los hechos fue Alito quien, con la caballerosidad que le caracteriza, se acercó solícito al lugar donde yacía su víctima, no para ofrecerle una disculpa o preguntar por sus lesiones, tampoco para ayudarlo a incorporarse, sino para rematarlo con un par de arteros puntapiés. No habrán sido tan graves sus efectos porque en los videos se aprecia que, a los pocos minutos, Vuestra Inocencia se levantó por su propio pie (ni siquiera los morenistas se acercaron a ayudarlo), y sin ayuda de terceros se retiró del escenario, lo cual pone en entredicho la gravedad de sus heridas.

En la tertulia del café, única fuente de información confiable que existe en mi pueblo, la conclusión fue más o menos unánime: si bien Noroña fue el provocador, Alito fue el agresor. En el siguiente nivel, el consenso cobró intensidad: Alito es un gandalla y Noroña es un coyón, que no tuvo la suficiente testosterona (aquí le dicen huevos) para sostener su bravata. Huyó como un rajón, sin la menor preocupación, ya no digamos por su camarógrafo, mas ni siquiera por su menudo escudo protector, la frágil anatomía de la diputada Padierna, que salió milagrosamente ilesa del patético altercado.

El sentir de la mesa cafetera es el siguiente: salió ganando Alito, no porque venciera a golpes a su escurridizo rival, sino porque puso a la 4T en una posición insostenible. No lo pueden desaforar, ni siquiera tratar de, pues corren el riesgo de convertirlo en víctima y en héroe. Tendrán, entonces, que seguir aguantando sus desplantes de macho alfa, que no es un secreto que le encantan a la gente y que, en la época del cinismo y la post-verdad, suelen generar mucho magnetismo político. Ahí tiene Vuestra Estulticia el ejemplo de Donald Trump: evasor de impuestos, cliente de prostitutas, transa de negocios, racista de corazón, simpatizante del Ku Klux Klan, embustero desorbitado, cínico y petulante, lo que Usía quiera, pero también triunfador indiscutible en las elecciones del país más poderoso del mundo. 

Volviendo a nuestro tema, he oído por ahí, he leído por acá y por allá, algunos descalificativos sobre el lance Alito-Noroña: ¡Qué vergüenza!  ¡Es un escándalo! ¡Son unos patanes! ¡Denigran al Congreso! Las buenas conciencias que así opinan no han leído suficiente historia. Si lo hicieran, sabrían que un antecesor de Noroña en el cargo de presidente del Senado fue el cacique potosino Gonzalo N. Santos, quien en su libro de “Memorias” cuenta cómo amenazaba a los diputados con terrible pistolón, cómo mandaba golpear a los disidentes, cómo hacia desaparecer a los sediciosos, cómo se robaban las elecciones y cómo se carranceaban los fondos públicos.

En los últimos cien años, el Congreso nacional no ha sido más que un apéndice servil y complaciente del Ejecutivo, una oficina de trámites lista para satisfacer los caprichos del mandamás en turno. Así fue con Don Porfirio, así fue durante el PRI hegemónico, así es ahora con Morena. No niego que por ahí han pasado mentes brillantes, estadistas solventes, espíritus libres, pero evaluadas de manera global, las cámaras no han sido, en el mejor de los casos, más que cajas de resonancia del poder presidencial, y en el peor, un circo de dos pistas, hábitat de malabaristas y saltimbanquis. Y ahora que el Partido Verde logró excluir del escenario a los animales de cuatro patas, es lógico que otra especie se haya convertido en el atractivo principal del programa: los payasos.

***

Hace veinte siglos, el poeta romano Juvenal escribió con todas sus letras en su “X Sátira”: “…el pueblo desea con ansiedad sólo dos cosas: pan y circo”. La sentencia ha tenido una vigencia inusitada y parece haber sido comprendida en toda su sagacidad por el gobierno de la 4T que, a la fecha, mediante los programas sociales, le reparte algo de pan a 33 millones de familias mexicanas (el 80 por ciento de la población), y nos regala un espectáculo tras otro, en afán de mantenernos embobados.

Creo que es en esa dinámica, Vuestro Despiste, donde hay que ubicar la gresca Alito-Noroña, donde Usía fue un actor de reparto, aunque lo haya sido involuntario. En el país vamos de show en show. En los últimos 30 días ocupó los titulares de la sección de espectáculos el nuevo presidente de la Corte, Hugo Aguilar, y la humeante ceremonia de entrega del bastón de mando en el Zócalo, con todos los ministros vestidos a la usanza del ballet folclórico de Amalia Hernández. La única que faltó a la cita fue la ex ministra Norma Piña, presidenta saliente y teórica depositaria del bastón, pero tal detalle no tuvo mayor efecto en los usos y costumbres de la 4T, pues su lugar fue ocupado María Teresa Bautista Sámano, alcaldesa en funciones del municipio oaxaqueño de San Agustín Tlacotepec.

Antes de eso, el sistema nos había entretenido con los detalles del viaje de Andy a Japón (y la cuenta de 47 mil pesos en el restaurante Sasanka), el inicio del juicio de “El Mayo” Zambada en Nueva York (y las filtraciones de la célebre lista negra), la detención del director de Pemex, Carlos Treviño, en Dallas (en proceso de extradición), y la revelación de que Noroña, siempre Noroña, había adquirido una casa que vale doce millones de pesos (notoriamente subvaluada). 

Pero mientras chiflamos y aplaudimos en este circo, en el país siguen sucediendo cosas atroces. Aunque todo empezó con López Obrador, en los once meses de Claudia Sheinbaum los retrocesos democráticos se han dado en cascada: la elección por acordeones de la Corte y sus satélites, la sumisión total del INE y del Tribunal Electoral, la ampliación de los delitos que merecen prisión preventiva oficiosa, la entrega sin juicio de extradición de varias docenas de malandros, la amenaza de una reforma política que va a eliminar a las minorías y los juicios contra periodistas (la persecución contra Mauleón, el censor designado en Campeche), que de acuerdo al primer informe de la presidenta (con A), son avances irrefutables en el país más democrático del mundo.

Obvio, ante ese siniestro panorama, uno prefiere ver el circo: mejor los payasos que los verdugos. De modo que le voy a pedir a Vuestra Bravura que olvide todos y cada uno de los improperios que le endilgué, que presente mis más sentidas disculpas tanto a Noroña como a Alito, que comunique mi sincero arrepentimiento lo mismo a los asnos que a las mulas, que retire del texto cualquier alusión a los patanes y a los coyones, que no se fije en las críticas a los listones y los bastones folcloristas y, si acaso llega a venir a mi pueblo, que acepte una invitación a la mesa cafetera, donde me arrepentiré con franqueza hasta de llamarme 

Fernando Martí

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