En los últimos años, pero de manera cruda en meses recientes, hemos sido testigos de múltiples señalamientos de presunta o franca corrupción en gobiernos estatales y en el federal, ya bajo tutela de la autodenominada “cuarta transformación”. Adán Augusto López Hernández, Ignacio Ovalle, Manuel Bartlett, Andrés Manuel y Gonzalo López Beltrán, por citar algunos nombres, se han visto más que salpicados en asuntos inquietantes para los que el régimen tiene más gracia que justicia.
En su primera campaña presidencial, Andrés Manuel López Obrador se llenaba la boca para lanzar desde el templete su idea en torno a la corrupción. Decía que ésta se barría como las escaleras: de arriba para abajo. También aseguraba que al menos 500 mil millones de pesos se iban por el caño de la corrupción, y que de taponar esa sangría se tendrían recursos para paliar los rezagos en el país.
La Silla Rota publicó en agosto de 2021, justo a la mitad del camino, un recuento de casos de corrupción, y había al menos 36 revelados principalmente por la prensa.
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Ya ni qué decir del estancamiento en los indicadores de corrupción en el mundo: Transparencia Internacional dio a conocer, como cada año, en 2023 su ranking sobre percepción de corrupción en el mundo, un año antes de concluir el sexenio de AMLO, pero era evidente que en los tres ejercicios previos México estaba en su socavón. Y en 2025 se confirmó el peor registro al retroceder hasta la posición 140 de 180, junto a Iraq, Uganda o Nigeria, y en el lado opuesto a Dinamarca con el que gustaba competir.
Pese al dramatismo de los asuntos de corrupción, ahora mismo con Adán Augusto López Hernández, el huachicoleo que embarra a la Secretaría de Marina, entre muchos otros, quizá el peor defecto de López Obrador (una cualidad innegable es su arrastre popular y su liderazgo) no sea su ceguera frente a la corrupción, sino su falta de capacidad para administrar.
Que si la refinería de Dos Bocas, el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA), el Tren Maya… la lista es interminable en la que se ha documentado que no ofrecen resultados de eficiencia… o al menos de servicio para el pueblo al que tanto se alude. Y para colmo los gastos exorbitantes para echar a andar esas obras elefantásticas, onerosas, ostentosas e inútiles.
En estos días di con una serie de análisis de pequeñas obras pagadas con recursos públicos federales, que incluyen evaluaciones sobre las lecciones aprendidas. Es un ejercicio que resulta ser el secreto mejor guardado y el repositorio apenas exhibe unas cuantas, por supuesto no las que se mencionaron en el párrafo anterior.
Por ejemplo, un reporte habla de una obra carretera en Zacatecas en donde reconocen sobre costos, fallas en evaluación para echar a andar el proyecto, entre otras anomalías que quizá puedan considerarse como “pecadillos veniales, no mortales” para un auditor desdentado como lo es la Auditoría Superior de la Federación.
Cito:
“Respecto de los costos de conservación no se encontró evidencia de que se ha invertido en conservación del tramo desde que se terminó el periodo de inversión, se debe procurar destinar recursos para este rubro, con la finalidad de garantizar la vida útil de la carretera”.
Es decir, terminaron el tramo carretero, pero no le dieron mantenimiento. Y luego nos sorprendemos por los socavones.
Cito:
“Se recomienda que cuando se presenten cambios de alcance por reducción o incremento en las metas o por el cambio total o parcial de las fuentes de financiamiento la dependencia deberá notificar dicha situación a la Unidad de Inversiones”.
¿Se imaginan este mismo reporte de Dos Bocas, el Tren Maya, el AIFA…? Pues sigamos imaginándolo. Lo mantendrán opaco. ¿Por corrupción? ¿Por ineficacia? ¿Por ambas?
Punto y aparte
En los hechos y en las declaraciones, a Estados Unidos y a Donald Trump lo que les interesa es la migración y el narco. Lo demás es negociable.
Punto final
El 7 de abril de 2024 estos #Recovecos abrieron un compás. Ahora reviven y tendrán mucho que contar de los entretelones del poder, el que sea. Gracias a Roberto Rock L. por la confianza y el espacio. El aprendizaje siempre ha sido uno de los motores de mi vida, y este lapso sirvió para ello. Estamos de regreso.