¿Cuál es el escándalo de la semana? En las pasadas relacionó a la Marina; en ésta al líder de la fracción parlamentaria oficialista. Es muy probable que en las siguientes tengamos otros casos. En unos casos se dirá que solamente se trata de manzanas podridas, o bien, que se puede tratar solamente de responsabilidades estrictamente personales en las que el personaje señalado debe aclararlo.
Pero cuáles son las respuestas ante los problemas. Cierto, en algunos casos se han iniciado procedimientos penales en contra de quienes han sido calificados como manzanas podridas (servidores públicos en la Marina) y se ha excluido a los mandos superiores. En otros casos, bajo el grito “no estás sólo”, se ha dado cobertura a personajes relevantes políticamente (diputados, senadores, líderes partidistas). El extremo que va entre las acciones jurídicas iniciadas a la inacción es también el extremo entre la acción judicial selectiva y la impunidad.
Hay por supuesto una racionalidad política subyacente: la selección de las partes prescindibles y la preservación y, a la vez, asumir el costo de la impunidad. Al menos el costo que hasta el momento representan los señalamientos de quienes se apoyan con la consigna “no estás sólo” (el lector puede poner aquí el nombre del personaje más cercano a su memoria). Es probable que cuando ese costo (por el peso de la evidencia), sea demasiado grande la cobertura cambie.
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Es precisamente en esta ecuación (la cobertura o el deslinde) en el que la identificación de las conductas personales tiene su conexión causal con las políticas más generales del régimen. Tales políticas más generales y sistemáticas son las que propician actos corruptos y relaciones más orgánicas que van formando un hábitat.
Ejemplifico:
La elección judicial es un sistema que requiere, para obtener votos, de la operación con quienes tienen recursos para obtenerlos: sean económicos, operativos, de movilización. La vinculación con tales operadores no es desinteresada, propicia intercambios presentes o futuros. Que en las designaciones de los equipos de los juzgadores o de los funcionarios judiciales se esté colocando a un gran número de personas con relaciones políticas o de parentesco con políticos no es más que una forma de hacer pagos pospuestos. Que se despida a personas con experiencia o se desconozcan derechos dando como razón “es que se necesitan las plazas”, es una forma de verbalización para cumplir compromisos previos y, claro, de colonización del órgano.
Los “pagos pospuestos” al provenir de compromisos previos adquiridos por los apoyos en campaña, son formas tradicionales en las que se expresa la corrupción.
Así como en el caso de la elección judicial, tampoco es extraño que tratándose de las campañas para elegir candidato a la elección presidencial se encuentre que alguno de ellos recibió recursos inusuales y que haya diferencias entre su declaración patrimonial y su declaración fiscal. No hay campañas políticas gratuitas.
Es el mismo sistema el que crea el caldo de cultivo para la corrupción.
