Sólo era cuestión de tiempo.
Sí, tiempo para que aparecieran los síntomas inequívocos de las traiciones en el cártel oficial motejado como Partido Morena
Y es que en Morena y en sus gobiernos, como en todo cártel criminal, siempre existen aquellos que –frente a los momentos de crisis–, deben pagar “los platos rotos”.
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Pero en medio del escándalo y del “cobro de facturas” también aparecieron los ejemplos de evidentes traiciones que pudieron haber salido lo mismo de Palacio que de Palenque.
Traiciones que buscan culpar a otros “morenistas”, cuando el mundo entero sabe que los gobiernos de López Obrador y Claudia Sheinbaum comparten por igual la complicidad con las bandas criminales.
Y por eso aquí empiezan las preguntas.
¿Quién está detrás de crímenes inexplicables, de escalofriantes revelaciones, de la exhibición de documentos comprometedores y, sobre todo, de la publicación mediática de toda la trama corrupta en los gobiernos de Obrador y de Claudia?
¿De dónde sale la mayor traición?
¿Sale de Palacio o sale de Palenque?
¿Hasta dónde serán capaces de llegar los interesados en debilitar desde dentro a los gobiernos de Morena y la gestión de Sheinbaum?
Pero vamos por partes.
Resulta que, por ejemplo, en los primeros días en que se hizo público el escandaloso robo del llamado “huachicol-fiscal”, algunos marinos, militares y civiles debieron pagar con la vida.
Sí, manos criminales “los quitaron del camino” para guardar en los sepulcros todo lo que sabían sobre la extensa red de corrupción que salió desde Palacio y que llegó a todos los órdenes de gobierno.
De esa manera, una vez sepultadas las voces incómodas, aparecieron las manos indiscretas que hicieron llegar abultados expedientes del caso, nada menos que a algunos de los medios más críticos de los gobiernos de Morena.
Así, el expediente completo de la FGR sobre el “huachicol-fiscal”, llegó a manos de Latinus, cuyo periodista estrella soltó una verdadera bomba que sacudió los cimientos de los gobiernos de Morena.
¿Y cuál fue esa bomba?
Poca cosa, que los hijos del expresidente Obrador no solo fueron parte del entramado corrupto y corruptor, sino que siguen siendo los principales objetivos de uno de los mayores desfalcos en toda la historia mexicana.
Luego apareció el nuevo secretario de Marina, el Almirante Raymundo Pedro Morales Ángeles, quien en un desesperado control de daños y en plena celebración de las Fiestas Patrias, reconoció que esa institución castrense fue alcanzada por la corrupción y prometió correctivos.
Pero los escándalos apenas habían empezado, ya que a la anterior revelación le siguió otra noticia no menos explosiva; que una vez exhibidos como parte central de las corruptelas en el “huachicol-fiscal”, los hijos del expresidente Obrador solicitaron un amparo contra una eventual acción judicial.
En un primer momento los “hijos de papi” pretendieron negar la versión del amparo, pero ayer jueves 18 de septiembre, la “señora presidenta” debió reconocer la veracidad de las revelaciones y dijo que manos anónimas habían amparado a los hijos de López Obrador, para causarle daño a su movimiento.
La maroma discursiva de la presidenta causó hilaridad, sobre todo porque no era más que la confirmación de que el terror se ha apoderado de no pocos implicados en las raterías del llamado “huachicol fiscal” y de las complicidades de gobiernos de Morena con el crimen organizado.
Y es que ayer mismo, poco después del mediodía, llegó a México, procedente de Paraguay, Hernán Bermúdez Requena, ex secretario de Seguridad Pública en el gobierno de Adán Augusto López, en Tabasco.
Resulta que Bermúdez Requena no solo era el jefe de seguridad en el gobierno de Adán Augusto, en Tabasco, sino jefe del grupo criminal “La Barredora”, que por años sembró el terror en todo el sureste, ante la complicidad de López Obrador y del propio Adán Augusto, entre muchos otros.
Lo riesgoso del asunto es que, si Bermúdez Requena habla, sin duda caerán Adán Augusto y López Obrador. Y ese es el peligro, que en cualquier momento manos criminales intenten silenciarlo.
Lo cierto, sin embargo, es que las traiciones parecen no tener vuelta y, tarde o temprano, la “señora presidenta” tendrá que deslindarse y lanzar todo el peso del Estado contra sus antiguos socios, hoy convertidos en enemigos.
Claro, si es que quiere sobrevivir políticamente.
¿Lo dudan?
Al tiempo.
