BUKELE-TRUMP

Narcotráfico, seguridad y migración, la incómoda alianza Bukele-Trump

El regreso de Donald Trump a la Casa Blanca ha reforzado el pragmatismo bilateral, el mandatario exige resultados inmediatos en seguridad y control migratorio, y encuentra en Bukele a un socio eficaz, aunque imprevisible. | José Luis Castillejos

Escrito en OPINIÓN el

La relación entre Nayib Bukele y Washington se sostiene en tres frentes estratégicos: narcotráfico, migración y geopolítica. Estados Unidos lo necesita como aliado, pero lo percibe incómodo por su estilo autoritario, sus alianzas externas y la forma en que concentra el poder.

El regreso de Donald Trump a la Casa Blanca ha reforzado el pragmatismo bilateral. El mandatario estadounidense exige resultados inmediatos en seguridad y control migratorio, y encuentra en Bukele a un socio eficaz, aunque imprevisible. 

Ambos comparten un lenguaje de dureza frente al crimen y las pandillas, pero divergen en la manera de relacionarse con actores internacionales y en los límites democráticos.

En el terreno del narcotráfico, la DEA mantiene coordinación con fuerzas salvadoreñas para interceptar cargamentos que cruzan el Pacífico. El Salvador, aunque pequeño, es un corredor logístico que Washington no puede descuidar. La administración Trump considera que la ofensiva contra las maras contribuye a desmantelar redes que también tienen presencia en comunidades latinas de Estados Unidos.

En migración, el énfasis es mayor. Trump ha reactivado medidas de deportación masiva y endurecimiento fronterizo, lo que coloca a Bukele bajo presión para contener salidas desde su territorio y garantizar cooperación en repatriaciones. La lógica es directa: menos migrantes hacia el norte, mayor reconocimiento político desde Washington.

La dimensión geopolítica añade tensión. Bukele ha cultivado lazos con China, lo que despierta recelos en un momento en que Trump ha prometido frenar la expansión de Pekín en el hemisferio. A la vez, El Salvador se vuelve útil en la estrategia estadounidense para aislar a Nicolás Maduro, cerrando rutas de financiamiento ilícito y debilitando conexiones regionales con Caracas. Washington ve en Bukele a un actor que asegura estabilidad en un corredor centroamericano vital para su política hacia Venezuela.

El problema es que esa cooperación se sostiene sobre un terreno frágil. Bukele concentra poder, prolonga un régimen de excepción que suspende libertades básicas y se enfrenta abiertamente con organismos internacionales. Para Washington, es un aliado que entrega resultados pero erosiona instituciones, y que al mismo tiempo juega con Pekín mientras se acerca a la Casa Blanca.

Por eso es un socio incómodo: porque la eficacia en seguridad convive con la incertidumbre de sus alianzas, porque su éxito interno contrasta con la desconfianza externa. Trump lo respalda en lo operativo, pero mide cada gesto diplomático y cada movimiento geopolítico. La realpolitik vuelve a imponerse: Estados Unidos prefiere un aliado duro y cuestionado antes que un vacío que deje espacio al crimen y a Maduro.

 

José Luis Castillejos

@JLCastillejos