Esta quincena de agosto ha estado enfocada a la promoción del cine mexicano en diferentes salas de exhibición y en cadenas de streaming debido a la conmemoración del Día del Cine Nacional. Esta efeméride nos recuerda la producción anual de filmes en el país y la necesidad de encontrar más espacios de exhibición ante la abrumadora presencia de producciones hollywoodenses en la cartelera de las cadenas de cines en territorio nacional, pero, también, en las cadenas de entretenimiento digital.
De acuerdo con la Filmoteca UNAM, la efeméride, aprobada en 2018 en la Cámara de Diputados, recuerda que el 15 de agosto de 1896, se llevó a cabo en Ciudad de México la primera proyección pública de cine a nivel nacional, en la Droguería Plateros. Como parte de la visita de Bernard y Gabriel Vayre, enviados de los hermanos Lumière, al país, a petición de Porfirio Díaz.
El “Anuario Estadístico Mexicano 2024”, elaborado por el Instituto Mexicano de Cinematografía, reporta que, durante el año pasado, hubo 240 largometrajes en proceso de producción, de los cuales, 157 fueron terminados, 47 están en post producción y 36 en rodaje o con rodaje concluido. De estos, 141 son de ficción; 95, de corte documental, dos, de propuesta experimental, y dos, de animación.
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En este conjunto de nuevas películas, 58 fueron dirigidas por mujeres, es decir, una cuarta parte del total de producciones, una brecha aún considerable con respecto a las producciones encabezadas por hombres, pero en aumento, en comparación con años anteriores.
El año pasado se estrenaron 112 películas nacionales, obteniendo una venta de 9.1 millones de boletos, las cuales, representaron, alrededor del cinco por ciento de boletos vendidos en el país, que fueron 208 millones de entradas.
Del total de producciones del año pasado, se obtuvieron 608 premios nacionales y 168 internacionales, además de realizarse 46 festivales de cine en el país.
Algunas plataformas como Nuestro cine o Filmoteca UNAM, permiten ver parte de la producción filmográfica del país. En el caso de la primera, las producciones más recientes, participantes en festivales y otros ciclos. En el de la segunda, resguardos históricos de filmes que han pasado a la historia y son parte del patrimonio filmográfico del país.
Sin embargo, el cine no sólo implica la producción y la proyección de películas, sino también, la producción académica con respecto a esta expresión artística y comunicativa, y el ejercicio de la crítica cinematográfica, una práctica muy necesaria para estimular la mirada cuestionadora de las producciones en cartelera, con argumentos, y en aras de conformar un criterio propio, con base en ciertos parámetros de lenguaje cinematográfico y algunas técnicas de cinefotografía y argumentación, entre otros.
En este último rubro, vale la pena recordar a Carlos Bonfil, fallecido recientemente, quien fue crítico del periódico La Jornada por más de tres décadas, cuya sección se convirtió en un referente del análisis cinematográfico en los medios de comunicación, y de la cual, derivaron varios libros como “Águila o sol, las apariciones de Cantinflas” (Conaculta, 1993) “A través del espejo, el cine mexicano y su público” (Ediciones El Milagro/Imcine, 1994), en coautoría con Carlos Monsiváis, y “Al filo del abismo. Roberto Gavaldón y el melodrama negro” (Secretaría de Cultura, 2014), además de un sinfín de reseñas críticas y breves ensayos publicados en diversos periódicos y revistas.
En su recuerdo, el próximo 25 de agosto se le rendirá un homenaje en la Sala 4 de la Cineteca Nacional, a las 18 horas, al igual que a Xavier Navar, también recientemente fallecido, y crítico especializado en cine fantástico y de terror.
En ambos casos, sus ejercicios críticos nos recuerdan la relevancia del cine para plasmar fragmentos de las realidades, cuestionarlas, e incluso, proponer nuevas opciones de solución de problemas. Además de ser un vehículo de denuncia ante múltiples atrocidades o de posicionamiento de temas censurados socialmente como los derechos de las mujeres, las diversidades sexuales, las discapacidades, el racismo, la xenofobia, la violencia, la corrupción, entre muchas otras temáticas.
La trayectoria del cine mexicano es muy vasta, una de las más amplias de habla hispana, pero, desafortunadamente no tiene cabida en muchas propuestas de cine bajo demanda o en las carteleras de los grandes centros de proyección cinematográfica. Su acceso se limita a ciertos canales de televisión, algunas plataformas digitales, videoclubs o cine clubs y espacios alternativos o institucionales.
La oferta de la gran industria cultural hollywoodense está muy a la mano, bajo ciertas premisas, de incidir en la construcción de cierto tipo de opiniones sustentadas en realidades ajenas a la nuestra. Por ello, en momentos en que el país necesita de la multiplicidad de opiniones para fomentar los debates democráticos, requerimos, entre otras cosas, que miremos esos espejos de nuestra sociedad plasmados por múltiples creativas y creativos, y forjemos nuestra propia opinión. He ahí la trascendencia de ver cine mexicano.
