PARIDAD DE GÉNERO

Paridad de género, la fachada política de los políticos

Un 3 de julio de 1955, por primera vez en México, las mujeres ejercieron su derecho al voto y a ser votadas por algún cargo de elección popular, siete décadas después no hay paridad, ni igualdad sustantiva plena. | Fernando Díaz Naranjo

Escrito en OPINIÓN el

Este 3 de julio pasado fue una fecha muy importante para las mujeres y, en realidad, para nuestra nación, pues un 3 de julio, pero de 1955, por primera vez en la historia de México, las mujeres pudieron participar a nivel federal en la representación política ejerciendo su derecho al voto, o bien, siendo votadas por algún cargo de elección popular.

Siete décadas después no hay ni paridad y mucho menos una igualdad sustantiva plena. Ambos preceptos, a pesar de estar legalmente regulados, siguen siendo mandatos legales que se cumplen a medias, con mucha renuencia, trabas y hasta impugnaciones. En pocas palabras los discursos generalmente pronunciados por líderes de algunos partidos políticos o legisladores emanados de ellos impulsan la paridad como resultado de consensos, de voluntad política, por el esfuerzo a contar con una sociedad justa, equitativa e igualitaria, pero en los hechos hemos presenciado casos inverosímiles.

A pesar de que el principio de paridad de género fue elevado a rango constitucional con la reforma político-electoral de 2014, y posteriormente con la expedición de la reforma conocida como Paridad en Todo en 2019, nuestro Congreso de la Unión ha sido un actor que, lejos de encabezar con coherencia la lucha por la igualdad sustantiva, ha mostrado lentitud, omisiones y, sobre todo,  una profunda falta de voluntad política para erradicar la discriminación estructural en la representación política de las mujeres, fenómeno conocido como violencia política contra las mujeres en razón de género en el que, incluso, varios legisladores han sido acusados y algunos sentenciados por este rubro.

En el Congreso se celebra que contamos, al fin, con una integración paritaria, sin embargo, esta “paridad” solo se cumple en el número de asientos en el Legislativo, es decir, las principales comisiones siguen siendo espacios reservados para hombres. 

De igual forma, en los partidos políticos los órganos de dirección política se mantienen controlados en su mayoría por estructuras masculinas, y muchas veces, aunque parezca increíble, el acceso de las mujeres a cargos de un nivel alto obedece más a cuotas partidistas que a un compromiso auténtico con la igualdad.

Las reformas legislativas instrumentadas para garantizar los derechos políticos de las mujeres han avanzado solo bajo presión social a través de organizaciones y colectivos de mujeres; por el impulso en la determinación de acuerdos emitidos por el Instituto Nacional Electoral, y por las sentencias en favor de una mayor representación de las mujeres a cargo del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación. Es decir, pocas veces a iniciativa del propio Legislativo.

Ejemplos del actuar de los partidos políticos son muchos. Para muestra un botón: el INE en 2020 adoptó un acuerdo que obligaba a los partidos políticos a postular a siete mujeres como candidatas a las 15 gubernaturas en disputa en el proceso electoral de 2021. Como resultado, múltiples partidos políticos, incluyendo a los que construyen discursos progresistas, impugnaron el acuerdo. Fueron las sentencias emitidas por el Tribunal Electoral al respecto que fue posible obligar a los partidos políticos a avanzar en la paridad de género a nivel de las gubernaturas de los estados y de la jefatura de gobierno de la Ciudad de México. 

Otros ejemplos los encontramos con el ocultamiento de la violencia de género, el no destino de los recursos adecuados para el empoderamiento de la mujer, la desigualdad en la proporcionalidad de los recursos para las campañas electorales, entre muchas más.

Por ello, es necesario reconstruir desde sus cimientos, una cultura política que coloque a la mujer como un pilar fundamental de nuestra sociedad, así como que la autoridad electoral nacional siga revisando los alcances logrados por los partidos políticos con el objetivo de tarde o temprano, alcanzar una igualdad sustantiva que nos convertirá en una mejor nación, con un equilibrio social y representativo entre los géneros lo que repercutirá en que hombre y mujeres no tengas más barreras, solo su capacidad, entrega y devoción por sus pasiones profesionales. Veremos.

 

Fernando Díaz Naranjo

@fdodiaznaranjo