Los portadores de inocencia y alegría a la sociedad, quienes tienen sueños que parecen inalcanzables pero su ilusión los transforma en realidad, aquellos que no deberían tener una conmemoración por la violencia inexplicable, pero que logra ser un avance para fomentar una infancia plena… Las y los niños.
El Día Internacional de los Niños Víctimas Inocentes de Agresión se conmemora cada 4 de junio con la finalidad de hacer conciencia sobre el dolor físico, mental y emocional que sufren sin culpa los infantes alrededor del mundo, lo que también consolida el compromiso de las Naciones Unidas de velar por los derechos del niño (y de las niñas).
En la última década, más de un millón de infantes han muerto de manera cruel por estar en situaciones de guerra, ser objetos civiles o convertirse en “soldados” a temprana edad. Los casos de menores heridos o discapacitados incrementan tres veces al número de decesos, aunado a situaciones de desnutrición, abuso sexual, pobreza, entre otras dificultades en su calidad de vida.
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Las iniciativas para salvaguardar en mayor medida el bienestar de los infantes no han sido suficientes. Un ejemplo es el incumplimiento del Protocolo Facultativo de la Convención sobre los Derechos del Niño adicionado en 2002 que prohíbe la participación de menores de 18 años en conflictos armados.
Según Naciones Unidas, entre 2005 y 2020, hubo más de 93,000 niños y niñas reclutados para conflictos armados. Oriente Medio (Afganistán, Siria, Yemen e Irak) encabeza la lista con un 33 % de población infantil habitando zonas de guerra, y le sigue África (Libia, Nigeria, Camerún, Somalia, Malí, Níger, Chad, República Democrática del Congo y Burkina Faso) con un máximo histórico en 2020 del 19% frente al 14% registrado en el año 2019.
Para el caso particular de las niñas, no sólo se convierten en portadoras de armas de fuego, su privación de libertad se extiende hasta ser esclavas sexuales, tener matrimonios forzados y hasta convertirse en premios u objetos de trueque entre los combatientes. “Un hombre de Boko Haram me vio e informó al emir que quería casarse conmigo, así que me 'casaron' con él. No era feliz porque sentía que no tenía edad suficiente para casarme”, dijo una menor de 15 años en el Estado de Adamawa después de escapar de un cautiverio de más de cuatro años.
Y sí, cuando las personas dispuestas a brindar su apoyo y a enfrentar estas desgracias actúan, también son desplazadas de sus objetivos. La ONU comprobó más de 3,930 incidentes de denegación de acceso humanitario a niñas y niños en 2022. Trabajadores humanitarios fueron asesinados, agredidos y secuestrados, mientras se destruían los suministros, bienes e infraestructuras vitales.
Los 4 de junio no pueden pasar desapercibidos cuando se vive una total tragedia que perjudica a nuestros pequeños, a los que sólo quieren patear una pelota o peinar a una muñeca y que es nuestra responsabilidad como adultos cuidar de ellos y mantenerlos fuera de peligro.
No basta con sentir tristeza o compasión, pongamos nuestro granito de arena desde nuestra trinchera para visibilizar las manifestaciones de violencia y ejerciendo presión a los grandes organismos que tienen el poder de encontrar las mejores maneras de ponerle fin a esta dolorosa y cruel realidad. La infancia feliz no debe convertirse en un blanco de hostilidades.
