La lluvia comenzó en la madrugada del miércoles y se fue intensificando durante el día hasta convertirse en una fuerte tormenta nocturna que anunció la llegada del huracán Erick a las costas oaxaqueñas. En Huatulco, poco después de la medianoche, hubo un apagón y quedaron suspendidas las líneas telefónicas.
La ciudad quedó a oscuras y sólo se escuchaban las ráfagas de viento, el crujir de palmeras y árboles, además del amenazante ruido de un mar embravecido con enormes olas que rompían con fuerza en las playas.
El huracán, con vientos de hasta 250 kilómetros por hora –informarían las autoridades al día siguiente– pasó rozando las costas oaxaqueñas, provocando marejadas en Puerto Ángel y Puerto Escondido, antes de tocar tierra, el jueves a las 6 de la mañana, en Santiago Pinotepa Nacional.
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La mañana del jueves, tras la tempestad, Huatulco se despertó envuelta en un silencio extraño, sólo roto por el sonido de algunas sirenas de ambulancias y patrullas. La Bocana, una de las playas más famosas de este centro turístico, mostraba un enorme tajo en la arena originado por la fuerza del oleaje. Las calles estaban cubiertas de lodo, palmeras desgajadas, árboles caídos y autos atascados en el fango.
Me ha tocado ser testigo del paso del huracán Erick por Huatulco. Uno de los centenares de turistas atrapados en este centro turístico que permaneció incomunicado durante dos días, ya que se suspendieron los vuelos y las corridas de autobuses, además del servicio telefónico y de Internet.
El domingo amaneció con un resplandeciente sol, ideal para celebrar el Día del Padre, pero se anunciaron lluvias para el lunes a causa de una depresión tropical en el Océano Pacífico. El martes se anunció la tormenta tropical Erick que al día siguiente se convirtió en un huracán, situándose a unos 255 kilómetros al sureste de Puerto Ángel, Oaxaca.
Es difícil describir los sentimientos encontrados que se tienen cuando observas que el día amanece nublado y lluvioso, mientras que en las playas aumenta el oleaje y aparecen las banderas rojas. En los hoteles la rutina pareció ser la misma de todos los días, aunque estuvieron desiertos los restaurantes y las albercas. Y allí estaba, junto con mi esposa Katy y mi hija, Katia. Atrapados en Huatulco, esperando la llegada de un huracán.
Todos seguimos con atención las noticias. La mejor opción hubiera sido tomar el primer avión o un vehículo para alejarse inmediatamente de las playas. Sin embargo, los nubarrones y la intensa lluvia provocaron que el aeropuerto de Huatulco suspendiera actividades el miércoles a las 2 de tarde y el último autobús de la OCC con destino a Tuxtla Gutiérrez salió a las 22 horas pero quedó detenido, a causa de un deslave en la carretera, antes de llegar a Salina Cruz. También se suspendió el servicio telefónico y de Internet.
Ante la inminente llegada del huracán, para los turistas varados no quedó más opción que confiar en la gracia divina y en la suerte. No había certezas. El huracán podía entrar a tierra en cualquier punto de las costas del Pacífico, desde Chiapas hasta Guerrero, o simplemente diluirse en una tormenta, pero todos recordamos con temor al terrible Otis, que en menos de 24 horas se transformó de tormenta en el huracán que devastó Acapulco y causó más de medio centenar de muertes.
De igual manera, Erick en cualquier momento podía intensificar su velocidad y cambiar de dirección. El viento y la intensa lluvia del miércoles por la noche anunciaron la cercanía del huracán y no hubo más alternativa que esperar.
Huatulco amaneció el jueves sin energía eléctrica y con varias calles inundadas. La tormenta produjo deslaves que bloquearon la carretera a Santa Cruz Huatulco y a Puerto Ángel. Un video que circuló en redes sociales mostró como una ola gigante derribó el monumento al Pez Vela en Puerto Escondido.
Los daños pudieron ser mayores. Todavía se recuerdan los destrozos que causó el huracán Carlota en 2012 cuando llovió durante cinco días y hubo deslaves y muertes en la zona serrana de Pluma Hidalgo. En aquella ocasión Huatulco se declaró en “estado de emergencia”. Ahora, la emergencia fue en Pinotepa Nacional. En Huatulco, gracias a Dios, tuvimos suerte y la libramos. El viernes volvió a salir el sol.
