La asistencia de la presidenta Claudia Sheinbaum a la cumbre del G7 que se celebra en Kananaskis, Canadá, del 15 al 17 de junio de 2025, se da en un momento en el que el contexto geopolítico y comercial global está marcado por tensiones sin precedentes.
Durante la cumbre, Sheinbaum tendría su primer encuentro presencial con Trump, tras conversaciones telefónicas previas y sería una puerta para traer a discusión directamente los aranceles, las remesas, la agenda de seguridad y la situación migratorio, sin embargo, se canceló. Ese encuentro cara a cara era crucial, ya que aunque se han acordado pausas en la imposición de los aranceles generalizados, aún están pendientes los del acero y el aluminio, entre otros temas de gran relevancia para la economía mexicana.
El Grupo de los Siete (G7) es un foro informal conformado por siete economías avanzadas: Canadá, Francia, Alemania, Italia, Japón, Reino Unido y Estados Unidos, con la Unión Europea participando como miembro no enumerado. Desde su creación en los años setenta —con su primera cumbre en Rambouillet en 1975— se ha consolidado como un espacio clave para coordinar políticas sobre economía, seguridad, cambio climático y otros desafíos globales.
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La trascendencia del G7 radica en su capacidad de establecer una hoja de ruta para las grandes potencias democráticas, articular respuestas conjuntas y en ocasiones impulsar agendas globales que luego llegan a otros cuerpos multilaterales como G20, ONU o FMI.
El primer eje es la paz y la seguridad internacional, especialmente la crisis entre Israel e Irán. El estallido de hostilidades —incluidos bombardeos a instalaciones nucleares— marcó una reorientación inmediata de las discusiones, que inicialmente se planearon para centrarse en temas económicos. Los líderes, incluidos Trump, Starmer y Merz, urgieron a evitar la escalada militar y promovieron negociaciones diplomáticas.
Otro tema central es la economía global, con especial atención a la cadena de suministro de minerales críticos para tecnologías limpias. Canadá impulsa este punto bajo su presidencia, buscando mitigar la dependencia de ciertos países y reforzar la seguridad energética e industrial.
Dadas las turbulencias en los precios del petróleo derivadas del conflicto en Medio Oriente, también se discuten medidas como mantener el tope al precio del petróleo ruso y planear respuestas a la inflación global y a la amenaza a la seguridad energética.
Ante el riesgo de una cumbre caótica —especialmente dados los métodos disruptivos de Trump— Canadá optó por evitar un comunicado conjunto. En su lugar se han preparado declaraciones temáticas preacordadas, y los asuntos más sensibles, como aranceles, se tratarán en conversaciones bilaterales, con el objetivo de mantener la cohesión y evitar rupturas públicas.
Un punto clave también es reforzar la cooperación contra la desinformación digital y la interferencia electoral, donde el G7 ya cuenta con mecanismos como el Rapid Response Mechanism, esencial para proteger democracias ante amenazas híbridas.
Canadá ha incluido en la agenda la respuesta a los incendios forestales: más de 225 incendios activos en su territorio han impulsado una “carta de incendios” para mejorar la interoperabilidad de equipos y estrategias de respuesta internacional.
Por último, el G7 mantiene su compromiso con la transición energética y digital, abordando inteligencia artificial, computación cuántica e inversión privada. La presidencia canadiense busca crear alianzas que movilicen recursos hacia infraestructuras resilientes, empleos bien remunerados y energías limpias.
Es una buena noticia que la presidenta Sheinbaum participe en esta reunión del G7 y que México vuelva a ocupar su lugar en los foros multilaterales que son un lugar privilegiado para alzar la voz en favor de nuestra propia agenda y de la del mundo.