MUJERES EN LA POLÍTICA

Ya estábamos ahí: mujeres y política en Oaxaca

La caricatura publicada en “El Colmillo Público” el 13 de mayo de 1906, es de las pocas caricaturas que (re)presenta a las mujeres en un papel protagónico en términos de la vida política. | Fausta Gantús

Escrito en OPINIÓN el

Armadas de escobas, palos, cucharones y zapatillas, un grupo de mujeres de diversas edades, desde jóvenes hasta adultas, se lanzan en contra de un hombre que ha caído de nalgas al suelo  sin dejar de aferrar el eslabón de una gigantesca cadena cuyos anillos apresan y detienen a otro que intenta correr hacia el horizonte de la “Libertad”, representada por el gorro frigio. El hombre aprisionado que pretende escapar, situado de espaldas, lleva inscrito en el brazo izquierdo una leyenda que lo identifica: “A[dolfo] C. Gurrión”. Se trata de un profesor oaxaqueño reconocido como un liberal destacado, y activista político opositor al gobierno y al régimen, es necesario agregar, “preso y maltratado por el solo delito de defender la ley y señalar los abusos de los opresores”, apuntaban los redactores de “El Colmillo Público” el 13 de mayo de 1906, en la nota que, sin señalarlo expresamente, atiende al mismo asunto que la caricatura

Quien sostiene la cadena es el gobernador de Oaxaca, Emilio Pimentel, que voltea el rostro con gesto estupefacto hacia las mujeres que lo confrontan, reclaman y atacan con la intención de que libere a su presa. Todas ellas, podemos suponer, son personas “decentes” —en el  sentido de época—, pues van cubiertas con vestidos cuyas faldas les llegan a los tobillos y blusas cuyas pecheras empiezan en los cuellos. Casi todas llevan también el cabello recogido. La apariencia individual de quienes protestan, vista en conjunto, hace suponer que quizás se trate de integrantes de algún club político o de un grupo de alumnas del Instituto de Ciencias y Artes del Estado.

La Protesta a la que alude la caricatura, y que una de ellas lleva en alto presentándola de manera retadora al gobernador, fue un documento firmado por un grupo de 42 mujeres, que vio la luz en Oaxaca el 1 de mayo de ese año y que “El Colmillo Público” reprodujo días más tarde. Encabezaba la relación de firmas Altagracia Arjona Díaz, quien cursara estudios en el referido Instituto, y se graduara en la carrera de Farmacia a principios de ese mismo 1906. Es quizá ella la mujer de la caricatura que enarbola la Protesta. Entre las rúbricas aparece su hermana Luz Arjona Díaz, también estudiante en el Instituto. 

En realidad, hasta donde he averiguado, no hubo ninguna manifestación que hiciera presencia en las calles oaxaqueñas, salvo por el escrito, que debió circular como hoja suelta y probablemente fue recogido por  la prensa del estado. La Protesta constaba de dos párrafos en los que las firmantes señalaban que hacían  pública su voz para defender las garantías, los derechos y las instituciones usando para ello las “armas legales”. Se definían como “patriotas” y justicieras; se declaraban “indignadas contra la tiranía” y reclamaban por la prisión y el maltrato de que, denunciaban, era “víctima el indómito liberal”. Cabe señalar que Gurrión estaba preso por posicionarse contra la reelección de Pimentel, quien había llegado a la gubernatura en 1902.

La imagen satírica, a más de la burla que hace del gobernador Pimentel, a quien claramente pretende ridiculizar, rebasado por un grupo de encolerizadas féminas, es importante porque es de las pocas caricaturas que (re)presenta a las mujeres en un papel protagónico en términos de la vida política. Y que las muestra, también, enarbolando una demanda que sale de los límites de los movimientos feministas: la exigencia de derechos propios —reconocimiento de ciudadanía, derecho al voto, entre otros—. La suya es aquí una lucha por principios que tocan a la sociedad política en su conjunto: libertad, justicia, derechos, garantías. Son aquí, ellas, el freno al poder despótico y autoritario de un integrante de la cúpula porfirista, lo que requería valor, vencer miedos pues implicaba un enfrentamiento directo con el régimen. Y son, además, invirtiendo roles de género y órdenes/estructuras socio-culturales, las defensoras de un hombre.

El título de la caricatura pareciera una burla “minismo en acción”, pero si se observa con atención el impreso es posible notar que se trata de un error de entintado que provocó que la sílaba “Fe” no se viera. Complementa la caricatura una quinteta que reza: 

“Las mujeres sintieron energías  

al ver tanto atropello y despotismo  

y para defender las Garantías 

pretenden arrojar las tiranías 

al fondo tenebroso de un abismo”. 

Si bien los versos son poco creativos, reafirman el papel protagónico de aquellas mujeres en una especie de gesta heroica en la que se yerguen como luminosas y valientes figuras que enfrentan y vencen a la tiranía. Pero hay que decirlo, las mujeres oaxaqueñas no empezaron a hacer política ese año, ellas ya estaban ahí desde mucho antes, pues como señala Francie R. Chassen-López, entre otras, durante el porfiriato había en Oaxaca mujeres participando en política desde ambos lados del espectro ideológico. Y a partir de 1901 un grupo amplio de mujeres, de las zonas tanto urbana como rural, algunas de ellas cercanas al Club Liberal Regenerador Benito Juárez, se mostraron favorables al credo liberal.

Esta protesta constituye, entonces, otra de las expresiones políticas públicas de las mujeres; lo nuevo, en todo caso es el reconocimiento y el papel protagónico que a partir de entonces irían cobrando en la caricatura política. Y así, portando pancartas y pañuelos, haciéndose presentes con sus cuerpos y lanzando consignas y demandas con nada más que sus voces, las mujeres hacen de la calle y las manifestaciones un espacio político.

* Fausta Gantús

@fgantus

Profesora e investigadora del Instituto Mora e integrante del SNII. Especialista en historia política, electoral, de la prensa y de las imágenes. Entre sus publicaciones más recientes se cuentan el libro “Caricatura e historia. Reflexión teórica y propuesta metodológica” (2023); “La toma de las calles. Movilización social frente a la campaña presidencial. Ciudad de México, 1892” (2020, coautoría); así como la co-coordinación de “Un siglo de tensiones: gobiernos generales y fuerzas regionales. Dinámicas políticas en el México del siglo XIX” (2024) y “Emociones en clave política: el resentimiento en la historia. Argentina y México, siglos XVIII-XX” (2024). Autora también de “Herencias. Habitar la mirada / Miradas habitadas” (2020) y “Dos Tiempos” (2022).