“Three Quarks for Muster Mark!
Sure he hasn´t got much of a bark
And sure any he has it’s all beside the mark…”
James Joyce (Finnegans Wake, 1939)
Cuando decimos que nunca sabremos bien a bien algo, podemos referirnos a la humildad que debe tenerse ante lo desconocido o lo complejo de la vida, o indicar las limitaciones de la comprensión humana o la incertidumbre del acaecer. Pero hay casos en que simplemente la frase orienta hacia el mal hacer que impide disponer de datos fehacientes. Ese es el caso con la votación en las recientes elecciones judiciales.
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LOS ELEMENTOS CONFINADOS
En física de partículas, los cuarks? son los fermiones elementales masivos que interactúan fuertemente formando la materia nuclear y ciertos tipos de partículas llamadas hadrones. Así, varias especies de cuarks se combinan para formar partículas subatómicas tales como protones y neutrones. Una hipótesis central, aún no comprobada pero asumida regularmente como cierta, es que los cuarks no pueden observarse de manera libre, sino solamente confinados? en grupos.
Uno supondría que lo mismo ocurriría con las personas que votaron en las elecciones extraordinarias para el Poder Judicial Federal del 1 de junio pasado: una persona podría votar por todos o por ninguno de los cargos en disputa, puesto que si se presentaba a su casilla y se registraba para votar, se le darían las boletas de todos los cargos, y si no lo hacía no recibiría la boleta de ninguna. Así, al final de cuentas, podría saberse cuál fue la participación simplemente dividiendo la cantidad de personas que votaron en cualquiera de las elecciones —haya sufragada por una o varias de las candidaturas, dejado recuadros en blanco o anulando su voto— entre el listado nominal de electores. Pero resulta que no es así.
IMPOSIBLE SABER CUÁNTOS
Al corte de las cero horas del día 5 de junio de 2025, una vez concluidos los plazos que se fijaron para completar los cómputos de las votaciones para los ministerios de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), donde el avance reportado alcanzaba el 99.9 por ciento, y de las magistraturas al Tribunal de Disciplina Judicial (TDJ), donde se alcanzaba un avance de 99.6 por ciento en el cómputo, se tenía el reporte de la votación en ambas elecciones para 99 por ciento de casillas, por lo que en las restantes casillas se contaba con uno de los dos cómputos o con ninguno.
Y pues bien, contra lo esperado ¡sólo en 65.1 por ciento de las casillas! (menos de dos de cada tres) en que se reportó la cantidad de personas que votaron en ambas elecciones el dato fue el mismo, mientras que en 18.8 por ciento de los casos la cantidad de sufragantes fue mayor para la elección para la SCJN y en 16.1 por ciento de ocasiones la cifra resultó ser más alta en la elección para el TDJ. Eso provocaría que del cotejo de ambas elecciones para determinar la cantidad de personas que votaron, 97.9 por ciento habrían votado en ambas elecciones, 1.2 por ciento solamente en la elección para la SCJN y 0.9 por ciento únicamente para la elección del TDJ. Quién sabe cómo le hicieron para poder ser considerados como personas que votaron en una elección pero no en otra.
Todo esto, desde luego, contraviniendo la expectativa de que las personas que votarían en una y otra elección serían las mismas (lo que debiera reproducirse para las demás elecciones, lo que queda pendiente de revisar). Y si así está el dato sobre votantes, ¿cómo estarán los votos asignados a cada candidatura? Ojalá algún día alguien dé explicación clara y creíble de este extraño fenómeno.
DE DÓNDE SABER LOS MOTIVOS
Pasando a otro punto, dice el aforismo que “el camino al infierno está pavimentado con buenas intenciones”. Nada más adecuado que las consecuencias negativas que pueden tener algunas de las motivaciones detrás de la decisión de acudir a votar en las elecciones extraordinarias del Poder Judicial en México, realizadas el pasado domingo 1 de junio de 2025. Veamos qué nos dice alguna evidencia empírica disponible al respecto.
Para esta parte del artículo tomamos como fuente primaria los resultados de la Encuesta Nacional Telefónica Simultánea a las Elecciones Extraordinaria del Poder Judicial en México, 2025, encargada por el Frente Cívico Nacional a las empresas GEA Grupo de Economistas y Asociados e ISA Investigaciones Sociales Aplicadas y que fue realizada y difundida el 1 de junio pasado, día de las elecciones de marras.
El levantamiento de datos de este estudio partió de una muestra aleatoria de 53,500 números telefónicos móviles, construida con base en el Plan Nacional de Numeración Telefónica de México, que permite incluir en el listado para marcación solamente números asignados a alguna empresa para su operación. El levantamiento consistió en marcaciones consecutivas hasta disponer de 1,070 entrevistas completas realizadas por operador humano, para contar con estimadores con un margen de error máximo de ±3 por ciento para reactivos dicotómicos. Los datos sobre motivaciones para votantes y abstencionistas en estas elecciones corresponden a la ponderación de los casos obtenidos conforme a las proporciones de participación oficialmente reportadas.
RAZONES PARA IR A VOTAR
El segmento de 13 por ciento de personas que acudieron a votar puede dividirse en dos grandes grupos: alrededor de la mitad, poco más de seis por ciento del electorado, habría acudido a votar por considerar este acto como un deber cívico, quienes representan solamente una parte, menor, de quienes así perciben que es concurrir a votar en general, por lo que no muchos de quienes se han cultivado en la cultura democrática en nuestro país cayeron en el garlito de considerar que esta convocatoria, emanada de un ejercicio autoritario, constituyó por sí sola una legítima exigencia cívica para la ciudadanía.
Cerca del cinco por ciento de quienes tenían derecho a votar lo hicieron como respaldo a la reforma, al gobierno o a una persona en particular. Apenas uno de cada cien electores dice que lo hizo como producto de la propaganda del evento. Y otro uno por ciento cínicamente reconoce que votó porque se lo pidieron, porque fue llevado a votar o para obtener algún beneficio.
RAZONES PARA NO VOTAR
Casi la quinta parte de los electores declararon abiertamente que no le importaban estas elecciones, lo que se eleva a poco más de la cuarta parte si se incluyen las personas que dijeron no hacerlo por problemas personales el día de la elección.
Tres de cada diez personas con credencial de elector rechazaron expresamente la reforma judicial o afirmaron creer que estos comicios eran una farsa. Así que el rechazo abierto y convencido hacia estas elecciones más que duplicó la participación registrada. A eso puede sumarse ocho por ciento de personas que afirmaron que no existían garantías para el respeto al voto.
Si se considera además dentro del paquete de abstencionistas por consciencia, añadiendo el segmento de quienes afirmaron que no se contaba con un sustento para poder emitir un voto que pudiera calificarse como informado, más de la mitad de las personas en condiciones de sufragar no lo hicieron, bien fuera por un rechazo consciente hacia la reforma judicial o las elecciones que se llevaron a cabo, bien por reconocer que se carecían de los elementos para la emisión de un voto informado.
Una parte marginal no votó porque no la llevaron a votar, reconociendo esa vieja costumbre que todavía arraiga en segmentos de la población por el que el voto se emite si se otorgan respaldos logísticos para sufragar. No deja de destacar el hecho de que solamente una de cada siete personas que esperaban este tipo de apoyo declaró haber contado con él para emitir su sufragio. Un insuficiente acarreo bien producto de las limitaciones impuestas a la actividad partidaria, o más bien consecuencia de la escasa capacidad operativa de las estructuras en esta ocasión.
¿DÓNDE QUEDÓ LA RAZÓN?
Baja capacidad de movilización, cómputos inciertos y descrédito hacia el proceso por la mayoría de electores derivó en un evento poco concurrido, donde la mayoría de las boletas se quedaron en blanco —aunque no fueran canceladas como se estiló siempre— y muchas de las fueron llenadas gracias a que contaba con un acordeón que suplantó el entendimiento y conocimiento de por quién se votaba. Elecciones dignas de un momento de transformación en el que quedaron atrás las elecciones auténticamente democráticas en nuestro país.
