Lo importante actualmente en la política es ganar la narrativa para dominar al “pueblo”. Se cuentan historias, llenas de mentiras, en los medios de comunicación y en las redes sociales para mantener engañadas a las personas que recurren a ellas para informarse o seguir a algún ídolo político o artístico. Las granjas de bots contribuyen a la construcción de narrativas mentirosas. Además, quien apele más a las emociones será más exitoso.
En la política ya no se trata de proponer un proyecto de país, de plantear un posible futuro y de explicar cómo y con qué se va a alcanzar. A veces también se construyen y publicitan castillos de fantasía que al primer golpe de viento se desmoronan.
Lo más vergonzoso es cuando los concesionarios de los medios de comunicación, muchas veces coludidos con políticos o con empresarios, con total impunidad utilizan la narrativa en medios y redes para destruir prestigios, promover a personas impresentables, incapaces o incluso criminales a puestos políticos, eliminar obstáculos a sus intereses económicos y desprestigiar a sus competidores.
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Cuando las consecuencias de esas prácticas producen muertes, enfermedad o un daño moral grave a personas inocentes se convierten claramente en actos criminales que deberían ser sancionados.
Gracias a Carmen Aristegui y a su excelente equipo de investigación, así como a un valiente joven llamado Germán Gómez García se está develando y analizando el contenido de un disco con una gran cantidad de información usada en una “fábrica de mentiras” llamada el Palomar dirigida por Javier Tejada Dondé, funcionario de Televisa por cerca de 40 años.
En lo que Aristegui-noticias ha denominado Televisa leaks se están dando a conocer las formas utilizadas por ese Segundo Poder que ha sido Televisa en nuestro país (Dayan dixit), para desarrollar guiones, campañas, falsas actuaciones para cometer ilícitos destruyendo el prestigio de personas y empresas, construir presidentes fantásticos y guapos, candidatos a ministros de la corte impecables y políticos comprometidos y honrados.
Se trata de delitos que están penados especialmente por tratarse de servicios concesionados de recursos propiedad del Estado; pero con los crecientes niveles de impunidad que padecemos no serán ni siquiera objeto de mención por las autoridades que tienen el deber de vigilar y sancionar las claras violaciones a la Ley que se están cometiendo.
Los comentaristas amigos que colaboran con Carmen se preguntan: dónde está lo que resta del Instituto Federal de Telecomunicaciones y de la Suprema Corte de Justicia y dónde está la presidenta de la República que continúa centralizando todos los poderes del Estado bajo su mando.
No vaya a ser que, mirando para otro lado, la presidenta nos dé la razón a quienes luchamos por quitarle al Gobierno Federal la administración del espectro radioeléctrico y el control de las concesiones y permisos de telecomunicaciones y radiodifusión por haber funcionado como uno de los pilares de la permanencia del PRI en el poder por más de 70 años.
Con el silencio Claudia Sheinbaum respecto de Televisa leaks y con la iniciativa para modificar la ley correspondiente, retrocederemos al menos treinta años.