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Sebastián Salgado, el maestro de la imagen

La noticia de la muerte de Sebastião Salgado nos deja un vacío imposible de llenar en el mundo de la fotografía y en el corazón de quienes admiramos su mirada profunda y compasiva. | Ulises Castellanos

Créditos: Ulises Castellanos
Escrito en OPINIÓN el

Sebastião Salgado, el reconocido fotógrafo brasileño, falleció el pasado viernes 23 de mayo de 2025, a los 81 años de edad en París. Lo conocí personalmente en los 90, compartimos también una fantástica cena con un par de colegas en la Ciudad de México, porque quería saberlo todo sobre los zapatistas de Chiapas. Pude platicar con él de nuevo y retratarlo el pasado 7 de febrero de este año en su última visita a México, en el Museo de Antropología tres meses antes de su muerte. Lo admiré siempre y me dolió mucho su partida.

La noticia de la muerte de Sebastião Salgado nos deja un vacío imposible de llenar en el mundo de la fotografía y en el corazón de quienes admiramos su mirada profunda y compasiva. Salgado no solo fue un testigo privilegiado de la humanidad; fue, ante todo, un incansable defensor de la dignidad humana y de la belleza amenazada de nuestro planeta.

A través de su lente, Salgado nos enseñó a mirar el dolor, la esperanza y la lucha de los pueblos olvidados. Sus imágenes, cargadas de humanidad, nos interpelaron y nos invitaron a reflexionar sobre el rumbo de nuestra civilización. Su compromiso ambientalista, plasmado en proyectos como “Génesis”, nos recordó la urgencia de proteger la Tierra, nuestro único hogar.

Aquel jueves por la mañana en CDMX, tuvimos el gusto de charlar brevemente con él y recorrer la sala con su esposa. Escuchar a Salgado, siempre amable, sencillo y atento es un privilegio. Le respaldaban 50 años de fotografía, recorrió todo el planeta, literal, desde los polos, hasta los desiertos, las cuevas y la selva.

Sebastián nos compartió su emoción por estar en México de nuevo, país que le fascinaba. En aquella velada durante la inauguración de su última exposición que abrió en el mundo, Salgado nos compartió: “Para mí es un verdadero honor estar de vuelta en México, este es un país que llevo en el corazón. Conozco bien sus paisajes, su cultura vibrante y la calidez de su gente. Hace aproximadamente 45 años que vine por primera vez, a inicios de los años 80, recorrí sus tierras y cada rincón me dejó una huella imborrable. Recuerdo con cariño a mi gran amiga Graciela Iturbide; viví en su casa y ella me mostró la belleza del arte fotográfico como nadie más lo podría hacer.”

Paradojas de la vida, el mismo día que murió Salgado, se dio a conocer el reconocimiento internacional para nuestra mejor fotógrafa mexicana, el prestigiado premio Princesa de Asturias” para su amiga, Graciela Iturbide; sin duda un viernes agridulce.

Fue curioso que en aquella charla Salgado enfatizara que no le quedaba tiempo para realizar un proyecto de largo aliento, tal cual nos dijo ese día: “no me queda tiempo, normalmente la gente muere entre los 80 y 90 años de edad, yo soy un “viejito” decía, no tengo ya tiempo para un proyecto de largo plazo, ahora estoy en “un viaje interior” en mi archivo”.

Hoy, el planeta llora la partida de un hombre que supo transformar la fotografía en un acto de amor y resistencia. Nos queda su legado: millones de historias congeladas en blanco y negro, que seguirán inspirando a generaciones a mirar el mundo con empatía y responsabilidad.

Descansa en paz, Sebastião Salgado. Tu luz seguirá guiándonos.

Ulises Castellanos

@MxUlysses