Poco a poco se ha ido generando conciencia sobre los riesgos que implican las plataformas digitales y redes sociales para niñas, niños y adolescentes, sobre todo cuando son utilizadas sin supervisión familiar. Es de tener en cuenta que casi el 70% de las personas menores de 18 años usan redes sociales y, por un lado, la mayoría de los estudios señalan que dedicar mucho tiempo a ellas puede alejarles de la vida social, disminución de actividades físicas, rendimiento escolar y detonarles cuadros de ansiedad y depresión al causar adicción, además de la posibilidad de que sean víctimas de ciberacoso. De acuerdo con el Módulo sobre Ciberacoso del INEGI, 18.4 millones de personas mayores de 12 años padeció alguna situación de ciberacoso durante 2023 principalmente a través de Facebook y WhatsApp y de estas, el 30% de mujeres y 23% de hombres tenían entre 12 y 19 años.
También están expuestos a contenido violento, expresiones de odio, así como a información falsa o engañosa que, al distorsionar la realidad, les puede confundir y por ende que sean más manipulables, además de la suplantación de identidad y robo de datos sensibles con fines de extorsión. Aunque estos sean quizá los riesgos más comunes, no son los únicos ni necesariamente los más graves.
Ante la necesidad de aceptación, así como de evitar burlas y exclusión social, las niñas, niños y adolescentes principalmente de 12 a 17 años que están en una etapa de desarrollo y formación de su personalidad, son más susceptibles a participar en retos virales que pueden poner en riesgo su integridad física y hasta su vida con tal de demostrar su valentía, como es el caso de la “ballena azul” que llega a incitar al suicidio. Otras prácticas ante las cuales debemos estar muy alertas, son el sexting que implica el intercambio y difusión sin consentimiento de imágenes de tipo sexual –que muchas veces son utilizadas para chantajear– causando graves afectaciones emocionales, y el grooming en el que una persona adulta, generalmente con identidad falsa, se gana la confianza de la niña o niño con fines sexuales. A todo ello, se suma el riesgo de reclutamiento a través de las redes sociales por parte de la delincuencia organizada, o por grupos de pederastas.
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Recientemente se dio a conocer una investigación del FBI sobre una red internacional denominada 764 que opera cuando menos desde 2020 en plataformas digitales como Discord y Telegram, obligando a menores de edad a producir material explícito sobre violencia sexual infantil, a partir de la cual se han identificado a 250 personas involucradas y se detuvieron a dos de los líderes.
Esta organización criminal se dedica a contactar personas menores de edad, relacionarse con ellas y luego inducirlas para producir contenido sexual y violento –autolesiones como cortes en la piel o maltrato animal–, con el que las vuelven a amenazar para que generen nuevo material. Todas esas imágenes y videos los compilan en archivos a los que denominan Lorebooks que utilizan como moneda de intercambio mediante sistemas de encriptación muy sofisticados. A sus integrantes los instruyen en técnicas de manipulación y producción de contenidos, y se han detectado más de 100 víctimas, algunas de las cuales tienen 13 años.
Este no es más que un ejemplo de lo que sucede en el mundo digital sin que nos percatemos de ello, por lo que no se trata de satanizar Internet o a las redes sociales que desde luego tienen muchas ventajas. Pero es necesario que desde las familias, la sociedad y el gobierno se cobre mucho mayor conciencia y se tomen medidas inmediatas para evitar o disminuir en lo posible estos riesgos, y la primer medida es muy simple, al igual que en estos tiempos no se debe dejar que una niña o niña vaya sola a espacios públicos además de alertarles de no interactuar con personas desconocidas, tampoco se les debe dejar navegar sin que alguien de su entorno familiar esté atento.
