DÍA DEL TRABAJO

El primero de mayo y los pasos de la utopía

México no puede seguir siendo reconocido por sus largas jornadas laborales de más de 48 horas semanales, cabe preguntarse si la exigencia de una jornada máxima de trabajo será una utopía que camina a paso agitado. | Manuel Fuentes

Escrito en OPINIÓN el

Han pasado 139 años en que miles de trabajadores paralizaron sus centros de trabajo exigiendo una jornada máxima de 8 horas diarias. Fue un sábado del primero de mayo de 1886 cuando doscientos mil obreros salieron a las calles en la ciudad de Chicago. Unos a otros se miraban, gritaban, coreaban consignas, parecía una fiesta, mientras que los dueños de las factorías no podían retener su sorpresa y su furia debido a esa hazaña.

Al día siguiente no pararon las protestas y los agentes policiacos se enfrentaron a golpes con los manifestantes. El tres de mayo la policía disparó contra la multitud; asesinaron a seis trabajadores y decenas de heridos quedaron en el piso. Testigos de los hechos señalaron que todo había ocurrido frente a las puertas de la empresa McCormick.

Las protestas siguieron y los ataques a los trabajadores también. El cuatro de mayo de 1886 la policía disparó contra una multitud; quedaron 38 trabajadores inertes y más de 200 heridos

Se detuvieron a cientos de trabajadores, a quienes torturaron. Ocho de ellos, los “Mártires de Chicago” fueron condenados, Samuel Fielden y Michael Schwab a cadena perpetua, Oscar Neebe, a quince años de trabajos forzados, y a George Engel, Adolph Fischer, Albert Parsons, August Vincent Theodore Spies y Louis Lingg a la pena de muerte. Estos últimos fueron ejecutados el once de noviembre de 1887.

Esa protesta ha sido un parteaguas de lucha para el movimiento obrero. La exigencia de la jornada de 8 horas quedó plasmada en las legislaciones laborales de casi todo el mundo.

La ciudad de Chicago tiene un significado especial para mí, no sólo por haber sido el lugar donde miles de trabajadores demandaron el respeto a sus derechos, sino porque allí murió mi abuelo materno, Manuel Muñiz Sánchez, el trece de febrero de 1951, en un lamentable accidente de trabajo en una empresa acerera llamada “El Águila”. Se fue con dos de sus hermanos a Estados Unidos a probar suerte para mejorar sus condiciones laborales, pero sólo encontró la muerte.

Cada primero de mayo se rememora esa fecha para reivindicar la dignificación del trabajo en todos sus ámbitos. No sólo la jornada laboral, las condiciones laborales, las medidas de prevención de riesgos, la seguridad social, sino también la libertad sindical y la contratación colectiva

Sin embargo, habría que señalar que la mayoría de los patrones no respeta la jornada máxima de 8 horas que se encuentra establecida en nuestra Constitución. Por carecer de contratos formales, por darle una naturaleza encubierta civil o mercantil, por ser considerados de confianza, sus jornadas llegan a prolongarse 12, 14 o más horas (y sin pago de tiempo extra).

A la mayoría de los trabajadores eventuales se les condiciona la renovación de su contrato para que laboren fuera de su jornada sin un pago adicional. La falta de una inspección adecuada y ausencia de organizaciones sindicales permite esos abusos.

La jornada máxima de 8 horas diarias es una falacia en México. Los patrones se encargan de eludir ese derecho de los trabajadores, con amenazas, engaños y disimulo de las autoridades. En la mayoría de las ocasiones hacen prolongar las jornadas de trabajo sin pago alguno, aprovechando su necesidad, y pagando bajos salarios.

Me ha tocado presenciar la llegada de trabajadores desde las seis y media horas a su centro de trabajo, cuando la entrada a laborar es a las siete de la mañana, y la salida hasta las siete de la noche. He visto a la salida de esos lugares a cientos de obreros que terminan agotados, hombres y mujeres, jóvenes que no parecen tanto, con la mirada buscando la puerta, apurados a subirse al transporte para descansar un rato y regresar de nueva cuenta a trabajar muy temprano. Todo por unos cuantos pesos más.

Actualmente existe una demanda de organizaciones sindicales por la jornada de 40 horas, pero este reclamo se ha congelado en las cámaras legislativas por la negativa del sector empresarial. La amenaza de aranceles y posible cierre de empresas ha sido el argumento para detener esta exigencia.

México no puede seguir siendo reconocido simplemente por sus largas jornadas laborales de más de 48 horas semanales y por su mano de obra barata, en comparación con las de 35 a 40 a la semana, con salarios de 40 dólares la hora que pagan las empresas extranjeras a los trabajadores en sus países de origen, y que invierten en nuestro país.

Del total de trabajadores subordinados y remunerados al cuarto trimestre de 2024 se contabilizaron 5 millones 119 mil 976 personas que laboraron más de 56 horas semanales, el 12.4%, con datos del INEGI.

Además, hay que recordar que hay 32 millones 500 mil trabajadores que laboran en la informalidad, más de la mitad de la población ocupada (54.4%), quienes seguirán padeciendo la mayor carga de jornadas extendidas con bajísimos salarios, sin prestaciones.

En el transcurso de los años, el primero de mayo ha perdido su esencia; para muchos es un día de descanso más. Algunos prefieren no movilizarse, otros en distintas ciudades salen a manifestarse, a demostrar la fortaleza de sus organizaciones, para que los gobiernos y patrones los escuchen, y respondan a sus exigencias. A veces cabe preguntarse si la exigencia de una jornada máxima de trabajo será una utopía que camina a paso agitado.

Como la describía Tomás Moro en 1515, en su libro “Utopía”. aquella isla del Rey Utopo donde el horario laboral duraba seis horas y la población citadina alternaba los ciclos de labores agrícolas a modo de que todos participaran en la producción de la riqueza.

Lograr una jornada máxima, trato con dignidad, salarios justos y seguridad social, depende de la evolución de los sindicatos, de su capacidad de organizarse en todos los lugares donde haya trabajadores, pero también de un gobierno justo y congruente.

Manuel Fuentes

@Manuel_FuentesM