“Desaparecidos los muertos sin tumba, las tumbas sin nombre” escribió Eduardo Galeano hace décadas al hablar de uno de los temas más dolorosos para las sociedades latinoamericanas, la instauración de las dictaduras y la desaparición de miles de personas contrarias a los postulados y sustentos ideológicos de las mismas. Fenómeno que hasta el día de hoy mantiene heridas abiertas.
Este poema es parte de su libro Los hijos de los días (Siglo XXI), y le asigna como apartado al 30 de agosto, efeméride en la que conmemora el Día Mundial contra la Desaparición Forzada, a fin de revisar la situación mundial en la materia. Más en este, no sólo habla de las personas desaparecidas, sino también de la desaparición de “los bosques nativos, las estrellas en la noche de las ciudades, el aroma de las flores, el sabor de las frutas…”.
Temas que estarán presentes en otras obras del escritor uruguayo como Úselo y tírelo, una ficción en la que “se abre un Juicio Final para los seres humanos, en el que un alto tribunal de bichos y plantas nos acusará de haber convertido el reino de este mundo en un desierto de piedra”.
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O de “el derecho a caminar, el derecho a respirar”, retratados en libros como Bocas del tiempo o los autorelatos de Días y noches de amor y guerra, colmados de las cotidianidades de la vida misma, que, ficticiamente, podrían no aportar nada al pensamiento y a la reflexión, pero, que, en realidad, podrían decir el todo.
O de “los empleos seguros, las jubilaciones seguras” ahora escasas como consecuencia de las políticas neoliberales impuestas desde la década de los 80, producto de esa injerencia documentada y expuesta en el clásico Las venas abiertas de América Latina o en los tres volúmenes de Memoria del Fuego, ambas obras de corte histórico, cuestionador del colonialismo, la explotación, el racismo y muchos otros vicios.
O de “el futbol de la calle”, inmortalizado en su libro A sol y a sombra, del que dice, escasea cada vez más en el fútbol profesional, pero, en algunos momentos, aun irrumpe, y es cuando la magia regresa. Y en Cerrados por el fútbol, una compilación de todos sus textos sobre el tema publicados por décadas, desde la época clásica del balompié hasta el siglo XXI.
Además de las voces acalladas por las hegemonías, como las retratadas en Espejos, cuya premisa es que en ellos están los anónimos, “los hombres que alzaron los palacios y los templos de sus amos; las mujeres, ignoradas por quienes ignoran lo que temen; el sur y el oriente del mundo, despreciados por quienes desprecian lo que ignoran; los muchos mundos que el mundo contiene y esconde; los pensadores y los sentidores; los curiosos, condenados por preguntar, y los rebeldes y los perdedores y los locos lindos que han sido y son la sal de la tierra”. O en Mujeres, donde rescata a algunas protagonistas de la historia, pero también, las borradas por su transgresión.
Y también, “las cartas escritas a mano, los viejos cafés donde había tiempo para perder el tiempo, las casas sin rejas, las puertas sin cerradura”, ecos de la nostalgia presente en la atmósfera galeana construida en base a más de una veintena de libros conformantes de su obra, incluidos algunos para las infancias, como Un mar de fueguitos.
Apuntes muy necesarios y vigentes, cuyo contenido demuestra que, a una década del deceso de Galeano, ocurrida el 13 de abril de 2015, su obra mantiene una visión puntiaguda y ácida sobre problemas que aquejan a la región y al mundo, y aún no hay remedio para ellos, o, algunos sectores no quieren que lo haya, tratando de mantener un mundo contrario a la lógica, Patas arriba, como le denunciaría en su ensayo homónimo.
Hacia el final del poema menciona la desaparición de “el sentido comunitario y el sentido común”, nociones que en un país como el nuestro se han perdido últimamente ante las respuestas gubernamentales ante los casi 120 mil casos de desaparición de personas y la negativa de trabajar en conjunto con otras instancias para plantear soluciones a una de las mayores crisis humanitarias en nuestro devenir.
En otro conjunto de versos asegura que los nadies son “los ningunos, los ninguneados”, “que no son, aunque sean”, “que no tienen nombre, sino número”, “no figuran en la historia universal, sino en la crónica roja de la prensa local”. Aceptar ayuda para detener y solucionar el incremento de casos de desaparición en territorio mexicano desde 2006 representa la oportunidad de que a quienes se les ha considerado como “los nadies”, dejen de serlo y se conviertan en “los alguienes” al saber que ocurrió con ellas y ellos.
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Este domingo a las 12 horas se realizará un homenaje a Eduardo Galeano en el Palacio de Bellas Artes a propósito de la década de su fallecimiento. Entrada libre.